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El estado Lara representa una de las zonas venezolanas más versátiles, tanto por su geografía, como por sus pobladores y gastronomía.
Prueba de ello, es la multiplicidad de biomas que se consiguen en sus espacios naturales, que incluyen algunos disímiles, como el el matorral xerófito y la selva nublada.
Y otros, con algunas semejanzas, como el bosques xerófito y el tropical lluvioso.
El perfil del suelo también es muy diverso, así que encontramos suelos poco fértiles, como los franco arenosos (entisoles), muy fértiles, como los arcillosos (vertisoles), y suelos de zonas áridas, con mucho material mineral y poca materia orgánica, carente de agua, como los aridisoles.
Investigaciones reportadas durante el año 2010, muestran que la mayoría de los suelos en la zona alta del estado Lara presentan excesiva acidez y altos contenidos de aluminio intercambiable (Al+3), lo cual puede causar problemas de toxicidad en las plantas, fijación de fósforo (P) y baja actividad biológica, afectando los procesos de fijación biológica de nitrógeno atmosférico y la capacidad del suelo para suplir nutrimentos a las plantas.
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En estas zonas altas del Edo. Lara, es común que se hayan deforestado los bosques originarios, para convertir los suelos en áreas de cultivo de café, hortalizas y otros rubros, introducidos a la zona.
Entre las zonas altas del estado Lara, se cuenta el caserío Palmira, del municipio Andrés Eloy Blanco, donde se ha conseguido que el bosque originario fue talado, casi en su totalidad, y se manejan sistemas agrícolas convencionales, tales como arado con bueyes, o faenas de arado a mano, con escardilla, que son deficientes para partir la tierra , o para lograr una granulometría uniforme del suelo.
La mayoría de agricultores recurren a los abonamientos químicos, con N-P-K, y en algunos casos, usan el estiércol de gallina, como fuente segura de nitrógeno, destacando que se agregan al suelo, importantes cantidades de microorganismos que pudieran ayudar a la acción de las bacterias fijadoras de nitrógeno.
La tradición es dedicar estas tierras al cultivo de la papa, o algunas hortalizas, pero no se tienen experiencias en el cultivo extensivo de plantas ornamentales, como si ocurre en la margen occidental del pueblo de Sanare, que cuenta con un grupo importante de viveros, en la zona conocida como Loma Curigua., donde se consiguen muchas variedades de rosas (Rosa Chinensis).
En algunos jardines del caserío Palmira, se ha ensayado, preparando la tierra de manera artesanal, con escardilla, cambiando el sustrato por tierra negra, de alto contenido orgánico, que ha permitido el cultivo de plantas ornamentales, algunas a libre exposición, y otras bajo la sombra de un árbol, que es muy común por estos lados, llamado níspero japonés (Eriobotrya japónica).
En otros jardines, solo han realizado la faena de remover el suelo, con escardilla, hasta lograr una textura de grano fino, muy conveniente para el cultivo de plantas ornamentales, a la que agregan estiércol de gallina, caprinos, o de ganado vacuno.
La experiencia, a pesar de ser a pequeña escala, ha demostrado que es posible cultivar plantas ornamentales, con fines comerciales, en los terrenos destinados a los jardines familiares.
Destacan, el cultivo de calas, anturios, rosales, gladiolas, flor de San Juan, gardenias, lirios, buganvilias, aloes, begonias, orquídeas de tierra, helechos, entre muchas otras, que pueden ser comercializadas, a nivel local, entre los numerosos turistas, que visitan estas hermosas zonas larenses.
Esta actividad local, puede ser ejercida por cualquiera de los miembros de la familia, y representa una posible entrada de dinero, que vendría a mejorar el ingreso familiar, y con ello las condiciones socioeconómicas, que actualmente, se encuentran en estado deprimido.
El caserío Palmira es una prueba fehaciente, de que la eliminación de los bosques originarios, para dedicarlos a cultivos agrícolas, trae serias consecuencias, que perjudican la calidad del suelo, y con ello, merman la capacidad de producir vegetales, con fines agrícolas.
Los suelos pueden recuperarse, a través de actividades como el apropiado rastreo, abonamientos con materiales orgánicos, y la siembra de cultivos afines afines a las nitrobacter, como las leguminosas, que proveen nutrientes a los suelos.
Sería muy interesante, poder contar con este recurso que representa la producción de plantas ornamentales en los jardines del caserío Palmira, que, con toda seguridad, va a imprimir un importante empuje, muy positivo, a la economía local.
Ali Riera
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