El deseo

in #spanish2 years ago

 "image.png"

Fuente

Pídeme lo que quieras, soy rico, le dijo.

No sé, quisiera, un buen abrigo, vienen días fríos.

Se quedó mirando estupefacto, ante una solicitud, que de nimia, rozaba lo absurdo, respiró, le miró fijamente, antes no había tenido tiempo en reparar en su pequeña figura, en su escasa insignificancia, en la poca inteligencia que parecía reflejar su mirada. Estaba absorto, esperando, mientras acariciaba un gato. Y pensar que había dejado el destino de su vida en sus manos...

Ya te he dicho que me pidas lo que quieras, puedo colmarte de todo aquello que siempre hubieras soñado....

Nunca he tenido la ocasión de ir a Valencia a comer un arroz, el trabajo me exige estar siempre perenne....

No le cabía en la cabeza, que tuviera ese tipo de deseos tan estúpidos, tan bajos de miras, tan absurda era la situación que notó el chirriar de sus dientes como si estuviera triturando caramelos de menta, muy rápido con aquella ansia de te lleva a solo querer tragarlos. Respiró, dio un paso atrás, lanzó un puntapié a su rostro sorprendido...

Vamos pide algo, quiero saldar mi deuda contigo, pídeme algo que desees con todas tus ganas, algo digno de quien va a concederte el deseo...

Felguente, sorprendido por la reacción del extraño, lanzó un gemido, se retrajo sobre si mismo, hasta ser una bola casi insignificante, no dejó de acariciar al gato, pensaba, pensaba que quizás se había equivocado, en ayudar a ese desconocido, pero así se lo habían enseñado, ayudar, a quien te implora ayuda... Tras unos minutos, de tenso silencio que parecieron horas, se lo dijo, musitó su deseo...

Quiero saber como te has sentido durante todo ese momento, desde que has irrumpido aquí, hasta que al fin, te he tenido fuera de peligro, quiero saber, que se siente...

Apenas pudo terminar la frase, esta vez, no fue un puntapié de admonición, fue una patada certera que le hizo perder la consciencia, esa que recuperó a duras penas, y pudo sentirse consciente de estar atado de pies y manos a lo que era una silla, efectivamente, eléctrica.

Una mordaza atenazaba su boca, al igual que las correas sus manos y pies, totalmente desnudos como el resto de su cuerpo. En silencio, dos operarios, le pusieron una vía y le inyectaron a través del suero unas pipetas de contenido desconocido.

Mientras iba perdiendo la consciencia de nuevo, justo antes de sentir la electricidad recorriendo todo su cuerpo, sonrió, con una sonrisa que escapaba de las ataduras, hasta transformarse en un alarido que dio paso a lo que vino luego. Su deseo, había finalmente quedado cumplido, ya sabía lo que había sentido su reo.

Este relato, está basado parcialmente en un cuento tradicional ruso que adjunto, disfruten como yo lo he hecho