Anoche tuve un sueño, muy simple pero inusual.
Estaba con un grupo de amigos, habíamos ayudado al encargado de una tienda de chucherías a terminar unos trabajos.
En unas horas, habría en un estadio cercano un partido de fútbol muy importante del que todos hablaban y al cual todos nosotros teníamos planificado asistir.
Cuando nos íbamos de aquella tienda, el encargado nos detuvo y , con una sonrisa, nos indicó que le siguiéramos. Nos condujo hasta el almacén de atrás donde se guardaba toda la mercancía que les llegaba. Entramos todos, él mantenía la sonrisa en su rostro y nosotros una expresión de confusión al no saber para qué estábamos allí. Lo que pensé fue que nos pediría un último favor antes de irnos, pero en lugar de eso, nos dijo que escogiéramos tres artículos de golosinas cada uno para acompañar el partido que veríamos. La expresión en mi rostro cambió drásticamente de confusión a emoción. Estaba sumamente emocionada, podría disfrutar de ciertas cosas que de otra manera, no tendría la oportunidad de disfrutar. Rápidamente hice una lista en mi cabeza de las mejores chucherías que había deseado alguna vez, me estaba esforzando en descartar y descartar para que sólo quedaran tres, era algo difícil. Cambié de estrategia, empecé a recorrer los pasillos de la bodega buscando algo me gustara mucho, veía una buena opción, pensaba bien y decidía si tomarlo o no. Así hice hasta tener tres artículos en mis manos. Me dirigí hacia el encargado para mostrarle mi elección, pero en el camino, vi cosas que no había visto en el proceso de elección y llegué a la conclusión de que no podía elegir los tres mejores artículos de mi gusto, si no sabía todo lo que había en el almacén.
Volvía a cambiar la estrategia, tomé hoja y lápiz y me dispuse a recorrer todos los pasillos de la bodega, desde el primero hasta el último, en orden y de manera que pudiera estar segura de que lo vi todo. Así hice, anoté cada artículo que me llamara la atención y la lista fue larga. Ahora sí podría descartar confiada de que no me faltaba nada. Cada vez que llegaba el momento de descartar algo, lo pensaba varias veces sintiendo que era una oportunidad desperdiciada y lamentando que no pudiera llevarlo todo. Puse esfuerzo y dedicación a la tarea de descartar y , por fin, logré obtener lo que consideraba la mejor combinación existente. Tenía un paquete de galletas de vainilla, un paquete de seis tubos de chocolate y una botella grande de bebida de fresa para cuando me diera sed. Miré mi elección con satisfacción y me dirigí hacia el encargado, le presenté mi combo y le pareció una buena elección.
Antes de irme, me dijo una última cosa: tenía algunos contactos importantes y había logrado conseguirnos asientos en un balcón VIP, desde donde podríamos ver el partido con lujo y comodidad. Me emocioné en gran manera, sería la mejor experiencia del mundo! Estaría con mis amigos, tendría excelentes y suficientes bocadillos y una vista privilegiada, no podía esperar.
Más tarde, llegó la hora del partido y nos dirigimos al lugar. Tomamos nuestros respectivos y privilegiados asientos, acomodé mis golosinas y esperamos el inicio del partido.
Ahí, desperté del sueño.
El texto es de mi autoría @lauracampos
Gracias por leer :)
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