♥️♥️ Una Historia que trasciende 💖💖

in #archonlast year


Lucas y Ana: el amor que trasciende***

El abuelo Lucas estaba sentado en su mecedora de mimbre favorita, en la cual se sentaba todas las tardes de verano a disfrutar del cálido sol que brillaba en el cielo en todo su esplendor. El jardín estaba inundado de luz y calidez; a pesar del calor en el jardín soplaba un aire refrescante el cual creaba un ambiente perfecto para disfrutar del aire libre.

El sonido de los pájaros y las hojas de los árboles agitándose suavemente se mezclaban en el ambiente, dándole un toque aún más relajante. Mientras tomaba una limonada fría el abuelo esperaba por sus nietos, ansioso de compartirles una nueva historia.

En el instante en que el abuelo pensaba en sus nietos, estos llegaron corriendo y riendo, con sus zapatos golpeando el camino de piedra que llevaba al jardín. El abuelo los escuchó venir desde su mecedora de mimbre y levantó la vista para ver a sus tres nietos acercarse.

Las dos niñas llevaban vestidos de flores, y el niño llevaba una camiseta verde y pantalones cortos. Los tres tenían los ojos brillantes y sonreían al ver al abuelo. "¡Abuelo!", "¡Abuelito!" Gritaban mientras se le abalanzaban, abrazándolo. El abuelo se sintió feliz de tenerlos allí, y les pidió que se sentaran a su alrededor para contarles una historia de amor, a propósito del día de San Valentín.

Los nietos del abuelo se acercaron corriendo y se sentaron en círculo alrededor de él. Las dos niñas de ocho y nueve años, Paula y María, se acomodaron en una manta cerca de la mecedora, mientras que el niño de seis años, Juancito, se sentó a los pies del abuelo. Cuando todos los niños estaban bien acomodados en sus respectivos lugares y atentos al abuelo, este sonrió y comenzó a contarles la siguiente historia.

Ana y Lucas se conocieron en una biblioteca, en el centro de la ciudad. Era un día lluvioso y gris, y ambos estaban buscando un libro para un proyecto de la universidad. Ana estaba revisando algunos libros en una estantería, mientras Lucas intentaba concentrarse en su búsqueda en una mesa cercana, donde tenía varios libros apilados.

De repente, su mirada se cruzó con la de Ana, y en ese momento, algo cambió dentro de él. Lucas sintió como si hubiera visto a la persona más maravillosa y hermosa del mundo, y aún sin conocerla tuvo la certeza de que Ana era la mujer de su vida y que ambos estaban destinados a estar juntos.

Ana era una mujer hermosa, de ojos grandes y profundos, cabello oscuro y suave que caía en ondas alrededor de su rostro. Tenía un aire de elegancia natural y una sonrisa que iluminaba la habitación. Era inteligente y ambiciosa, pero también sensible y protectora con todas las personas que conocía y era amante de la naturaleza, sobre todo amaba la playa.

Por otro lado, Lucas era un joven apuesto, de cabello castaño desordenado y ojos caros y brillantes que reflejaban su pasión por la vida. Era un estudiante trabajador y dedicado, pero también tenía un lado aventurero y soñador.

A pesar de sus muchas similitudes en cuanto a la manera de vivir la vida y de sentirla, pues ambos compartían valores y creencias fundamentales sobre el amor, la amistad y la familia. Ana y Lucas provenían de mundos muy diferentes. Ana venía de una familia adinerada y había crecido rodeada de comodidades y lujos. Lucas, en cambio, había crecido en un barrio humilde y había tenido que trabajar duro desde muy joven para poder pagar sus estudios universitarios.

Pese a todas las comodidades y lujos con los que vivía, Ana era una chica difícil de conquistar. Había sufrido muchas decepciones amorosas en el pasado y estaba asustada de volver a abrir su corazón. Sin embargo, Lucas estaba decidido a luchar por ella, y comenzó a cortejarla con pequeños detalles, como llevarle flores diferentes cada día y escribirle notas de amor que dejaba en la biblioteca, en el carro de Ana, en el jardín de casa de Ana.

Una de las tantas notas que había enviado decía lo siguiente: "Ana, eres la persona más especial que he conocido en mi vida, dame la oportunidad de conocerte mejor y prometo hacerte feliz".

Después de varios meses, Ana finalmente aceptó salir con Lucas. Fue una noche mágica, llena de risas y miradas cómplices. "No puedo creer lo feliz que me haces sentir", le dijo Ana a Lucas mientras caminaban por el parque de la ciudad.

A partir de ese día Lucas y Ana comenzaron a salir y se convirtieron en pareja formal a los seis meses. Lucas y Ana se amaban profundamente y luchaban juntos por su relación. Lucas trabajaba duro para pagar sus estudios, mientras Ana le daba ánimos y lo apoyaba en todo lo necesario para el crecimiento personal de ambos en su relación.

Un día, Ana tuvo que irse de viaje por un tiempo, pues su padre tenía compromisos que atender y la familia se veía involucrada en ellos. Lucas estaba triste y extrañaba su presencia, pero sabía que ella tenía que cumplir con su familia. Aprovechó este tiempo para esforzarse aún más en sus estudios y logro conseguir un mejor trabajo gracias a su esfuerzo y dedicación.

Cuando Ana regresó, Lucas la sorprendió con una cena romántica en la playa. Entre las velas que había dispuesto alrededor de la mesa y las estrellas se creaba un ambiente mágico y especial.

Después de la cena, Ana se acercó a Lucas y lo abrazó con fuerza. "No puedo creer que hayas hecho todo esto por mí", dijo ella, con lágrimas en los ojos. "Eres el hombre más maravilloso que he conocido". Lucas la besó con pasión y luego se arrodilló frente a ella. "Ana, mi amor, eres mi todo. Quiero pasar el resto de mi vida contigo. ¿Quieres ser mi esposa?" Ana estaba atónita, no se lo esperaba. "Sí, sí, mil veces sí", respondió ella, emocionada. Y así, sellaron su amor con un beso apasionado en la playa. La luna llena y las estrellas brillantes fueron testigos del momento más feliz romántico de sus vidas.

Juntos enfrentaron muchos retos, pero siempre se apoyaron y nunca perdieron la fe en su amor. Trabajaron duro y lograron construir una vida plena, llena de amor, tuvieron una familia completa y plena cuando nacieron sus hijos gemelos; no podían pedirle más a la vida.

Cada año, en el día de San Valentín, Lucas le llevaba una flor a Ana y le recordaba lo mucho que la amaba con las notas de amor que jamás dejo de dedicarle. "Eres la razón de mi vida, Ana. Te amo con todo mi corazón, Feliz San Valentín"

El abuelo sonrió con ternura mientras miraba a sus nietos, que lo escuchaban con atención. Se levantó lentamente de su mecedora de mimbre y les dijo: "Mis queridos nietos ha sido maravilloso contarles mi historia de amor, ahora si me disculpan debo visitar a la abuela". Los nietos lo abrazaron y le agradecieron por la historia.

El abuelo los besó en la mejilla y salió de la casa, camino al cementerio. Allí, se detuvo ante la tumba de su amada Ana y dejó un ramo de flores frescas.

"Mi querida Ana, siempre estarás en mi corazón, Feliz San Valentín", susurró el abuelo mientras cerraba los ojos y recordaba los momentos felices que habían compartido juntos.

Foto de Valentin Antonucci: https://www.pexels.com/es-es/foto/dos-personas-tenencia-meniques-1378723/




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