“En el reloj de la existencia, las agujas no descansan, recordándonos la fugacidad del tiempo…”
Saludos a todos. “Crónicas de un día más…” es una experiencia que tomé para celebrar la grandeza de lo cotidiano. Es un relato que busca capturar la sobriedad y profundidad de nuestras andanzas, a través de una meditación sobre la vida urbana. El contenido invita a disfrutar cada instante como un regalo único. A continuación, el texto para su respectiva lectura y comentarios.
Crónicas de un día más…
Con una rotunda pesadez trato de abrir los ojos y es cuando me percato de que el sol se asoma tímidamente entre las cortinas que tratan de ocultar los retorcidos barrotes que protegen a la ventana.
El bullicio de la urbe, comienza cada mañana con la danza de las horas. Y es en ese momento cuando agradecemos al cielo su imponente lienzo azul por un día más, un suspiro, un latido en el pecho, todo tan sutilmente manipulado a la perfección.
El café de la esquina se convierte en el epicentro de historias entrelazadas, donde risas y miradas flotan en el aire, sin prisa, sin pausa. Sin embargo, en el reloj de cada uno de ellos, las agujas no descansan, y vemos partir a quienes amamos, en silencio, sin alharacas.
En la plaza, las voces y los pasos se entremezclan, cada banco guarda secretos de amores y despedidas. Aceptamos el ciclo, el ir y venir, el eterno empezar, sabiendo que el adiós es solo un hasta luego en este girar perpetuo.
Así, entre calles y avenidas, la vida se pinta de colores, con punzadas de gruesos hilos convertidos en trazos de color y miles de sabores. Cada instante, espero no lo olviden, es un regalo; cada despedida, una enseñanza, porque la vida, en su infinita danza, nos invita a seguir ese ritmo con confianza.
Desde el abrazo cálido de un amigo hasta el fugaz destello de una sonrisa en el rostro de un desconocido, cada instante es una joya que merece ser atesorada.
El tiempo pasa, sin compasión, a lo largo del día, recordándonos lo efímera que es nuestra existencia. Entre todo el ajetreo, las llamadas al celular y los correos electrónicos, a veces nos olvidamos de detenernos un momento y apreciar el milagro de estar vivos.
Por eso, en estas crónicas de un día más, hay un mensaje: aprecia cada amanecer como si fuera el primero y cada anochecer como si fuera el último. Porque detrás de cada experiencia, hay un hilo que nos sostiene, recordándonos que cada día es una oportunidad para escribir nuevos comienzos, aunque el adiós que hemos tenido que decir a otros, esa misma despedida no los darán a nosotros cuando nos toque.
J.R.M.(@siondaba)
English Version
“In the clock of existence, the hands never rest, reminding us of the fleetingness of time…”
Greetings, everyone. "Chronicles of One More Day" is an endeavor I embarked on to celebrate the grandeur of the everyday. It's a tale that aims to capture the sobriety and profundity of our journeys through a meditation on urban life. The content encourages us to relish each moment as a unique gift. Below is the text for your perusal and feedback.
Chronicles of One More Day…
With a resolute heaviness, I attempt to open my eyes, only to notice the sun timidly peeking through the curtains that try to conceal the twisted bars guarding the window.
The bustle of the city begins each morning with the dance of the hours. And it's in that moment when we thank the sky for its imposing blue canvas for one more day, a sigh, a heartbeat, all so subtly manipulated to perfection.
The corner café becomes the epicenter of intertwined stories, where laughter and glances linger in the air, unhurried, uninterrupted. However, in each of their clocks, the hands do not rest, and we watch our loved ones depart, silently, without fanfare.
In the square, voices and footsteps intermingle, every bench holding secrets of loves and farewells. We embrace the cycle, the coming and going, the eternal beginning, knowing that goodbye is just a see-you-later in this perpetual spin.
Thus, amidst streets and avenues, life is painted with colors, with thick threads turned into strokes of color and thousands of flavors. Each moment, I hope they don't forget, is a gift; each farewell, a lesson, because life, in its infinite dance, invites us to follow that rhythm with confidence.
From the warm embrace of a friend to the fleeting glimmer of a smile on a stranger's face, each moment is a gem worth treasuring.
Time passes, relentlessly throughout the day, reminding us of the ephemeral nature of our existence. Amidst all the hustle, phone calls, and emails, we sometimes forget to pause and appreciate the miracle of being alive.
Therefore, in these chronicles of one more day, there's a message: cherish each dawn as if it were the first, and each dusk as if it were the last. Because behind every experience, there's a thread that sustains us, reminding us that each day is an opportunity to write new beginnings, even though the farewells we've had to bid to others, those same goodbyes won't be given to us when our time comes.
J.R.M.(@siondaba)
Excelente proyecto de escritura @siondaba Ciertamente, en la agitada vida citadina con frecuencia nos olvidamos observar, valorar y agradecer lo que nos rodea e incluso nuestra propia vida, que no podemos dar por sentada.
Saludos @beaescribe, gracias por tu visita y amable comentario. Tus palabras son un recordatorio importante de apreciar lo que nos rodea. Un fuerte abrazos.
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