Relato: Sobre el asunto Abernathy

in #spanish7 months ago

La decisión de Victoria

Victoria y Benjamin

Dos cartas para Victoria

Una carta para Georgiana

Un otoño en el Quebec

Victoria y lady Clarissa

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Fuente de la imagen: Pexels

"Grace pretendía forjar cartas falsas de modo que pudieran incriminar solo a Isobel y proteger la reputación familiar en dado caso de que hubieras muerto", explicó Louis mientras asentaba su taza de té en la mesa de centro.

"No me extraña. Esa mujer está obsesionada con mantener su estatus y por echar culpas ajenas de cualquier estupidez que hiciera Benjamin. Como si ese imbécil fuera un santo", dijo Victoria con disgusto.

"Bueno, hay que admitir que prácticamente te salvó la vida al mantener a Benjamin alejado de Isobel", señaló Amandine. "Al menos hasta que te decidiste divorciarte".

"¿No pudo haberle sido más fácil ser honesto conmigo desde un principio? ¡Me habría ahorrado cinco años de mi vida con solo saberlo! Incluso pude no haberme casado con él".

"Pudo haberle sido más fácil, en efecto, dado que había una lucha de voluntades ahí", dijo George. "Benjamin sabía que su familia nunca aceptaría ni a Isobel ni a sus hijos; no podía ni siquiera ponerlos en su testamento aunque lo deseara, dado que todo lo que tiene le pertenecía a sus padres, incluyendo la casa".

"Tenía entendido que Benjamin tenía una fortuna propia", comentó Amandine.

"Sí, pero no él lo administraba. Es su hermana mayor, Lorna, quien maneja todo su dinero", señaló Victoria. "De hecho, a mí nunca me permitieron administrar los gastos de la casa de Keppel Street; había intentado pedirle una explicación a Lorna al respecto, pero ella siempre me evadía la pregunta o me ignoraba. Ahora que lo pienso, no confiaban en mí, ni siquiera para decirme las cosas en la cara".

"Creyeron que eras manipulable", dijo Louis. "Estabas tan enamorada de él que estabas dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de verlo feliz. Además, estaba la cuestión de la dote; Benjamin planeaba echar mano de tu dinero una vez muerta, de ahí que pudo convencerte de que hicieras un testamento nombrándolo heredero universal a espaldas de todo el mundo".

"Beneficio que nunca llegó cuando anulé mi testamento", señaló Victoria con ironía.

"Un movimiento muy inteligente, querida", comentó lady Clarissa.

De repente alguien se aclaró la garganta. Ellis, el mayordomo, anunció a lady Clarissa que una persona quería verla con urgencia. La anciana, pidiendo disculpas a su invitada por tener que ausentarse, se levantó y se retiró de la pieza.

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"Oh, vaya... Señora Wascombe. ¡Qué sorpresa!", murmuró Clarissa al reconocer en la mujer de atavíos verdes a Lorna Wascombe - Abernathy.

"Lamento interrumpir si se encontraba ocupada, lady Clarissa", dijo la mujer, visiblemente presurosa. "Pero el asunto que me trae aquí es de carácter muy urgente".

"Usted dirá. Por favor, siéntese y dígame en qué puedo ayudarla".

Ambas mujeres se sentaron, una frente a la otra. Lorna, nerviosa, explicó el motivo de su visita:

"Tengo entendido que Victoria ha regresado a Inglaterra. Si usted sabe algo de su paradero, le ruego que me lo diga".

"¿Puedo saber la razón de semejante petición?"

Lorna titubeó un momento. Lady Clarissa, notando aquella reacción, suspiró. "Usted y su familia quieren salir impolutos de este escándalo tan asqueroso y desagradable, ¿o me equivoco, señora Wascombe?"

Lorna desvió la mirada. Lady Clarissa añadió con franqueza: "Si ustedes esperan convencer a Victoria de que no testifique contra Benjamin, están equivocados. A estas alturas ella estará más que dispuesta a vengar la muerte de un hijo que no pudo acunar en sus brazos. Un hijo deseado por ella y, supongo, por el resto de la familia dado que pudo haberles proporcionado a la familia alguna que otra gloria. Una oportunidad estúpidamente desperdiciada".

"No puedo negar tan dura verdad, lady Clarissa", murmuró Lorna conforme las lágrimas empezaban a recorrer sus mejillas. "Mi madre ha cometido el lamentable error de sobreproteger a Ben, pero no lo hizo con la intención de perjudicar a nadie, ni siquiera a Victoria. Se lo aseguro".

"Perdone si disiento en lo último. Victoria no era de la simpatía de ustedes, y eso era muy evidente en su forma de tratarla. Cualquier otra familia bien pudo haber desheredado al hijo descarriado desde el momento en que comete un desliz irreparable; si su madre hubiese hecho eso en un principio, se habrían ahorrado tantos dolores de cabeza".

"Mi padre iba a desheredarlo. Mi madre se opuso, diciendo que Ben era inocente".

"Para cualquier madre sobreprotectora y consentidora, un hijo o una hija es inocente hasta de los peores crímenes. Quién sabe qué otras atrocidades ha cometido, porque no dudo que Benjamin habrá cometido cosas peores".

"¡¿Qué vamos a hacer?! ¡Estamos en el completo ostracismo! ¡Ya nadie nos invita a sus celebraciones! ¡Estamos arruinados, lady Clarissa! ¡Arruinados!"

"Entonces acepten las consecuencias y lidien con ello de la forma más llevadera posible", interrumpió una voz femenina.

Lorna levantó la mirada. Louis y Victoria habían entrado a la sala de estar. La señora Wascombe, estupefacta al verle, enseguida se levantó, llamando a Victoria por su nombre. Ésta le replicó en tono gélido: "Hola, Lorna. Te ves bien. Vestido hecho en París, supongo..."

Lorna se acercó a ella tímidamente y le dijo: "Sí... En efecto..."

"Vayamos al grano y terminemos con esto", le cortó Victoria. "Si tu hermano hubiese tenido un poco más de seso y me hubiese dicho cómo estaba la cosa, me habría ahorrado hasta la boda".

"¡No sabíamos que él aún veía a esa mujer!"

"Por favor, Lorna, ¡basta de negaciones! Ustedes sabían que él estaba muy encaprichado con ella; ¡incluso sabían que él ya tenía una familia formada! Bien pudieron desheredarlo cuando tuvieron la oportunidad, o aceptar a la tal Isobel. Y no me vengas con el qué pensará la gente, porque a tu maldito hermano eso le importó una mierda. Y tú, tu madrecita linda y tu jodido padre lo sabían bastante bien, y nunca tuvieron ni el corazón ni la decencia de decírmelo porque nunca les simpaticé".

Lorna quiso contestarle, pero se quedó callada. Victoria añadió:

"No les culpo por su desconfianza cuando se trataba de administrar la casa de Keppel Street; estaba absurdamente enamorada de un hombre que tenía una amante e hijos fuera del matrimonio, y él habría aprovechado la ocasión de manipularme para entregarle todo el dinero".

"Ben no sabe lo que hace. ¡Esa mujer lo tiene hechizado!", acusó Lorna.

"No, Lorna. Sabe lo que hace. Planeó en matarme para quedarse con el dinero de la dote, el cual yo lo tenía en testamento, y compartirla con Isobel. De hecho, era por eso que él no quería dejarme ir, ahora que lo pienso; si yo me iba, él no podía acceder a mi dote. se quedaba sin un dinero de respaldo para dárselo a ella. Tu madre sabía muy bien eso, y no le importó, como tampoco creo que le importe quedarse en pleno ostracismo durante un tiempo".

Dicho eso, Victoria se retiró de la pieza, seguida de Louis.

Lady Clarissa miró fijamente a Lorna; ésta se había quedado sin palabras, con las lágrimas recorriendo sus mejillas, intentando contener un coraje que sabía era fútil. No podía negar las palabras de Victoria, tan llenas de razón y verdad; ignoraba qué pensaba Lorna cuando había llegado a Whitering Heights, pero estaba segura de que sus esperanzas habían sido quebrantadas por la única persona que, irónicamente, podía salvarlos de la ruina social con unas pocas palabras.

"Si ya no tiene otro asunto qué tratar, señora Wascombe, le sugiero que se marche".

Lorna no se hizo de rogar. Parcamente se despidió de lady Clarissa y se marchó presurosamente de la residencia. George y Amandine, quienes estaban de pie discretamente junto a la entrada, se acercaron a su abuela.

"¿Crees que los Abernathy intentarán persuadirla por las malas?", inquirió Amandine.

"De ellos se puede esperar todo, querida. Y sería bueno mantenernos en alerta".

"Uncas podría asustarlos un poco", sugirió George.

"No será necesario. Ellos ya están asustados".