color azabache.
Sus alas eran unas de las más grandes,
y sin duda las más hermosas.
Cada batir,
cada vez que despegaba sus patas del suelo
parecía bailar con las nubes.
Sus plumas parecían de plata,
Al brillar con la luz del sol.
No quisieras más que verla volar.
Un día como cualquier otro,
se veía floja,
como una hoja a punto de caer.
Ya no parecía bailar.
Apenas podías notar que volaba.
Comenzó a dejar de soñar,
comenzó a dejar de brillar.
Solamente a veces,
veías un triste brillo en el borde de sus ojos.
No dejaba de ser hermosa.
Detrás de unas rejas de plata,
Se encontraba un ser que no la dejaba de mirar.
Poco a poco fue llamando su atención,
Poco a poco la enamoró.
En ese solitario mundo,
él no podía salir,
pues estaba enfermo.
Ella soñaba con estar en ese cómodo lugar.
Junto a él.
No dejaron de encontrarse,
sin tocarse.
El solo hablar podía ser maravilloso.
Su amor era más fuerte que el de la plata.
Ella cada vez se sentía más triste,
más débil,
más adolorida.
Simplemente más enferma.
Ya no volaba tan alto,
ya no bailaba con las nubes.
Un día solo cayó,
se rindió
y cayó.
Pero no murió.
Día tras día,
débil en un lugar desconocido.
Pero viva.
Se sentía cada vez mejor.
Ya no dolía tanto,
pero dolía un poco.
La llevaron a un lugar,
era algo familiar
pero diferente.
Cuando recobro la vista,
vio a su amor.
Se sorprendió,
al saber que él tenía razón.
Estaban juntos.
Paso el tiempo.
Y aunque no volaban mucho,
en su pequeño mundo
todo parecía perfecto.
Era la normalidad que el prometió,
la que ella siempre soñó tener
y que sin pedir fue concedida.
Su amor nunca murió.
Ellos se sentían seguros.
No había inseguridad,
ni hambre,
ni miedo.
Todo era fácil en su pequeño mundo,
así que tuvieron hijos
hasta no poder más.
Cada criatura,
era muy querida
y bien cuidada en ese mundo.
Un día como cualquier otro,
él dejo de respirar.
Ella sabía que eso podía pasar en cualquier momento,
pero tenía esperanza
en que ella fuera la primera.
El universo no pudo complacer a ambos.
Ella se sentía como antes,
como aquellos días de oscuridad.
Así que ella en su desolación.
Salió de su pequeño mundo,
sin saber cómo ni por dónde.
Y voló alto,
lo más alto que pudo.
Ignorando todo el dolor físico.
Cuando ya no pudo más,
se dejó caer,
Y murió.
FUENTE
Historia inspirada en el ave voladora más grande viviente hasta ahora, el cóndor.
Esta ave tiene una sola pareja toda la vida. Cuando uno de ellos muere, el otro vuela hasta lo más alto y se deja caer en picada provocando así su muerte.
Este animal solo se encuentra en zoológicos, esta extinto en hábitat silvestre.