Ojos Rojos

in #cervantes6 years ago

Corría, sudaba, lloraba y gritaba. Aquella cosa negra con ojos rojos más grandes que unos faros de luz me seguían, atrapado en la oscuridad de quien sabe que prado, corría con el corazón en la mano, “¿qué eres? ¡Cosa diabólica!” Le grité en mis momentos de mayor lucidez, pero era incomodo, imposible y sencillamente, no escapar de aquella extraña criatura humanoide de proporciones ciclópeas resultaba inaudito, a veces abría sus fauces y su tamaño variaba significativamente, de dos metros crecía a diez y mi inocente pero eficaz instinto solo me propiciaba correr.

Sonó el despertador, ¿otra vez había sido ese espantoso sueño? Comenzó como un terror nocturno y desde entonces no he podido quitármelo de encima, se siente sórdido, asqueroso y sobretodo me produce la más grande de las impotencias, porque no podía hacer nada. Mi Mañana prosiguió como siempre, me levante, hice mi cama, sin vestirme, aún en calzoncillos fui a mi baño y juro que al mirarme al espejo vi por una fracción de segundo aquella horrible cara negra, en mis sueños parecía un pájaro, pero debía ser por la oscuridad porque cada vez que juraba verla durante el día aquello era como una monja maldita y sacada de los rincones más obscuros del averno. Sudé en frío y me temblaban las manos, sin despegar la vista de mi reflejo tomé agua y me lave la cara, oriné y ya una vez apartado del espejo ignoré mi reflejo, más bien, no volví a verme al espejo hasta que salí del baño, mi miedo era irracional y yo lo sabía, pero aquello no haría que dejase de temblar.

En mi aburrido trabajo en la compañía de envíos no pasó nada nuevo, le conté lo sucedido de una amiga del trabajo quien me aseguro que solo era un mal episodio, su hijo también había sufrido de terrores nocturnos y me hablaba de como los superó poniéndose enfrente de su atormentador y mostrando su autoridad, pero obviamente eso no era tan fácil para mí, no sabía cuándo estaba durmiendo o cuando no.

Seis en punto, termine mi rutina y nuevamente volví a mi solitaria habitación de piso, “necesito comprarme un gato” me dije, al abrir la puerta, todo era oscuridad, penumbra y nada más, tragué saliva y encendí la luz. Mi costumbre era hacerme sopas instantáneas, pero quería desperdiciar el tiempo para no dormir, así que encendí mi computadora, puse música a alto volumen “afín a mis vecinos no les importaba” puse a descongelar en el microondas una pieza de pollo que había guardado para cuando invitase a mi pretendiente Cindy, pero la verdad quería cocinar y eso podía esperar, quería hacer algo, quería ruido puesto estaba obstinado de mi rutinario silencio. Terminé haciéndome de cenar una pasta carbonara con trozos de pollo y bajé a la tienda del chino a comprarme un buen refresco de cola. Me dispuse a comer frente a la computadora mientras me daba unas partidas de hearthstone con mis viejos amigos de la universidad. Mi cabeza se despejaba, no era sino hasta ciertos momentos que casi podía sentir respiraciones y al voltear hacía a atrás y a mis lados, escalofríos recorrían mis hombros puesto estaba solo, pero más que creer, casi sabía que alguien me estaba observando…

Debían ser las dos de la mañana, necesitaba despertarme a la seis pero no quería dormir, era débil y tenía miedo, por instante sentía que quería llorar, aquello era muy estresante, quería estar con alguien, veía durante segundos esa horrible sombra negra con aquella cara pálida y ojos rojos como gotas de sangre reflejados en mi mente, temblé, rápidamente encendí el televisor, si me iba a dormir que fuera sin que siquiera lo notará y además no iba a sumergirme nuevamente en la oscuridad. Así que puse cualquiera basura que transmitieran en la Tv, subí el volumen a un nivel considerable y empecé a dormitar, ni el café, ni la bebida energética que había comprado temprano estaban haciendo efecto, mientras dormitaba me daba cachetadas para despertarme pero era inútil, aquello no funcionaba.

Estaba yo otra vez siendo perseguido por aquella cosa negra de ojos rojos, cada vez parecía estar más cerca y eso me hacía desesperar. En mis sueños y no sé si en la vida real me hice pipí y sentía que en cualquier momento convulsionaría por el pánico, cada vez mi entorno, aquellos yermos se volvían más negros y obscuros, era como si la oscuridad tomase forma física y como un velo cubriera todo llegando hacía mí. Entonces sentí aquel tacto, frío como el más helado invierno y volteé suavemente la mirada hacía aquella cosa, era una mano desproporcionada y enorme con garras en lugar de uñas, además, tenía seis dedos largos y arrugados, finalmente, luego de tanto, me había atrapado y luego, solamente la obscuridad me cubrió por completo.

Desperté como un bebé, no grité, no estaba exhausto ni asustado, veía mis piernas puesto me había dormido sentado en la cama, todo estaba oscuro, el televisor se había apagado, de modo que solo había oscuridad salvo por una leve luz roja que iluminaba atrás de mí.


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