EL INMIGRANTE
Quien ha vivido encerrado
poco tiene que decir:
cuenta lo que alcanza a oír,
dice lo que le han contado,
pero triste condenado
es quien mundo no conoce;
perdiéndose tanto goce,
tanta amistad, tanta vida.
Eso pensé y en seguida
salí al mundo a buscar roce.
Salí porque estaba herido,
ya muriendo de aflicción,
pues la mala situación
tiene a más de uno perdido.
Salí como un afligido
buscando en tierras ajenas
las curas para mis penas
al no tener libertad;
salí porque, la verdad,
me mataban las cadenas.
Los caminos me encontraron
con mis temores intactos;
mi experiencia falta de actos
mi inocencia condenaron.
Mis lecturas me fallaron,
y tantos golpes ajenos
empezaron como buenos
a hacer un hoyo en mi calma
que goteando llevo mi alma
por donde piso terrenos.
Las desgracias llegan juntas
como gotas de aguacero,
y al clavarte el espinero,
penas y rabias te adjuntas
que luego, como dos yuntas
te escarban sin compasión,
destrozan tu corazón,
que si alguna vez fue tierno
ahora lo mueve un infierno
como su única razón.
Yo tuve alguna vez dicha,
propia de venezolanos:
un país lleno de hermanos,
por amor ¡muy buena ficha!
sin manías, sin entredicha
me amaron madre y hermanas
me siguen amando en ganas
y correspondo a su amor
y sé que es grande el clamor
de no verme en sus mañanas.
De las flores, la más linda
fue un regalo del creador:
una Violeta de amor
que en amor solo se brinda,
la esperanza a ella me guinda
como un ciego a una ilusión,
como un niño a una emoción;
solo quiero que en los días,
aunque no hayan alegrías,
ella esté en mi corazón.
Las otras cosas dejadas
también reclaman recuerdos:
el trabajo, los acuerdos,
mis libros, mis camaradas.
Hay anhelo en mis miradas
por los niños de mi escuela;
sus voces son una estela
en los mares de mi llanto,
son las fuerzas del quebranto
que me atizan la candela.
El mundo es una emboscada.
Su artillería es el dolor.
Su máscara, dulce amor
que hechiza con su mirada,
es un pez que alegre nada,
pero al sonreír de diente
lleva cortante lo hiriente
como tronar de cuchillo
que sin ponerle frenillo
te masacra pecho y mente.
Y así, cortado y cortante
la vida me va llevando,
a veces sin saber cuándo
seré más fijo que errante;
quiera Dios que en adelante,
y si mi suerte está echada
de penas, llantos… si en nada
mi destino es ir sufriendo,
lleve Dios mi alma sonriendo
aunque duela su mirada.
Jesús Pérez Soto
La primera imagen es de Pixabay y editada en Canva, los separadores fueron editados en power point igual que la foto final que es de mi autoría.
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