Vivía en un barrio sórdido de prostitutas , borrachos y rufianes. Un barrio peligroso donde siempre había trifulcas y peleas. Era tan pobre que no podía pagar nada mejor.
Trabajaba en una fábrica deshuesando pollo, por suerte en el turno de la madrugada. Así que llegaba a su cuarto cuando ya el barrio estaba más tranquilo.
Cuando la fábrica cerró a causa de una gripe que afectaba a los pollos, se agudizaron sus problemas. Al principio se pasaba el día en la ciudad buscando empleo. Pero la situación estaba muy difícil Cuando llegaba siempre se encontraba con la mirada del casero. Esa mirada la perseguía como un buitre ante su presa.
Un día el casero en un tono retorcido y perverso le dijo que si quería le resolvía un empleo. Ella rechazó su propuesta sin siquiera escucharlo. Imaginando el tipo de propuesta que sería. Los días transcurrieron y seguía sin conseguir empleo. Cuando llegó esa tarde estaba el casero esperándola en su puerta con otro hombre con cara de pocos amigos. Sus pertenencias yacían tiradas por el suelo. Me debes mucho dinero, te irás a trabajar con él, le dijo. Su instinto le dijo que corriera pero antes de poder hacerlo, ya el otro hombre la cargaba como un saco y la lanzo a un camión cerrado. Gritó, pataleo, lloró hasta que se quedó dormida. Cuando se despertó estaba atada por un pie a la pata de una cama. Su destino era peor de lo que había imaginaba. La habían vendido como esclava sexual. Atada a esa cama tuvo que soportar la sórdida necesidad de muchos hombres. Preguntándose cómo algo así podía suceder. Se dormía llorando todas las noches sintiendo el olor de todos esos hombres. Su cuerpo se debilitaba día tras día . No bebía ni comía por voluntad propia. Una noche sintió un alboroto inusual. Solo sentía puertas cayendo y voces que decían aquí hay una
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