La luz esclarecedora de la equivocación (en ciencia y en vida)

in #ciencia4 years ago

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Cuando uno dice que la investigación científica es como la vida misma de todos los días y circunstancias... plena de accidentes, de aciertos y errores, de extravíos y claridades, de certidumbres e incertidumbres, pues entra en contravía con la tradición que han establecido en la escuela secundaria y en los distintos niveles del posgrado, de asignar a ese trabajo tesonero de construir ciencia, características opuestas a lo recién referido. Sí. Es que si vemos la mayoría de los libros que aluden los rasgos definitorios de la investigación científica, nos hallaremos con declaraciones como las siguientes: "Es un trabajo riguroso y organizado de hurgar la realidad para explicarla por vía de la comprobación". "Es una labor sistematizada de escudriñar la realidad para lograr un conocimiento verificado"...

Bien. No nos enfrentamos a los criterios de que la labor de la cual aquí nos ocupamos halle en la realidad objetiva (fenómenos naturales y relaciones sociales) su objeto más importante, y elija la comprobación como el más diamantino de sus procedimientos disciplinarios; pero sí nos oponemos a la aludida visión de connotar tal labor como si el error, lo inesperado o sorpresivo, lo azaroso y otros elementos por el estilo resultasen impropios.

Claro; nadie va a investigar en plan científico con la intención expresa de equivocarse, pero pobre de aquél que tome linealmente en serio la aludida prédica de los manuales clásicos de "metodología de la investigación" los cuales, como dijimos, "premian" lo linealmente asertivo, inequívoco, al calor de casi sacar a patadas aquello que en algún grado lleve consigo azar, serendipias (situaciones sobrevenidas), equivocación...

Para la historia de la Filosofía del Conocimiento (vale decir, Gnoseología), por lo menos en Occidente, hay tres referencias incunables de todo lo aquí dicho... La primera tiene que ver con el planteamiento que formula aproximadamente en 387 a.n.e. Platón en un trabajo teórico dado en titular Diálogo entre Sócrates y Menón. El muchacho Menón solicita a un maestro -que Platón denomina "Sócrates"- que le oriente acerca de lo que significan la virtud, el conocimiento, la sabiduría... El maestro, en vez de responder inequívocamente entra en una serie de dilemas la cual, si bien confunden en alguna medida tal dialéctica, plantea sin tapujos una problemática de suyo interesante y, sobre todo, pertinente. Más o menos, tal movimiento de ideas se resume en lo que el sabio "Sócrates" (que Platón crea en su Diálogo), habría dicho. Nadie investiga sobre ese asunto, conociéndolo, dado que lo conoce; tampoco lo hace desconociéndolo toda vez que siendo así, ni siquiera sabría por dónde arrancar.

La segunda referencia histórica halla en el filósofo checo Karel Kosík su símbolo. A finales de los '60, en su obra genial Dialéctica de Lo Concreto, este filósofo plantea que el trabajo de investigar científicamente la realidad y el trabajo de exponer los resultados de tal labor, son distintos; encarnan características diferentes. En lo primero, resalta la arbitrariedad y he allí su interés; en tanto que en lo segundo, resalta la rigurosidad.

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Entre la arbitrariedad propia de toda indagación científica y la rigurosidad (históricamente provisional) de este escudriñamiento, se traza, pues, una dinámica dialéctica y en tanto dialéctica, fascinante.

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