¿Te has visto frente al espejo? [Cuento corto]

in #cuento6 years ago (edited)

A sus ojos les tomó un momento habituarse a la brutal luminosidad luego de deshacerse del vendaje que los cubría. De acuerdo con su reloj eran las 2:30 p.m. Estaba sólo en medio de la nada, en algún lugar que parecía ser un monte tupido de árboles con ramas tristes y hojas coloridas en el suelo de otoño. Luego de que los destellos de luz se borraran de sus corneas y que su cabeza dejase de dar vueltas, intentó pensar con claridad. ¿Qué había ocurrido antes de verse en esta situación?

«Dejé mi casa a las 3 p.m, lo que quiere decir que ya han pasado casi veinticuatro, apenas todo un día desde entonces; fui al trabajo como todos los días. Tuve una jornada normal. Al volver a casa yo… -entonces las imágenes se tornaron difusas- Vi a alguien, pero no lo reconocí, ¿o sí? Estaba vestido de… ¿negro? Es probable, casi no pude percatarme de su presencia. Como si una aura negra se formase al rededor. Y… Y ahora estoy aquí».

De pronto pensó que debía revisar sus bolsillos. Llevaba puesta una chaqueta fina de cuero negro, un herin blanco y pantalones vaqueros negros. Dentro de sus bolsillos se encontraban todas sus pertenencias. No le faltaba ni un sólo centavo de la billetera, y su documentación seguía en su lugar. No fue un robo. «¿Un secuestro?» pensó para sí. No todas formas, no tendría sentido dejarlo sólo en medio de un monte en quién-sabe-dónde. Al secuestrar a alguien hay una razón, algo que se desea, algo inmediato o que puede llevar su tiempo, claro. Encontró su teléfono celular en el bolsillo opuesto de la chaqueta dónde encontró su billetera. No había señal, ni siquiera podría usar el GPS para ubicarse. Genial. Luego de varios prolongados suspiros y de observar a su al rededor fijo en el mismo lugar donde había despertado. Procedió a revisar sus otros bolsillos. En el bolsillo trasero derecho de su pantalón encontró una tarjeta: «¿Quién eres realmente?» Pero qué dem… ¿Qué se supone que significa todo esto? Podía notarse que la tarjeta estaba escrita a mano con una caligrafía perfecta. Limpia. Uniforme. Daba placer ver estas letras puestas en un orden determinado para formar esas estúpidas palabras enceradas entre signos interrogativos que no lograba comprender. ¿Que quién soy?

Continuó mirando a su al rededor en búsqueda de algún camino marcado o algo que se le pareciese que lo dirigiera hacia la salida de ese lugar. No encontró nada. Decidió tomar rumbo hacia donde él creía que era el norte. Buscaría un riachuelo y seguiría la corriente.

Caminó durante una hora y parecía que cada vez se adentraba más en ese lugar. Escuchó un sonido, «¡Hola!» gritó con ímpetu y temor a su vez, «¡Hola! ¿Hay alguien ahí!» Su respiración se aceleró vertiginosamente. Lentamente divisó cómo cuatro lobos se acercaban hacia él, gruñendo y con miradas más que amenazadoras.

El miedo comenzó a recorrer su cuerpo de manera violenta, entonces los lobos iniciaron su carrera hacia él, éste respondió de igual manera pero en dirección contraria. No era más rápido que los lobos. Los caninos lo rodearon, pero dejando un lugar libre al frente para que él pudiera seguir corriendo. Parecía que lo guiaban. Lo desviaban de dónde él quería ir, ellos lo dirigían. Se convirtió en marioneta de ellos y hacía exactamente como mandaban.

De pronto se detuvieron, los lobos, pero él siguió corriendo casi que con los ojos cerrados. Se detuvo al oír un ladrido perteneciente a uno de sus titiriteros. Al volverse, tres de ellos estaban volviendo por donde habían venido mientras que uno de ellos, el dueño del ladrido, y al parecer también el líder de la manada observaba al sujeto.

Él observaba los ojos claros y feroces del lobo. Su mirada decía que había concluido con su tarea, «Ahora estás sólo».

¿De qué diablos se trataba todo esto? El lobo se volvió y alcanzó a su manada. Él decidió revisar su celular nuevamente. Aún no había señal y además tenía muy poca batería.

Siguió caminando por donde venía. Inclinó la cabeza hacia un lado y frunció las cejas al contemplar la imagen que se desplegaba ante él.

Espejos.

Muchos de ellos formando un semicírculo. Al acercarse solamente podía verse a sí mismo. Sólo en ese lugar, confundido y asustado. Encontró otra tarjeta, esta vez de mayor tamaño, entre las hojas del suelo:

«Mírate bien… ¿Quién eres realmente?»

ESCRITO POR GERALDIN DALTO, 31 DE ENERO 2018.

Enlace a la historia en web externa: https://wp.me/p9BAtX-r