Sobre como el amor cambia las situaciones y experiencias

in #ecencylast year


Nuestro cerebro libera de forma espontánea unos neurotransmisores que mejoran y potencian nuestro estado anímico y parece ser que igual sucede con las plantas, los animales y los seres vivos en general.
Cuando se trata del amor hacia una persona, la experiencia es muy parecida a unos “fuegos artificiales biológicos”. Es decir, nuestro ritmo cardiaco se potencia y los niveles de oxitocina (conocida como la hormona del amor) aumentan hasta hacernos sentir eufóricos, y además con la sensación de creernos conectados con una persona o ser vivo en especial.
Pero el amor se expresa de múltiples maneras: hacia nuestra madre, nuestros hermanos, los amigos e inclusive hacia nuestras mascotas. Pero también hacia todos los seres vivos, como lo son los animales (las mascotas son la prueba irrefutable de que esta situación suele pasar). E inclusive hacia las plantas, por la misma razón de que son seres vivos.
La historia de este post nos habla de las rosas, el agua, el sol y el amor de una abuela hacia su nieto adorado y hacia sus arbustos de rosas.
La historia de las rosas de Luisa Rosa

Mi abuelita paterna se llamaba Luisa Rosa, pero todos, o casi todos sus nietos e inclusive familiares, vecinos y amigos le decíamos Mamá Luna.

En las noches se sentaba apoyada en una pared de la cocina que daba a un patio con rosas y jazmines que resguardaba una enredadera de florecitas blancas que lanzaban su penetrante y seductor perfume hasta el frente de la casa en la calle Ayacucho de Maracaibo.

Mamá Luna amaba sus rosas, por su belleza y su aroma, porque las plantas son seres vivos y porque además se las habían regalado sus hijos en distintas ocasiones como en su cumpleaños o en el día de las madres.

Mi abuelita paterna se llamaba Luisa Rosa, pero todos, o casi todos sus nietos e inclusive familiares, vecinos y amigos le decíamos Mamá Luna.

En las noches se sentaba apoyada en una pared de la cocina que daba a un patio con rosas y jazmines que resguardaba una enredadera de florecitas blancas que lanzaban su penetrante y seductor perfume hasta el frente de la casa en la calle Ayacucho de Maracaibo.

Mamá Luna amaba sus rosas, por su belleza y su aroma, porque las plantas son seres vivos y porque además se las habían regalado sus hijos en distintas ocasiones como en su cumpleaños o en el día de las madres.

Una mañana la vi hablándole a una de sus plantas, y como yo no entendía, me acerqué y le pregunté porque le hablaba a una planta… asustado le pregunté si se había vuelto loca. Volteó y con una mirada luminosa y dulce me dijo:

“Yo le hablo…porque ella está viva y si se porta mal y no me da rosas, después de tanto regarla, la reprendo!”

Mis ojos desorbitados se volvieron neblina cuando me dijo:

“Si regándolas y cuidándolas, ellas se portan bien y me dan rosas yo las felicito, las acaricio y les agradezco su florido obsequio”.

Varios días después y otra vez en una mañana radiante y luminosa la vi desde el pasillo de la casa con patio central con unas tijeras que a mis 5 o 6 años las veía muy grandes y peligrosas. Sonaban cada vez que ella cortaba una rama de la planta de rosa y su sonido era aterrador.

Pero, a pesar del terrorífico sonido metálico me acerqué confiado –ella me amaba y yo la adoraba- y aun cuando estaba asustado y confundido le pregunté por qué las cortaba si las regaba y las cuidaba…

Con una paciencia extraordinaria me respondió:

“Después de que crece, florece y se caen sus pétalos cargados de un dulce aroma, hay que cortar cada rama…para que el tallo se ponga fuerte, salgan hojas nuevas y con amor, agua y mucho sol nos regale rosas otra vez”.

Aprendí con Mamá Luna que el sol y el agua son necesarios para vivir y que el amor hace todo posible. Que con una buena disposición y actitud puedes cambiar acciones e incluso actitudes y experiencias en tu experiencia de vida y en la de los demás.
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#Rosas #Luisa #Amor #Situaciones #Experiencias #Abuela

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Bonita historia, se nota el amor a su abuelita Luisa Rosa, gracias por compartirla @otherman

Gracias Manclar!