Menudo Regalo de Navidad

in #fanfic7 years ago (edited)

Esta es un fanfic de harry potter lo hice hace mucho, y bueno quería compartirlo con ustedes..

Menudo Regalo de Navidad


Una castaña paseaba por las calles de Hogsmeade con los ojos hinchados sus rizos alborotados que daban la impresión de haberse acabado de despertar, y así fue ya que no había salido de su habitación en toda la tarde. Pensaba en aquellas palabras que la habían herido en lo más profundo. Las palabras de su ''novio'' la carcomían, recordaba cada una de las sílabas con las que había entonado su oración, oración que le daba punzadas en el pecho cada vez que la recordaba.

Hermione caminaba rápidamente por los pasillos de Hogwarts dirigiéndose a los jardines para encontrarse con Harry y los demás, iba tarde.

― Mione, espera— gritó Ron a lo lejos, ésta al verlo acercarse le besó rápidamente los labios.

― ¿Qué quieres, amor?— preguntó la castaña sin apartar sus brazos del cuello del pelirrojo.

― Hermi… necesito… mmm...— dijo entrecortadamente desprendiéndose de los brazos de Hermione—. Necesitamos hablar —Hermione notaba en su rostro tristeza y confusión, desde ese primer beso que se dieron durante la guerra ella se enamoró profundamente de ese pelirrojo y ya desde antes conocía muy bien que hacia él cuando estaba tenso.

― Dime— la castaña estaba desesperada ya que este se detuvo y no continuó.

― Hermione…—sabía que usando ese tono le iba a decir algo importante—. Tú sabes que yo te quiero mucho, pero me he dado cuenta éstos días que en verdad te quiero como una hermana y no sé si desear más de ti, esos lindos momentos que pasamos juntos fueron hermosos pero creo…— paró, en esos momentos no sabía que pensar, si pedirle súplicas y perdón a ella o secarle las lágrimas ya que éstas rodaban con abundancia en sus mejillas y caían levemente por su cuello—, creo… creo que sigo amando a Lavander.

Después de que él había dicho esto nadie habló sólo callaron. Esa atmósfera tensa duró un muy largo rato. Ron sabía lo que pensaba la castaña ya que veía en su rostro la tristeza y agonía de ésta. Dejándola pensar decidió irse, él ya sobraba ahí, no quería seguir viendo esas lágrimas que sabía que eran culpa suya, que estaba cometiendo un error al librarse de la mujer que ama solamente porque otra chica esperaba un hijo de él, y éste sabía que si le decía la verdad ella se distanciaría más de él. Él le pidió que fueran novios después de la guerra hace 5 meses, Lavander tenía 3 meses de embarazo él lo supo ya hace un mes y no se lo había querido decir a la chica, no quería destruirla porque si sabía que él la había engañado jamás hubiese querido ser su amigo de nuevo.

Ella ya no deseaba ir con sus amigos, porque él iba a estar allí. No deseaba hablar, porque sabía que se derrumbaría. Sólo le constaba una cosa, Ron ya no era más su novio. Rápidamente corrió por los pasillos, sus pies la llevaban hacia un lugar que desconocía, no podía ver a donde se dirigía y a pesar de todo no quería saber nada, solamente quería desaparecer. No vio cómo, pero ingresó a un pasillo que desconocía.

Siguió corriendo y en eso uno de los retratos se abrió. Ella deseaba escapar así que se internó en ese oscuro pasadizo para luego aparecer en un túnel que nunca había visto y al ver la poca luz que estaba al fina salió y se encontró en una pequeña plaza. Estaba segura que estaba en algún lugar de Hogsmeade pero no sabía dónde exactamente. Dándose cuenta que estaba perdida corrió sin parar

La nieve no la dejaba correr mucho, pero trataba de ir lo más rápido posible hasta que chocó con un cuerpo fornido. No había alzado su rostro pero cuando se apartó de él toco sus pectorales y notó que estaban bien definidos. Alzó poco a poco la vista rezando para que no fuera Ron, y lo vio, ese chico, su peor enemigo, el chico que le había sido imposible su vida desde que puso un pie en Hogwarts.

— ¿Malfoy?— dicho esto el blondo se alejó un poco de la castaña y la miro detalladamente sin vergüenza alguna de arriba abajo, se detuvo en su rostro que estaba hinchada pero eso no le quitaba en lo más mínimo lo atractiva que se veía con esa nueva apariencia. "Es imposible que esa impura pueda verse tan bien", pensó el joven rubio.

Hermione había cambiado mucho en los últimos años. Para comenzar, Ginny le dio una poción alisadora a comienzos de año y ésta no tuvo más opción que ponérsela porque odiaba ver a su amiga enfurecida; sus camisas eran algo ceñidas al cuerpo y dejaban notar su hermosa pero no tan estrambótica figura; se dejaba la corbata un poco suelta dejando ver los 2 botones desprendidos de su camisa, donde se le podían ver el nacimiento de sus senos; su falda era un poco más corta y dejaba ver las piernas largas y trigueñas de la chica.

Ella al darse cuenta no quiso quedarse atrás pues reparó que el ojigris se dejaba 3 botones desprendidos de la camisa y su corbata estaba totalmente suelta, se le podía ver el fino cuerpo de adonis que sostenía el blondo; vio un poco más arriba, hacia su refinado rostro, sus cabellos platinados estaban muy despeinados y al detallar más sus ojos plata notó lo hermosos que eran, ella sabía cuánto había cambiado porque sus compañeras de cuarto no dejaban de hablar de él con cierto descaro, en sus fríos ojos metales pudo ver la confusión con que la miraba; en sus labios finos y levemente rosados apareció una de sus sonrisa de medio lado que lo hacían ver más sensual de lo normal. "¿Qué me está pasando, yo Hermione Granger pensando de ese modo por esa serpiente?, yo definitivamente no debería estar pensando así y más ahora que…".

— ¿Granger? —la ojimel no se había percatado pero una lágrima bajo por sus mejillas, Draco decidió quitarle la lágrima con uno de sus dedos, delicado como si temiera que ella pudiera romperse en cualquier momento—. ¿Qué te pasó? ¿La comadreja te hizo…? —la castaña no le dejo terminar pues salió corriendo rápidamente, no quería hablar de eso y menos si él se iba a burlar de ella, de su sufrimiento.

Cuando creyó estar sola se dejó caer en la nieve abrazando sus piernas. Lloró todo lo que pudo, trató de sacar toda su agonía con simples lágrimas pero, simplemente, no era suficiente. Al poco rato sintió unos fuertes brazos que la abrazaban, la protegían. Se dejó abrazar y un delicioso aroma penetró su nariz, adoraba aquella fragancia, tranquilizante y totalmente maravilloso. Menta, en definitiva era menta. Sabía de quién era esa esencia, aquel olor que adoraba pero a la vez repudiaba. La menta, su mayor enemigo y a la vez su más atemorizante tentación. Decidió abrazarlo, se sentía bien estar entre sus brazos. Ya no lloraba pero sollozaba levemente. Se quedaron en aquella posición por un rato más hasta que Hermione se fue quedando dormida en brazos de protector, salvador.

Al despertar, la castaña se encontró en una fina cama con doseles en el que las cortinas, ocultando la vista al exterior. Estaba envuelta en unas sábanas de seda color verde y plata en vez de los llamativos rojo y dorado de su casa; notó las suaves almohadas y reparó que no estaba en su cama. "¿Qué hago yo en la cama de un Slytherin?". Varios segundos después recordó que se había dormido en brazos de Malfoy, ''No, no puedo estar en la cama de ese hurón, aunque debo admitir que es un hurón demasiado sexy", pensó y al darse cuenta de lo que había pensado se recriminó. No sabía cómo iba a hacer para salir de aquella habitación sin despertar a los compañeros de Malfoy, seguramente todos estarían dormidos a pesar de que ella no escuchaba las respiraciones acompasadas de los demás en esa recámara. Las cortinas se abrieron lentamente dejando ver la silueta de un despeinado chico con sus ojos grises centelleantes. Malfoy traía consigo una bandeja con una cena espectacular, con postre y un delicioso jugo de naranja.

— Aquí tienes un poco de comida ―decía nervioso el blondo, mientras acercaba la bandeja hacia la castaña.

— Gracias ― dijo la ojimel algo tímida recibiendo la bandeja y picando un trocito de su plato para luego llevárselo a la boca.

Hermione no sabía lo que ocurría pero por una vez en su vida no le importó. No le importó estar a manos de su enemigo, a su merced. Vio que él miraba distraídamente la ventana y pudo notar que en verdad no era de noche si no una hermosa mañana se alzaba ante sus ojos. Era sábado por lo que no quiso preocuparse, no le importaba haber amanecido en una cama que no era la de ella, ni una habitación que no le pertenecía en ese momento quiso verlo a él. Sus ojos perdidos en algún lugar remoto fuera de la ventana, su postura que se antojaba increíblemente sexy y su cabello platino era lo que no hacia destacar aún más de lo que ya se destacaba. Draco Malfoy era apuesto pero su personalidad con los demás lo hacía ver distante, frío.

— ¿No te gustó? —preguntó el ojigris levemente preocupado. Ella no se había dado cuenta que él la estaba mirando atentamente y que por estar detallándolo no había estado comiendo.

— Sí, está muy rico… ¿Quieres un poco? Es demasiado para mí —espetó con una pequeña sonrisa en sus labios rosados.

— No creo que deba…

— Ven, no voy a morderte —le interrumpió la chica con una sonrisa un poco más grande.

A la final, Draco decidió sentarse a un lado de Hermione y entre una que otra broma terminaron el desayuno que había traído el joven rubio. Nadie hubiera creído que Draco Malfoy y Hermione Granger pudieran tener una conversación amigable sin insultos, o tratar de matarse mutuamente. De repente, se acordó que ese día era especial.

— Feliz Navidad —susurró sin más mirando a Malfoy a los ojos. Una sonrisa apareció en los labios de ambos.

— Feliz Navidad —le susurró él devuelta con una sonrisa un poco más grande.

Ambos sintieron como algo llenaba el ambiente y cuando alzaron la cabeza se dieron cuenta que un pequeño muérdago había aparecido justo arriba de ellos. Se miraron, un tanto incómodos.

— Creo que debo ir… —pero no pudo terminar la oración porque sintió unos finos labios encima de los suyos.

El beso fue tierno. Cualquiera que no los conociera y viera aquella escena pensaría que estaban profundamente enamorados. Sus labios danzaban en armonía, en una sincronía difícil de seguir pero fácil de ver. Ambos había cerrado los ojos al tiempo que sus labios se juntaban, ambos estaban sintiendo lo mismo. Sentían que en su ser no faltaba nada, que estaban completos, que no necesitaban de nadie ni nada más, solamente ellos. Hermione puso sus manos en la nuca de Draco para profundizar el beso, mientras éste la abrazaba desde la cintura con dulzura, haciendo que ella se sintiera segura estando con él. Al terminar el beso se separaron lentamente mirándose a los ojos.

— Disculpa, no debí… —pero fue interrumpido, nuevamente, por Hermione que lo beso otra vez y él le correspondió a gusto.

— Menudo Regalo de Navidad —susurró Hermione encima de los labios de Draco una hermosa sonrisa. Se volvieron a mirar y se fundieron en un tercer beso. Los primeros de muchos otros.

Carla Castro