Tema:
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Siempre uso mi armadura. No la limpio cuando termina el día, la dejo que quede manchada y marcada por las batallas que acontecieron. Marcada queda y es única. Es mía, pero si te interesa te la presto. Yo no tengo precio, pero mi coraza se vende al mejor postor. Es cómoda, abrigada y versátil. En 10 segundos puede discernir el panorama y ajustarse de la mejor manera posible según los peligros que le presente.
Pero aún así, nunca me protege de nada. Absorbe todo y me hace pensar que estoy a salvo, pero de todas maneras todo se filtra. Los golpes, las flechas, las palabras. Encuentran las rendijas y después de marcarla, me marcan a mi, en mi piel, mi segunda armadura, y en mi historia, la tercera.
No pretendo estar protegido. Hace años dejé de intentarlo. Me lanzo al campo a recibir los azotes y los visto con orgullo. Ya espero que sea mañana para ser golpeado nuevamente. Nada me da tanto placer como saber que estoy con vida, pues, si no me golpeara aunque sea el viento de la brisa que entra por mi ventana, ¿cómo podría estar seguro de que no pasé a mejor vida mientras dormía?
No me esperes del otro lado si quieres verme sin armadura. Te invito un trago, una almohada y música para que nos sintamos a salvo. De vernos sin nada. De vernos con todo. De vernos. Sin todo.
No me apures, ya me visto. Andá preparandote para la próxima batalla.
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