En la simplicidad de una sopa hecha en casa, se encuentra un refugio reconfortante. A veces, no hay nada mejor que un sancocho, cocinado con amor y compartido junto a la familia. Aunque no estemos en el río, cada cucharada es un recordatorio de lo que realmente importa: la calidez de los momentos compartidos y el sabor de la conexión familiar. En cada bocado, celebro la vida y la compañía de quienes más amo.
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