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Que tan buena será tu despedida cuando dejas el amargo sabor de la partida, además de la ausencia prolongada en las noches, el día y en la piel...
piel dulzona y blanca, esa que sudó mientras me amaba y sentí como fuego en mis labios, piel ardiente y respondona...
cuantas veces, sumergido en ella, ahogué un grito producto de la pasión desbordada por la dulce y ardiente presencia de la mujer amada, sin o con sentido...
Te fuiste...
bien por ti, pues te liberaste de la esclavitud de ser, tú, la real para irte a, el anularse y vivir en el mundo donde se encuentran los culpables con sus culpas y su aplastante silencio de lo más profundo y verdadero de sus vidas...
cobardes los que saben vivir y no viven porque el miedo a descubrirse le hiela la sangre y paraliza por completo...
vencidos por ellos mismos!!...
y vivirás con la pena de no ser la verdadera, la que a solas se recrimina al reflejar su rostro al espejo y no se reconoce como tal, pues se asusta de ella misma en sus encuentros ocultos, fingir, sólo engaña a los demás, no al corazón desnudo de esta hora, encuentro no tan deseado...
el miedo es libre y quien lo agarre es de él...
el carnaval de la vida es así...
se esconde la verdad amarga, detrás de trajes y máscaras, de posturas engañosas, de renuncia, hasta, a la vida...
nada personal...
