Un río bajando con el encanto de su aroma, una mecedora tejida en mimbre de seda y un árbol que pinta sus canas de verde esmeralda, son parte del escenario que día a día abre los brazos a Tom, un anciano de excelsa sabiduría que ante el pasar de los años ha sabido triunfar, y ahora sigue librando una dura batalla con un cáncer que cada vez más parece mermar la luz de su existir.
Todas las mañanas, Tom se levanta y se sienta en su cómoda mecedora, esa fiel amiga que desde niño marcó muchas experiencias en su vida. Con nostalgia, el anciano mira el recorrido de un río que jamás parece cansarse, mientras en su mente fluyen las aguas de aquellos momentos que ahora anidan en sus recuerdos. Cada mañana Tom sale agradecido por lo vivido, y al final del día regresa a su casa pensando si aquello será su último atardecer.
Debajo de la sombra cálida y afectiva de aquel gigante vestido de verde, Tom rememora muchas épocas de lo que fue su vida, y entre sonrisas que se cruzan con suspiros y lágrimas, nuestro amigo desea con mucho fervor experimentar una vez más todas esas emociones que ahora solo viven en sus pensamientos. “Daría todo lo que resta de mi existencia por un sol y una luna que me recuerden el color de mis sentimientos” susurró Tom con un tono seco y afligido.
Y así llegó un nuevo día para Tom, quien camino hacia su lugar favorito no dejaba de pensar en cuando llegaría su trágico final, y de pronto en medio de su meditación logró ver a distancia una extraña figura que parecía estar sobre su mecedora. Se trataba de un pequeño cordero que mansamente se posaba y mecía irradiando paz y armonía. E inmediatamente una chispa encendió la ternura que de pequeño Tom había disfrutado y la cual lo transportaba directamente a su infancia, etapa en la que compartía y se divertía con los animales que su padre tenía en la granja.
Entonces en medio de aquella tertulia apareció un nuevo visitante, muy distinto al primero y con la ira salvaje de un toro indomable. Al verlo, Tom sintió miedo, pero después de unos segundos hizo frente al enfurecido animal, a quien luego de despistar Tom empezó a enfrentar, corriendo sin parar mientras aquel animal lo perseguía. No parecía un anciano huyendo de tal acecho, más bien lucía como un joven temerario lleno de osadía y valor. Tom corría más y más rápido, de modo que sus pies apenas rozaban el suelo, y en un parpadeo ya Tom alzaba vuelo y ahora no corría sino que empezaba a volar.
Así la felicidad de Tom era tan grande como el mismo cielo, y se sentía en la cima de todas sus emociones, se lanzaba en picada y volaba por encima del árbol y del río, siendo dueño y amo de todo lo que a su alrededor se encontraba. No eran truenos ni relámpagos, era la risa de un anciano que parecía un simple muchacho alcanzando las nubes con solo extender sus manos.
Después de muchas piruetas y proezas aéreas, aquel anciano miró hacia abajo, y al ver su rostro reflejado en el río, sintió nostalgia y melancolía por las cosas que ahora sentía. Y de esta forma Tom ancló su vuelo en el puerto de la tristeza, y reflexionó en lo que hizo y dejó de hacer con sus años de vida, y fueron tantos los proyectos que en el olvido se esfumaron que Tom oscureció su semblante en la noche de sus anhelos extraviados.
Y en la densa meditación de su corazón, Tom sintió drenar sus sueños y deseos por el filtro de su tristeza, y desde el ocaso hasta el amanecer nació la esperanza de un anciano que hasta ayer solo esperaba su última morada, y así en solo un día Tom nuevamente experimentó las huellas que sus más profundos sentimientos marcaron su vida en algún momento. Con esto, la ternura y la felicidad tocaron a su puerta con intensidad una vez mas, y el miedo hizo una invitación al valor de un alma temeraria que solo dormía, la alegría sembró sus colores en los latidos de todos sus recuerdos, y la tristeza fue la sabia consejera que asintió la ansiedad de un noble anciano que tuvo otra oportunidad de sentirse vivo a través de todas sus emociones.
Desde entonces Tom sale con la primicia del sol para un nuevo día, y ahora ya no hay temor con la llegada de un atardecer, porque ahora la luz de toda esperanza yace en el lugar más importante de su inmenso corazón.
Gracias por darle valor a esta publicación con tu tiempo y atención.
Hasta pronto.
A river flowing down with the charm of its aroma, a rocking chair woven in silk wicker and a tree that paints its gray hair in emerald green, are part of the scenery that day by day opens its arms to Tom, an old man of sublime wisdom that over the years has managed to triumph, and now continues to fight a tough battle with a cancer that increasingly seems to diminish the light of his existence.
Every morning, Tom gets up and sits in his comfortable rocking chair, that faithful friend that has marked many experiences in his life since he was a child. With nostalgia, the old man looks at the course of a river that never seems to tire, while in his mind flow the waters of those moments that now nestle in his memories. Every morning Tom goes out grateful for what he has experienced, and at the end of the day he returns home wondering if this will be his last sunset.
Under the warm and affectionate shadow of that giant dressed in green, Tom remembers many times of his life, and between smiles that cross with sighs and tears, our friend wishes with great fervor to experience once again all those emotions that now only live in his thoughts. "I would give all that remains of my existence for a sun and a moon to remind me of the color of my feelings" whispered Tom with a dry and distressed tone.
And so came a new day for Tom, who on his way to his favorite spot kept thinking about when his tragic end would come, and suddenly in the midst of his meditation he caught a glimpse of a strange figure in the distance that seemed to be on his rocking chair. It was a small lamb that meekly rested and rocked, radiating peace and harmony. And immediately a spark ignited the tenderness that Tom had enjoyed as a child and which transported him directly to his childhood, a time when he shared and had fun with the animals that his father had on the farm.
Then, in the middle of that gathering, a new visitor appeared, very different from the first one and with the wild anger of an untamed bull. When Tom saw him, he was afraid, but after a few seconds he confronted the enraged animal, whom Tom began to confront, running without stopping while the animal chased him. He did not look like an old man running away from such a stalk, but rather like a reckless young man full of daring and courage. Tom was running faster and faster, so that his feet were barely touching the ground, and in the blink of an eye Tom was taking flight, and now he was not running but flying.
Thus Tom's happiness was as great as the sky itself, and he felt himself at the height of all his emotions, swooping and soaring over tree and river, being master and master of everything around him. It wasn't thunder or lightning, it was the laughter of an old man who looked like a simple boy reaching for the clouds by just stretching out his hands.
After many pirouettes and aerial prowess, that old man looked down, and seeing his face reflected in the river, he felt nostalgia and melancholy for the things he now felt. And so Tom anchored his flight in the harbor of sadness, and reflected on what he did and did not do with his years of life, and there were so many projects that vanished into oblivion that Tom darkened his countenance in the night of his lost longings.
And in the dense meditation of his heart, Tom felt his dreams and desires drain through the filter of his sadness, and from sunset to sunrise the hope of an old man who until yesterday only awaited his final resting place was born, and so in just one day Tom again experienced the traces that his deepest feelings once marked his life. With this, tenderness and happiness knocked at his door with intensity once again, and fear made an invitation to the courage of a reckless soul that only slept, joy sowed its colors in the beats of all his memories, and sadness was the wise counselor that nodded the anxiety of a noble old man who had another chance to feel alive through all his emotions.
Since then Tom goes out with the scoop of the sun for a new day, and now there is no more fear with the arrival of a sunset, because now the light of all hope lies in the most important place of his immense heart.
Thank you for adding value to this publication with your time and attention.
See you soon.
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Hola amigo @cajiro, deseo hayas paasado un Feliz Año Nuevo 2023 con familiares y amigos, donde tus deseos se hagan realidad. Hermosa historia, que bello que el Señor Tom venció sus miedos, eso lo hace libre. Y la mecedora se ve acogedora. Que estés bien.
Hola amiga @dorytagil2022 😊👋👋
Gracias por esos hermosos deseos e igualmente mucho éxito para ti 👏👏👏
La historia de Tom también nos enseña que nunca es tarde para vivir nuestros sentimientos y emociones de una forma muy especial 👍
Saludos 😀👋
Que hermosa historia, aunque me hizo sentir una brisa fría en mi corazíon al pensar en los años en que la nostalgia y los recuerdos ocupan la mayor parte de la vida, cuando ya las fuerzas nos dejan y la esperanza de vida disminuye, pero a la vez me alienta a saber que siempre hay una esperanza a la cual aferrarse. Por un momento pensé en un trágico final, pero afortunadamente no fue así. Gracias por tu tiempo @cajiro y también por compartir tu inspiración 🤗🌷.
Gracias a ti amiga @marbrym por esa hermosa reflexión que extraes de este relato. Me alegra que lo hayas disfrutado 😊 Saludos para ti 👋👋👋
Amigo @cajiro que tengas un bello año 2023 lleno de bendiciones infinitas y mil éxitos, colmados de salud, vida, properidad, paz, amor, felicidad, abundancia, toda la buena vibra y lo mejor del mundo.🤗😘🥰✨
Muchas gracias por tus bonitas palabras y buenos deseos amiga @dayadam ☺️🤗🤗 El mayor de los éxitos para ti también 👏👏👏
Muy emotiva tu historia, de verdad nos hace reflexionar.
Me alegro que hayas disfrutado de este relato amigo @vicrivasr 👍 Gracias por tus palabras 👋👋