El lado oscuro del juramento: Cuando la vocación se topa con el maltrato

in Aliento3 months ago

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Siempre quise ser médico. Desde niña me fascinaba la idea de aliviar el dolor, de curar enfermedades, de ser un faro de esperanza en la oscuridad. Por eso, cuando llegó el momento de elegir una carrera, no dudé ni un segundo: Medicina, y aunque al inicio no entendia el porque de mi desicion, hoy por hoy, despues de todo lo vivido, entiendo mi vocacion, pero pese a ello, por vocacion no voy a justificar muchas cosas a las que te sometes durante la fromacion como galeno.

La residencia es una montaña rusa de emociones. Alegría, frustración, miedo, orgullo, tristeza... Pero también, y esto no se cuenta mucho, maltrato.

El paciente, ese desconocido

Con el tiempo te das cuenta que el paciente no es el ser humano agradecido que espera un milagro. En ocasiones puede convertirse en un ente agresivo, frustrado, que descarga su ira en el primer uniforme que se cruza en su camino.

Recuerdo a una madre desesperada cuyo hijo recién nacido se debatía entre la vida y la muerte. Entendía su angustia, pero no su derecho a insultarme, a humillarme, a amenazarme con denunciarme por negligencia, he incluso los golpes que le dio a la adjunto de guardia.

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Compañeros, ¿amigos o enemigos?

El ambiente laboral no siempre es el más sano. La competencia, el estrés, la falta de sueño... Todo se conjuga para crear un caldo de cultivo tóxico donde el residente es el eslabón más débil, y mientras menor es tu jerarquia, peor te va. Recuerdo a un adjunto que disfrutaba haciéndonos sentir inferiores, que nos ridiculizaba en público, que nos asignaba tareas humillantes. Y a esos compañeros que, por miedo o conveniencia, se sumaban a sus ataques. Porque la excusa siempre es "es que en mis tiempos me hacian esto, y por eso yo soy asi ahora".

El burnout, ese monstruo silencioso

El maltrato, sumado a las extenuantes jornadas laborales, la falta de sueño y la presión constante, me llevaron al borde del abismo. El burnout, ese síndrome de agotamiento extremo, se apoderó de mí. Perdí la pasión por la medicina, me volví cínico, irritable, distante. Ya no sentía empatía por los pacientes, solo quería que terminara mi guardia para poder dormir. De alguna manera todo lo que un dia me llenaba de luz, ahora solo me hacia sentir tristeza, soledad y rabia, sobre todo rabia....

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La gota que derramó el vaso

Una noche, un recién nacido llegó a urgencias con un cuadro grave. Los padres, desesperados, exigían que lo curáramos de inmediato. Hicimos todo lo posible, pero el bebé no respondía. La furia de los padres se desató. Nos gritaron, nos insultaron, nos amenazaron con demandarnos. Pero lo peor fue cuando el padre, en un arrebato de ira, golpeó al adjunto de guardia directo en la cara.

Esa noche, sentí que mi vocación se resquebrajaba. Me pregunté si realmente valía la pena seguir soportando tanto maltrato por un trabajo que, en lugar de llenarme de satisfacción, me estaba consumiendo por dentro. La mayor frustracion era que al contar lo sucedido a las autoridades pertinentes, la respuesta es la misma de siempre, culpar al residente en cuestiòn. Justificar el maltrato de ese familiar, lo siento pero entre los valores que me inculcaron en casa, la violencia no se justifica bajo ninguna circunstancia.

No estás solo

Si te sientes identificado con esta historia, quiero decirte que no estás solo. El maltrato en la residencia es una realidad que muchos médicos sufren en silencio. Pero no tienes que soportarlo. Busca ayuda, habla con tus compañeros, denuncia la situación. No permitas que el maltrato te robe la pasión por la medicina, las cosas fuera del hospital son completamente distintas. La residencia pasa, la especialidad te dura toda la vida, o al menos eso es lo unico que me motiva a continuar cada dia, ya estando en la recta final.

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La luz al final del túnel

A pesar de todo, sigo creyendo en la medicina. Sigo creyendo en el poder de curar, de aliviar, de acompañar. Y aunque el camino sea difícil, sé que al final del túnel siempre hay una luz de esperanza.

NOTA IMPORTANTE: Todas las fotografias son de mi propiedad tomadas desde mi dispositivo movil IPHONE 12

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Muchas gracias por compartir tu historia. Es cierto que pensamos a veces que los médicos no sienten ni padecen, olvidamos que sñdeben alimentarse, que sufren por sus guardias, incluso que también se enferman. Historias como la tuya nos ayudan a sensibilizados y respetarles más.
No te desanimes, sigue adelante. Un fuerte abrazo.

Mucha suerte en tu odisea hacia la pediatria Marijo!

Muchas gracias, saludos y un fuerte abrazo!

Por eso se dice siempre que hay que ver las dos caras de la moneda. Gracias por contar tu experiencia. Ánimo.
!INDEED