EL BURRO POLÍTICO
Un burro sin ilustración ninguna,
después de la campaña electoral,
por uno de esos golpes de fortuna
obtuvo una curul de concejal.
En este nuevo rol, el dicho equino,
que tan solo entonces rebuznado había
comenzó a hablar con un lenguaje fino
y la gente entusiasmada lo aplaudía.
Hablaba. Solo hablaba el concejal
en cualquier lugar donde estuviera,
y aunque ¡lo juro! que hablaba mal
siempre tenía quien lo aplaudiera.
Eso es lo bueno, digo yo, de ser
un político muy fino y muy nombrado,
pues rebuzna y como tiene poder
lo aplauden cual si hubiera relinchado.
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Dibujo y texto de Tomás Jurado Zabala
Gracias por sus amables lecturas
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Cualquier similitud con la cotidianidad es simplemente coincidencia artística. ja, ja, ja
Es impresionante como existen tantos burros políticos, pero eso no es desde ahora, su presencia está desde hace mucho tiempo, lo interesante no es que la existencia misma del burro político si no de quienes lo escuchan y aplauden sin cuestionarse que si lo que dice el burro es la realidad.