Original image | Edited with PhotoScape«Un libro puede ser agradable con muchas imperfecciones y enojosísimos sin un defecto.»
«A book can be nice with many imperfections and very angry without a defect.»
— Oliver Goldsmith
ESPAÑOL
DR. JOHN BATISTA, HIPNOTISTA II
Aún sigo en la incandescente travesía de encontrar el origen del ser humano en el subconsciente. Desde mi último experimento, el cual, provoqué los desenfrenados deseos por saborear la sangre de venganza en una de mis pacientes, me hizo pensar que esta falta de control conllevaría a una serie de infortunios en que la humanidad estaría envuelta en calamidades.
Realicé minuciosamente más estudios descuidando asimismo mi labor en el consultorio. Entraba desde la mañana hasta muy tarde en la madrugada sumido en investigaciones antiguas y excluidas por la misma Sociedad Mundial de Psicólogos, ya que dichos ensayos y tesis fueron descartados por la gravedad de sus aseveraciones.
No pude quedarme de otra manera sino encantado por la magnificencia que cada párrafo exponía. Y entre palabras que parecían códices para poder penetrar a diferentes portales de la mente, encontré un método que permitiría al usuario explorar en los terrenos más oscuros del subconsciente.
Se trataba de una técnica hipnótica que dejaba las funciones neuronales completamente apagadas, incluso, permitía a su acreedor activar o desactivar cualquier parte del cerebro que se le antojase. Era una técnica muy avanzada que funcionaba con el uso del tacto. Dependiendo de la respuesta del estímulo de la persona, se podía llegar a este punto y así, poder manipular su sistema neurológico al antojo.
Realizar este tipo de técnica estaba prohibido debido a que podía causar la muerte en el individuo. Obtuve conocimiento de ella gracias a un amigo fascinado por las culturas oceánicas. Viajó por distintas ciudades de aquel extremo del mundo y en una de sus paradas en la ciudad de Bali, conoció a un doctor en neurociencia de quien obtuvo estos conocimientos por medio de ensayos escritos a mano.
Según lo que me contaba mi colega, el sujeto era un investigador empedernido como yo. Tenía ese afán inconmensurable de llegar hasta los rincones más inhóspitos y contemplativos de la mente humana. Me otorgó dichos escritos después de volver de su viaje de Indonesia, como un regalo, puesto que sabía que yo estaría más interesado. ¡Válgame Dios que así fue!
Los primeros días pasé horas sin bebida ni alimento pegado a esas vetustas 168 páginas. Tenía la dicha de que estaban escritas al idioma inglés, el cual manejaba muy bien. Leía meticuloso cada párrafo y, si no entendía algún argumento, lo investigaba por otro medio buscando respuestas exactas, aunque eso me quitara más tiempo de lo normal.
Después de semanas de prepararme puliéndome con aquella joya, pensé que ya estaba listo para poner en práctica mis nuevos conocimientos.
A mi consultorio había llegado un paciente que califiqué como el indicado para emplear este tipo hipnosis prohibida. Su nombre era Jasón, un hombre atormentado por miedos patológicos originados por un trauma que ascendió de manera abrupta. Su vida tanto laboral como personal estaban hechas añicos. Parecía que no volvería a recuperar aquello que se le arrebató.
Acudió a mí gracias a una amiga suya quien le aseguró que yo resolvía este tipo de problemas en las personas. Mis métodos clandestinos habían adquirido gran popularidad después de lo sucedido con mi última paciente. Sinceramente pensé que estaba tachado con mala fama, pero quedé sorprendido al ver que dicho acto provocó una reacción positiva en las personas.
Al recibir a Jasón, lo coloqué inmediatamente en una de mis sillas reclinables y le pedí que por favor se relajara. El hombre estaba trémulo; sumamente nervioso, parecía que luchaba constantemente contra su patología, lo cual, en una persona de su condición, era algo común.
Después de hacerle algunas preguntas, apliqué el método hipnótico prohibido del doctor de Bali. Comencé a tantear suavemente con la yema de mis dedos su capa craneal tocando varios puntos susceptibles de sus neuronas. Le pedí que se concentrara en el sonido de mi voz, y luego, al descender por su cuello, encontré el punto de acceso a su mente y apagué todo su sistema neuronal.
El método había funcionado satisfactoriamente, ahora solo me quedaba poder controlarlo.
Al tener todas sus neuronas bajo mi poder en un trance, comencé a manipularlas por medio de mis manos. Le ordené a sus pulmones que respiraran y así lo hicieron. Mandé a sus demás órganos a que trabajaran y estos obedecieron. Tenía que ser cuidadoso para no matar a mi paciente y poder llegar a las puertas de su subconsciente.
Una vez todo en orden, me adentré en las sinuosidades oscuras de su mente. Comencé a adentrarme en sus recuerdos eludiendo los triviales y realzando aquellos con más relevancia. Le ordené a Jasón que me llevara al origen de su trauma y me habló de un hombre y una mujer que castigaban a un muchacho sin rostro.
Esta entidad estaba cubierta de sombras y de una vez capté que se trataba de su «Origen», su ser subconsciente manipulado por el aparente abuso que Jasón sufrió de joven por parte de estas dos personas. Liberé al muchacho de tal infierno, erradicando a esas dos entidades. Y con solo un movimiento de mis dedos lo ascendí para que tomara el control de su personalidad.
Una vez terminado, le ordené a Jasón que despertara del trance activando todo su sistema neuronal, y al hacerlo, sus ojos se revelaron de súbito destellando un brillo de suspenso. El hombre se levantó de la silla tan sereno como una noche silenciosa. Me dio las gracias, y después de pagarme una suma de dinero más que la acordada, se marchó tranquilo sin decir palabra alguna.
Quedé desconcertado en ese momento pero a la vez satisfecho, ya que pude contemplar que mi nuevo método había sido todo un éxito. Ese día transcurrió con normalidad después de eso.
Al día siguiente, luego de unos minutos de haber abierto mi consultorio, Jasón nuevamente apareció ante mí revelándome una atrocidad que según él yo debía saber. Me dijo que al llegar a su casa, luego de unas horas, sintió un espasmo violento en todo el cuerpo que lo dominó por completo. Se trataba de un deseo sexual imperante el cual tuvo que satisfacer de inmediato. Salió a las calles anoche y en su travesía encontró a una joven la cual violó y luego mató.
No me reveló donde escondió el cuerpo o que hizo con él, solo me dijo que después de eso se sintió liberado. También me aseguró que aunque sabía que fue terrible lo que hizo, no le volvería a ocurrir, puesto que sentía que ya estaba totalmente curado. El hombre, luego de dejarme con los ojos desorbitados por contarme tan aberrante acto, se marchó otorgándome únicamente un gesto de gratitud.
ENGLISH
DR. JOHN BATISTA, HYPNOTIST II
I am still in the incandescent journey of finding the origin of the human being in the subconscious. Since my last experiment, which provoked the unbridled desire to taste the blood of revenge in one of my patients, I have been led to believe that this lack of control would lead to a series of misfortunes in which humanity would be involved in calamity.
I carefully conducted more studies while neglecting my work in the office. I entered from the morning until very late in the morning immersed in ancient research and excluded by the same World Society of Psychologists, since these trials and theses were discarded because of the seriousness of their assertions.
I could not help but be enchanted by the magnificence that each paragraph exposed. And among words that seemed like codices to be able to penetrate different portals of the mind, I found a method that would allow the user to explore the darkest realms of the subconscious.
It was a hypnotic technique that left the neuronal functions completely off, even allowing its creditor to activate or deactivate any part of the brain it wanted. It was a very advanced technique that worked with the use of touch. Depending on the person's response to the stimulus, it was possible to reach this point and thus, be able to manipulate his neurological system at will.
Performing this type of technique was prohibited because it could cause death in the individual. I learned about it from a friend who was fascinated by oceanic cultures. It traveled by different cities from that end of the world and in one of its stops in the city of Bali, it knew a doctor in neuroscience of who obtained this knowledge by means of essays written by hand.
According to what my colleague told me, the subject was an inveterate investigator like me. It had that immeasurable eagerness to arrive until the most inhospitable and contemplative corners of the human mind. He gave me these writings after he returned from his trip to Indonesia as a gift, since he knew I would be more interested. God bless him!
The first few days I spent hours without food or drink attached to those ancient 168 pages. I was happy that they were written in the English language, which I handled very well. I read each paragraph meticulously and, if I didn't understand an argument, I researched it by other means looking for exact answers, even if that took up more time than usual.
After weeks of preparing myself by polishing that jewel, I thought I was ready to put my new knowledge into practice.
A patient had arrived at my office who I qualified as the one to use this type of forbidden hypnosis. His name was Jason, a man tormented by pathological fears caused by a trauma that ascended abruptly. His work and personal life were shattered. It seemed that he would never again recover what had been taken from him.
He came to me thanks to a friend of his who assured him that I solved these kinds of problems in people. My clandestine methods had become very popular after what happened to my last patient. I honestly thought that I was notorious, but I was surprised to see that it provoked a positive reaction in people.
Upon receiving Jason, I immediately placed him in one of my reclining chairs and asked him to please relax. The man was shaky; extremely nervous, he seemed to be constantly struggling with his pathology, which, in a person of his condition, was commonplace.
After asking him a few questions, I applied the Bali doctor's forbidden hypnotic method. I began to gently probe with my fingertips his cranial layer by touching several susceptible points of his neurons. I asked him to concentrate on the sound of my voice, and then, as I descended down his neck, I found the access point to his mind and turned off his entire neuron system.
The method had worked satisfactorily, now all that remained was for me to control it.
Having all his neurons under my power in a trance, I began to manipulate them through my hands. I ordered his lungs to breathe and they did. I ordered his other organs to work and they obeyed. I had to be careful not to kill my patient so that I could get to the doors of his subconscious.
Once everything was in order, I went into the dark recesses of his mind. I began to delve into her memories, avoiding the trivial ones and enhancing those with more relevance. I ordered Jason to take me to the source of his trauma and he told me about a man and a woman punishing a faceless boy.
This entity was covered with shadows and I once understood that this was its "Origin", its subconscious being manipulated by the apparent abuse that Jason suffered as a young man from these two people. I freed the boy from such hell, eradicating those two entities. And with just a flick of my fingers I ascended him to take control of his personality.
Once finished, I ordered Jason to awaken from the trance by activating his entire neural system, and in doing so, his eyes suddenly revealed themselves in a flash of suspense. The man rose from his chair as serene as a silent night. He thanked me, and after paying me more than the agreed amount of money, he left quietly without a word.
I was disconcerted at this moment but at the same time satisfied, as I could see that my new method had been a success. That day went by normally after that.
The next day, a few minutes after I opened my office, Jason again appeared before me revealing an atrocity that he said I should know about. He told me that when he arrived home after a few hours, he felt a violent spasm in his entire body that completely overpowered him. It was a prevailing sexual desire which he had to satisfy immediately. He went out into the streets last night and on his way he met a young woman who he raped and then killed.
He didn't reveal where he hid the body or what he did with it, he just told me that after that he felt liberated. He also assured me that even though he knew it was terrible what he did, it would not happen again, since he felt he was already totally cured. The man, after leaving me with his eyes wide open for telling me such an aberrant act, left, giving me only a gesture of gratitude.
Escrito por @universoperdido. Miércoles, 11 de noviembre del 2020
Written by @universoperdido. Wednesday, November 11, 2020
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