Hay días en que terminamos cumpliendo esas viejas promesas que nos habíamos hecho hace un tiempo y la promesa de hoy fue la de reunirnos a hacer una sopa en el patio.
Con @artmedina fui al mercado y compramos unos huesos con tuétano por petición mía y por fortuna los encontramos después de dar muchas vueltas. Con un poco de verdura y un aliño muy sencillo de cebolla, cebollín, ajo y ají nos conformamos para no saturar el caldo.
De verduras de todo un poquito, pero preferiblemente topocho, auyama y yuka.
Pero la estrella de esta sopa fueron esas lentejas amarillas que muchos desprecian. Para poder hacer algo bien con ellas es necesario un buen remojo y estrujado para deshacernos de esa cascara impasable.
Entre risas y carreras logramos montar un fogón rapidito y con tres latas de pintura hicimos un trípode para la olla más grande que pusimos conseguir que quizá fue demasiado grande.
La leña se consiguió de milagro, cada quien puso un poquito y después de encender el fogón con los primeros palos llegaron con refuerzos. El resto de la leña.
Una vez ablandados los granos se lanzaron los huesitos con tuétano (aún congelados) y allí todo empezó a agarrar sabor.
Mientras se ablandaba todo picamos el aliño rápidamente y lo sofreímos con onoto para darle colorcito.
Luego llegó la hora de la verdura solo quedaba sazonar con orégano y con sal. La espera empezaba antes de darnos un buen gusto en esa improvisada reunión.
Aquí con @artmedina, @nancybmp y @jesusmedit logramos pasar una tarde amena lejos de todo afán y con un plan rápido y mucha sencillez conseguimos disfrutar de un rico plato de sopa con casabe en abundancia.
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