Siete de cada diez medicamentos que circulan en farmacias venezolanas son importados

in Deep Dives2 years ago (edited)

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Venezuela es un país sin soberanía farmacológica. Luego de vivir años con una marcada escasez de medicinas, que alcanzó el 85 % en el año 2016, ahora es posible conseguir todo tipo de medicamentos en medio de una nueva circunstancia: la mayoría son importados y según voceros del sector esta práctica se realiza sin control sanitario y pago de aranceles.
En un lapso de 48 meses Venezuela pasó de ser un país sin medicamentos a tener más de una opción para los enfermos. Tratamientos de todo tipo fueron ingresando al territorio nacional sin ningún tipo de filtro. Las farmacias empezaron a comercializar pastillas traídas de afuera.
Omar Álvarez, presidente del Colegio Farmacéutico en el estado Lara, dijo que en la actualidad siete de cada diez medicamentos que circulan en Venezuela son importados.
El 100% de estos medicamentos son comercializados sin un registro sanitario venezolano lo que representa un riesgo para la salud de las personas pues, como explican voceros de la Federación Farmacéutica Venezolana (Fefarven) el paciente no tiene certeza de lo que está tomando.

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De acuerdo a lo explicado por el doctor Álvarez, de forma periódica los colegios farmacéuticos en el país están monitoreando el inventario de las droguerías. Por medio de estas encuestas han determinado los niveles de importación pues cada vez la comercialización de medicinas traídas del extrajero es mayor.
Prácticamente no hay una rama de la medicina que no se vea afectada por esta situación. Desde medicamentos básicos para contrarrestar problemas de tensión o insulina para los diabéticos hasta medicinas para tratar enfermedades degenerativas como el cáncer, de todo circula en las droguerías, internet o bodegones.
Un comunicado firmado por Fefarven el 19 de enero del año 2016 declaraba la crisis humanitaria por la escasez de medicinas. Junto al texto se publicó una lista de 149 medicinas que estaba escaseando en el mercado. Fármacos como el ácido fólico o la amoxicilina fueron declarados en escasez total.
Hoy en días estos medicamentos se consiguen sin grandes complicaciones pero casi todas las presentaciones son importadas. Países como Colombia, República Dominicana, Turquía, China, Brasil o Cuba son los mayores proveedores de la industria farmacológica venezolana. Algunas pastillas vienen en idiomas que ni el mismo regente de la farmacia entiende.

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La libre importación abre un abanico de posibilidades a falsificaciones. Desde Fefarven advierten que el 10% de los fármacos que circulan a nivel mundial son falsificaciones. Al haber importación sin ningún tipo de control en el país las personas podrían ser víctima de estafas. Medicamentos como el acetominofen, el ibuprofeno, la clonidina o el viagra son muy sensibles a la falsificación pues la alta demanda comercial los convierte en las primeras opciones para los estafadores.

Laboratorios parados
El país se ha quedado sin capacidad para producir medicinas. Aunque en teoría es más barato producir que importar medicinas la escasez de materia prima que hay en Venezuela hace que sea prácticamente imposible abastecer las droguerías en el país.
Para el año 2009 el país contaba con al menos 120 laboratorios que producían y distribuían medicinas; sin embargo, en el 2019 la cifra de laboratorios activos era de 60. Lo que representa una disminución del 50%. La gran mayoría de estos laboratorios tienen una paralización del 60% lo que limita la cantidad de fármacos circulantes en el país.
Otro de los problemas que tienen los laboratorios en Venezuela es la ausencia de materia prima. La pandemia del coronavirus ha frenado las importaciones y cada vez hay más limitaciones a la hora de trabajar. El tema de la gasolina también preocupa. Los trabajadores no pueden llegar a las plantas y la dotación de farmacias es inconstante.

Al alcance de muy pocos

La dotación de medicinas en las farmacias no alivia el drama de los enfermos en Venezuela. La grave situación económica que atraviesa el país hace que sea muy complicado para las personas poder adquirir algún medicamento. Las estadísticas publicadas por la Cámara de la Industria Farmacéutica (Cifar) reflejan una caída del 40% en el consumo de fármacos durante el primer semestre del año 2020. El bajo nivel adquisitivo de los venezolanos es uno de los factores.
Al vivir en un estado de hiperinflación las droguerías en Venezuela han tenido que dolarizar el precio de muchas medicinas. De acuerdo a un trabajo publicado durante el primer trimestre del año 2020 por El Estimulo en el país circulan las medicinas más costosas de todo el continente. Analgésicos como el Tramadol, que en Colombia tiene un valor de 3,6 dólares en Venezuela tiene un costo de 9,3 billetes americanos. El precio de estos fármacos se ajusta, siempre para arriba, dependiendo del nivel de escasez.

Las políticas fiscales que son aplicadas en Venezuela serían las causantes de este desbarajuste farmacológico. A través de la gaceta 41.610 publicada en abril del año 2019 el Gobierno nacional abrió las puertas a la importación de medicinas en detrimento de la producción local. Esto significó una mayor circulación de fármacos pero a precios que no van acorde con el sueldo de los trabajadores y es que, mientras los empleados públicos ganan entre 1,3 y 1,7 dólares mensuales una caja de pastilla para calmar un dolor de cabeza cuesta alrededor de 2 dólares.
Gobierno no reacciona

Las calles se han convertido en farmacias ambulantes y el gobierno se hace de la vista gorda. Mientras diversas organizaciones médicas piden a gritos que intensifiquen los controles sanitarios buhoneros y bodegones comercializan fármacos de cualquier tipo. Hasta aquellos fármacos que deben ser vendidos sólo con prescripción médica como el fenobarbital son vendidos en calles, bodegas y mercados.
Esto representa una clara violación a la ley del medicamento que establece que sólo en establecimientos autorizados se puede vender medicinas.

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Mientras tanto el presidente Nicolás Maduro promueve la creación de boticas populares que son abastecidas con medicinas cubanas, rusas y chinas. Estos medicamentos tampoco tienen control sanitario y son repartidos en algunos casos en camiones que anuncian con altavoces la llegada de algún medicamento.