Warm greetings to everyone. I return to this community motivated by @charjaim initiative. Life definitely feels short, even though the journey sometimes seems long to us. No matter the nature of the journey, living is worth it. As long as we are breathing, there is hope to be happy.
I was born on a stormy day, back in the early 70s, in a hospital in central Cuba. But that didn't mark my childhood, because from the moment I arrived home, an idyllic path of happiness began.
I had the childhood every child should have: a large, loving family, with grandparents who indulged the most unimaginable desires of a restless girl.
I have already described in many publications the garden that surrounded the house; it must be why I love flowers, why I adore a rosebush in bloom. My grandfather had the gift of gratifying any desire without even being asked.
I was happy with him when he took me to the lagoon to catch bullfrog tadpoles. I remember I had 36 in a wooden barrel until their little legs grew in, and we took them back to the lagoon. I walked with him along the train tracks to wait for the locomotive and wave goodbye, or we would go to the cassava field to see the chrysalises and spring caterpillars.
I know I get lost in the memories, but it's so pleasant...
I was a girl who, despite all her energy, managed to have high academic achievement, and of course, there was no lack of a demanding mother, focused on her daughters getting ahead.
After 10 years and 6 months, my sister, @neuropoeta, arrived. It was a very cold February, so cold that we had to put a lightbulb near her to keep her warm.
And so I left childhood behind. Adolescence arrived, and then youth, love, and the responsibility of my career.
I have also spoken about my desire to be a biologist and how the situation at the time didn't allow it. But I still follow my little animals in books, on the internet, on television, and in movies.
Life presents tests, and there's nothing to do but pass them. I became a doctor, and it happened at the right time. I love my profession in an almost divine way. I have dedicated many years to serving the health of others.
It wasn't easy, no. Life has been a tough school, one that beats you down to the ground, but I am stronger; I get up and I will keep doing so.
I have set goals for myself; never unattainable. One must be clear about what one is capable of doing.
I studied a university degree that I still practice, and I have done so both inside and outside the country. I specialized in Family Medicine at the University of Mato Grosso do Sul in Brazil. Then, in the midst of the COVID epidemic, I began my specialty in Microbiology.
And today I am a microbiologist. I finished my master's in infectious diseases 17 years ago and decided to teach at the university of medical sciences in my province.
A few years ago I also wanted to write, and I have had small achievements that make me very happy.
My family life is built on loyalty and dedication. I adore pleasing those I love. I don't have children; my health didn't allow it, because just when everything seemed to have a solution, the suspicion of lymphoma arose, which truncated those desires and dashed my dreams. But my practical sense and the objectivity I've always had for solving problems made that disappointment pass and changed my plans.
My sister gave me a niece who became my reason for being, well, and the family's, which isn't so large anymore.
So, Hive friends, as they say here, when life gives you lemons, you make lemonade.
And be clear that there is no problem without a solution, even if it's not the one you want the most.
Life is for living, not for complaining so much. You must do, you must undertake, you must enjoy what comes your way.
Always with a positive mind, with sincerity. Ah, I am extremely sincere; lying is a burden that sinks you within yourself. Venezuela taught me not to lie, I owe it that.
I am grateful for what I have, I fight for what I need and for those I want.
I work without thinking of stopping, and I will do it until my feet give out.
And here I am, I smile at life and greet every gift it gives me.
And well, the great desire of every human being: a planet of peace where we finally realize that the Earth is not ours, but that we are a part of it.
I am a Doctor of Microbiology, a lover of nature, literature, music, cooking, and life itself. A staunch defender of family and children.
The texts are written by me without the use of AI.
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ESPAÑOL
Un saludo afectuoso a todos. Regreso a esta comunidad motivada por la iniciativa de @charjaim, la vida definitivamente se hace corta aunque a veces nos parezcan largo el viaje. No importa la naturaleza del viaje, vivir vale la pena. Mientras respiremos existe una esperanza para ser feliz.
Nací un día de tormenta, allá por los inicios de los años 70, en un hospital del centro de Cuba. Pero eso no marcó mi infancia, porque desde que llegué a casa comenzó un camino idílico de felicidad.
Tuve la niñez que todo infante debe tener: una familia grande y amorosa, con abuelos que consentían los deseos más inimaginables de una niña inquieta.
Ya he descrito en muchas publicaciones el jardín que rodeaba la casa; debe ser por eso que amo las flores, que adoro un rosal en flor. Mi abuelo tenía el don de complacer cualquier deseo sin que hubiera que pedírselo.
Fui feliz con él cuando me llevaba a la laguna a cazar renacuajos de rana-toro. Recuerdo que tuve 36 en un barril de madera, hasta que les salieron las patitas y los llevamos nuevamente a la laguna. Caminaba con él por la vía del tren para esperar la locomotora y decirle adiós, o también iba al sembrado de yuca a ver los capullos y las orugas primavera.
Sé que me pierdo en los recuerdos, pero es tan placentero...
Fui una niña que, a pesar de su energía, logró tener un rendimiento escolar alto y, por supuesto, no faltó una madre exigente, centrada en que sus hijas salieran adelante.
Luego de 10 años y 6 meses, llegó mi hermana, @neuropoeta. Fue un febrero de mucho frío, tan frío que había que ponerle un bombillo para darle calor.
Y así fui dejando atrás la infancia. Llegó la adolescencia, y luego la juventud, el amor y la responsabilidad de la carrera.
He hablado también de mi deseo de ser bióloga y de que la situación en ese momento no me lo permitió. Pero aún sigo a mis animalitos en los libros, en internet, en la televisión y el cine.
La vida pone pruebas y no queda otra que pasarlas. Me hice médico y, en buena hora, sucedió. Amo mi profesión de una manera casi divina. Ya son muchos los años que he dedicado a servir en bien de la salud de otros.
No fue fácil, no. La vida ha sido una escuela dura, que da palos hasta dejarte en el suelo, pero yo soy más fuerte: me levanto y lo seguiré haciendo.
Me he propuesto metas; inalcanzables, nunca. Hay que estar claro de lo que uno es capaz de hacer.
Estudié una carrera universitaria que aún ejerzo, y lo he hecho dentro y fuera del país. Me especialicé en Medicina Familiar en la Universidad de Mato Grosso del Sur, en Brasil. Luego, en plena epidemia de COVID, comencé la especialidad de Microbiología.
Y hoy soy microbióloga. Terminé mi maestría en enfermedades infecciosas hace 17 años y decidí dar clases en la universidad de ciencias médicas de mi provincia.
Hace unos años también quise escribir, y he tenido pequeños logros que me hacen muy feliz.
Mi vida familiar se cimenta sobre la lealtad y la dedicación. Adoro complacer a los que quiero. No tengo hijos; mi salud no me lo permitió, porque cuando todo parecía tener solución, llegó la sospecha de un linfoma que truncó los deseos y arrastró los sueños por el piso. Pero mi sentido práctico y la objetividad que siempre he tenido para solventar problemas hicieron que ese disgusto pasara y cambiara mis planes.
Mi hermana me regaló una sobrina que se convirtió en mi razón de ser, bueno, y en la de la familia, que ya no es tan grande.
Nada, amigos hivers, que como dicen aquí: si la vida te da limones, haces limonada.
Y tener claro que no existe un problema que se quede sin solución, aunque no sea la que más quieres.
La vida hay que vivirla, no quejarse tanto. Hay que hacer, que emprender, que disfrutar lo que se presente.
Siempre con mente positiva, con sinceridad. Ah, soy extremadamente sincera; la mentira es un lastre que te hunde en ti mismo. Venezuela me enseñó a no mentir, eso se lo debo.
Soy agradecida con lo que tengo, lucho por lo que necesito y por los que quiero.
Trabajo sin pensar en dejar de hacerlo, y hasta que me den los pies, lo voy a hacer.
Y aquí estoy, sonrío a la vida y saludo cada regalo que me da.
Y bueno, el gran deseo de todo ser humano: un planeta de paz donde acabemos de darnos cuenta de que la Tierra no es nuestra, sino que nosotros somos parte de ella.
Soy Médico Microbióloga, amante de la naturaleza, las letras, la música, la cocina y la vida en sí. Férrea defensora de la familia y los niños
Los textos son creados por mi, sin uso de IA
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Es así, hay que ser felices con lo que tenemos y hemos logrado, no tiene nada que ver con el conformismo. Saludos.
Gracias por leer. Un saludo.
No es conformismo, es tomar un tiempo para disfrutar tus logros, para estar bien contigo.
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EQUIPO ENLACE 2025
Your journey is inspiring.😊
Everyone has their own path, and I admire how gracefully you embrace yours.
Cheers!🥂🤍
Thank you, I'm glad you find it inspiring.
That is comforting. We must live at peace with ourselves so that the path is pleasant.
Constancy and patience achieve everything.
Bienvenida a Esa vida nuestra, gracias por compartir tus vivencias y dejarnos esa energía de motivación para sacar de todo lo que vivimos,lo mejor. También me encantan los jardines, vivir rodeados de plantas es un privilegio. Me gustó leerte.
Gracias, un saludo. El camino siempre es para adelante, nadie puede regresar.
Como me decían mis amigos venezolanos pa'lante es pa'llá, y razón tienen. Allá significa que has vivido y siempre hay una solución.
Saludos.