Tengo una semana indispuesto de salud, luego de recibir la vacuna, atrapé un resfriado que se aprovechó de mi sistema inmune y me tiró en cama prácticamente, cuando ya justo me siento mejor resulta que mi hija se contagia de algo llamado laringotraqueitis, el día de ayer amanece con fiebre, mucha tos y flema.
Cuando despierto la veo arriba en mi pecho y me dije algo está mal con la bebé, mi esposa me dice ella amaneció mal y de inmediato nos alistamos para llevarla al médico, el cual luego de examinarla determina lo que tiene y le envía una serie de medicamentos entre ellos esteroides y corticoides, debo decir que no soy de los que les guste mezclar esa combinación de medicamentos con niños, pero fue lo que la pediatra dijo y es lo que hicimos.
En este momento estoy sentado, formateando un computador de un cliente y mientras esperaba me puse a pensar, que no hay mejor trabajo como el de papá, no existe labor que nos haga más responsables y dedicados, por ejemplo anoche nos turnamos para dormir ya que como la bebé tiene flema nos aterra el hecho de que se pueda ahogar con la misma.
Así que ni mamá ni yo dormimos suficiente pero de igual manera nos levantamos está mañana a cumplir con nuestras labores sin descuidar a la princesa, y aunque estamos cansados nos sentimos aliviados por qué el tratamiento, ha resultado excelente, nuevamente la bebé sonríe y grita, que es algo que nos preocupó al inicio.
Es increíble saber cómo un niño puede cambiar tu vida en un abrir y cerrar de ojos, mi madre decía que los niños vuelven excelentes padres a los que fueron buenos hijos y mi padre decía que los niños son quienes llevan el pan a casa, ahora me doy cuenta que ambos tenían razón.
Nos sentimos responsables de su bienestar que nos desvelamos sin dudar y podemos amanecer y continuar con nuestra labor diaria solo para verlos sanos, felices y con todo lo que necesiten.