Hello, @holos-lotus friends.
I've always talked about the need to do, to create, to not remain stagnant. However, if we're going to do something, let's do it well. It's better to do nothing than to do something poorly.
This idea doesn't stem from perfectionism, but from a basic principle of respect. Respect for the work itself, for the materials used, for the time invested, and above all, for the person who will benefit from or suffer the consequences of that work.
When I do something half-heartedly, I'm not just producing a substandard result; I'm devaluing my own judgment and my word. I'm saying, without saying it, that my immediate comfort is more important than the final outcome.
I've seen this in everything, from the smallest to the largest things. A poorly brewed coffee because of haste. A report riddled with errors because it wasn't proofread. A wobbly bookshelf because not all the screws were tightened. In each case, the choice wasn't between doing it perfectly or not doing it at all. The choice was between doing it carefully or doing it carelessly. Carelessness is a form of mental laziness. It's the conscious decision to ignore standards you know to be correct.
There's a false dichotomy that many people use: "perfect is the enemy of good." I use it myself sometimes. But it's been distorted. It's not about chasing unattainable perfection and becoming paralyzed by it. It's about achieving a level of "good" that is solid, functional, and something I'm not ashamed of. If I build a table, it doesn't need to be a work of art, but it must be level and stable. That's doing it right. Delivering it wobbly is doing it wrong. There is no honorable middle ground here.
This attitude defines the trust others place in you. People don't trust someone who does things haphazardly. They trust someone who, when they commit, meets a predictable and solid standard. Every time I deliver something poorly done, I'm eroding that trust. I'm showing the other person that they can't depend on me. And, more importantly, I'm showing myself.
That's why I say it's better to do nothing. Inaction is neutral. It doesn't subtract, but it doesn't add either. A poorly executed action, however, does subtract. It subtracts time, resources, and credibility. It creates a problem where none existed or exacerbates an existing one. I prefer to hear "they didn't have time" than "they did it, but it's a disaster." The first phrase describes a limitation; the second, a character flaw.
In the end, it comes down to integrity. Integrity isn't a grand concept; it's what you do when no one is watching. It's the extra screw you tighten, the sentence you double-check, the extra five minutes you spend making sure everything is in order. It's the refusal to deceive yourself with excuses.
So, yes, we must move. We must act. But our energy must be directed and focused. If I'm not willing to pay attention to the details, to work on the small aspects that transform mediocrity into something good, then my actions are just noise and meaningless movement. And the world has had enough of that. If I can't do it well, my silence and inaction will be more valuable and respectful than my active mediocrity.
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Hola, estimados de @holos-lotus.
Siempre he hablado de la necesidad de hacer, de crear, de no permanecer inmóviles. Sin embargo, si vamos a hacer algo, hagámoslo bien. Es preferible no hacer nada, antes que hacer algo mal hecho.
Esta idea no nace del perfeccionismo, sino de un principio básico de respeto. Respeto por el trabajo en sí, por los materiales utilizados, por el tiempo invertido y, sobre todo, por la persona que se beneficiará o sufrirá las consecuencias de ese trabajo.
Cuando hago algo a medias, no solo estoy produciendo un resultado deficiente; estoy devaluando mi propio criterio y mi palabra. Estoy diciendo, sin decirlo, que mi comodidad inmediata es más importante que el resultado final.
He visto esto en todo, desde lo más pequeño hasta lo más grande. Un café mal preparado por prisas. Un informe lleno de errores porque no se revisó. Una estantería que se tambalea porque no se apretaron todos los tornillos. En cada caso, la elección no fue entre hacerlo perfecto o no hacerlo. La elección fue entre hacerlo con atención o hacerlo con negligencia. La negligencia es una forma de pereza mental. Es la decisión consciente de ignorar los estándares que sabes que son correctos.
Hay una falsa dicotomía que mucha gente usa: "lo perfecto es enemigo de lo bueno". La uso yo mismo a veces. Pero se ha tergiversado. No se trata de buscar la perfección inalcanzable y paralizarse. Se trata de alcanzar un nivel de "bien" que sea sólido, funcional y del que no tenga que avergonzarme. Si construyo una mesa, no necesita ser una obra de arte, pero debe estar nivelada y ser estable. Eso es hacerla bien. Entregarla coja es hacerla mal. No hay un término medio honorable aquí.
Esta actitud define la confianza que los demás depositan en ti. La gente no confía en quien hace las cosas de cualquier manera. Confía en quien, cuando se compromete, cumple con un estándar predecible y sólido. Cada vez que entrego algo mal hecho, estoy erosionando esa confianza. Le estoy mostrando al otro que no puede depender de mí. Y, lo que es más importante, me lo estoy mostrando a mí mismo.
Por eso digo que es mejor no hacer nada. La inacción es neutral. No resta, pero tampoco suma. Una acción mal ejecutada, sin embargo, sí resta. Resta tiempo, recursos y credibilidad. Crea un problema donde no lo había o agrava uno existente. Prefiero que me digan "no tuvo tiempo" a que me digan "lo hizo, pero es un desastre". La primera frase describe una limitación; la segunda, un fallo de carácter.
Al final, se reduce a la integridad. La integridad no es un concepto grandioso; es lo que haces cuando nadie te está mirando. Es el tornillo adicional que aprietas, la frase que revisas por segunda vez, los cinco minutos extra que dedicas a asegurarte de que todo está en orden. Es la negativa a engañarte a ti mismo con excusas.
Así que, sí, hay que moverse. Hay que actuar. Pero nuestra energía debe ser dirigida y enfocada. Si no estoy dispuesto a prestar atención a los detalles, a sudar los pequeños aspectos que convierten lo mediocre en bueno, entonces mi acción es solo ruido y movimiento sin sentido. Y el mundo ya tiene suficiente de eso. Si no puedo hacerlo bien, mi silencio y mi inmovilidad serán más valiosos y respetuosos que mi mediocridad activa.
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