“Nadie quiere un cielo gris, nadie prefiere un cielo gris, dista mucho de ser hermoso e inhibe las ganas de sonreír” Esta frase con mucha frecuencia la he escuchado decir, y es por eso que me pregunto: ¿será que no soy normal? ¿Será que hay algo malo en mí? Porque yo sí que agradezco mi cielo de color gris. Si te quedas a leerme, entenderás el porqué de mi sentir.
Es verdad que un cielo azul es hermoso, tan perfecto. Suele ser motivo de esperanza y de ilusión, tan inigualable y sin defectos. Se extiende imponente, recorre la inmensidad, dando vida a bellas emociones en cada lugar al que va. Y no es que yo no quiera eso, no es que me guste sufrir, pero por varias razones valoro aún más el cielo de color gris.
Porque me recuerda esos momentos llenos de nostalgia, llenos de tristeza y soledad. Trae a mi memoria momentos de profunda agonía, saturados de lágrimas, tan complicados que llevan a sentir que ya no se puede más. Y quizás tú te preguntas: ¿por qué valorar tanto algo que no produce alegría, sino que trae recuerdos de tanto penar? Mi respuesta es muy sencilla: porque me ayuda a valorar aún más los instantes de mi vida donde sí me acompaña la felicidad.
Nadie sabría lo valiosa que es la luz, si no existiera la profunda oscuridad. Ninguno sabría el valor de una buena compañía si no hubiera pasado por momentos de fría y triste soledad. Nadie sabría lo bonita que es la alegría, si no ha visto cara a cara la tristeza en su andar.
No, no es que piense que necesitamos las cosas malas para apreciar las buenas. Para nada, esa no es la realidad. Digo que al ver las cosas negativas, podemos entender aún más el valor de las cosas positivas en nuestra vida. Y hasta aprender significativas lecciones en nuestro diario transitar.
Sin mi cielo gris, tal vez no concedería tanto valor a un hermoso cielo azul. Sin la soledad vacía, probablemente no daría gracias todos los días a Dios por el maravilloso regalo de la amistad. Sin mis momentos difíciles, quizás pensaría que todo lo estoy haciendo bien, y si cometo algún error, difícilmente lo podría reconocer.
No es que me gusten los momentos tristes, no es que la terrible soledad sea capaz de disfrutar, pero sí le concedo algo positivo: me ayudan a agradecer todo lo bueno que he tenido, y lo que aún falta por llegar.
Y algo más: al mirar mi cielo gris, incluso cuando la lluvia deja caer, pienso en cómo beneficia a la tierra, a los árboles y a la vida en general. Sé que a nadie le gusta sufrir, que cualquier momento triste rápidamente quisiera olvidar, pero vaya que podemos aprender valiosas lecciones, cosas que más adelante de mucha ayuda pueden resultar.
Por eso aprecio tanto el paisaje, ya sea que en el día me toque un hermoso e imponente cielo azul, o un triste y apagado cielo gris. De ambos puedo aprender, de los dos algo positivo puedo sacar y así seguir adelante, sin rendirme nunca jamás.
Lección: Creo que es muy clara. En la vida tendremos buenos y malos momentos. En esos días grises, dónde el cielo se siente triste y apagado, tenemos que centrarnos en lo positivo, en lo que podemos aprender en medio de la adversidad. Recuerdo una frase que leí donde expresaba que ningún marinero se hizo experto estando el mar calmado. Y es totalmente cierto, por eso, aunque no nos guste pasar por momentos difíciles, sí podemos sacarles provecho al ver qué debilidades nuestras revela y así poder corregir y mejorar. Y por supuesto, nunca olvidar dar gracias por todas las cosas hermosas que durante nuestra vida hemos podido disfrutar.
English Version
"Nobody wants a gray sky, nobody prefers a gray sky, it is far from being beautiful and it inhibits the desire to smile" I have heard this phrase very often, and that is why I ask myself: Could it be that I am not normal? Could it be that there is something wrong with me? Because I do appreciate my gray sky. If you stay to read me, you will understand why I feel this way.
It is true that a blue sky is beautiful, so perfect. It is usually a reason for hope and illusion, so matchless and flawless. It spreads imposing, it runs through the immensity, giving life to beautiful emotions in every place it goes. And it's not that I don't want that, it's not that I like to suffer, but for several reasons I value the gray-colored sky even more.
Because it reminds me of those moments full of nostalgia, full of sadness and loneliness. It brings to my memory moments of deep agony, saturated with tears, so complicated that they lead to the feeling that you can't do it anymore. And maybe you ask yourself: why do I value so much something that does not produce joy, but brings back memories of so much pain? My answer is very simple: because it helps me to value even more the moments of my life where happiness accompanies me.
No one would know how valuable light is if there were no deep darkness. No one would know the value of good company if he had not gone through moments of cold and sad loneliness. No one would know how beautiful joy is, if he has not seen sadness face to face in his walk.
No, it's not that I think we need the bad things to appreciate the good things. Not at all, that's not the reality. I'm saying that by seeing the negative things, we can understand even more the value of the positive things in our life. And even learn meaningful lessons in our daily journey.
Without my gray sky, maybe I wouldn't place as much value on a beautiful blue sky. Without the empty loneliness, I probably wouldn't thank God every day for the wonderful gift of friendship. Without my difficult moments, perhaps I would think I was doing everything right, and if I made a mistake, I would hardly recognize it.
Not that I like sad moments, not that the terrible loneliness I am able to enjoy, but I do grant it something positive: they help me to be grateful for all the good things I have had, and what is yet to come.
And something else: when I look at my gray sky, even when the rain falls, I think about how it benefits the earth, the trees and life in general. I know that no one likes to suffer, that any sad moment I would quickly like to forget, but boy, can we learn valuable lessons, things that can be very helpful later on.
That's why I appreciate the scenery so much, whether the day brings me a beautiful and imposing blue sky, or a sad and dull gray sky. From both I can learn, from both I can take something positive and so I can move forward, never ever giving up.
Lesson: I think it is very clear. In life we will have good times and bad times. On those gray days, where the sky feels sad and dull, we have to focus on the positive, on what we can learn in the midst of adversity. I remember a phrase I read where it said that no sailor became an expert when the sea was calm. And it is totally true, that is why, although we do not like to go through difficult moments, we can take advantage of them to see what our weaknesses reveal and thus be able to correct and improve. And of course, never forget to give thanks for all the beautiful things we have been able to enjoy during our lives.
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