E S P
Mayland era un pueblo apartado a las afueras de Londres, no había mucho que hacer allí. Bastaban 2 horas para recorrer el pueblo entero en el que solo había un cine y un parque. Me parecía que era un sitio lúgubre y casi aterrador donde la gente lucia sombría y desconfiada. Mi familia y yo habíamos llegado en el verano de 1989. Mi papa había ganado un puesto en una empresa que se dedicaba a la producción y distribución de comida por lo que tuvimos que mudarnos. Mi mama y yo nunca estuvimos de acuerdo con la mudanza pero era mi padre el que tomaba aquellas decisiones.
Mi nombre es Mathew tenía 15 años, había sido adoptado en un orfanato en Belfast mis padres nunca hablaron mucho acerca del tema. Mi mama Elizabeth sufría de violencia doméstica por parte de mi papa que era un hombre frustrado que nos hacía sentir miserables en cada momento. Yo había crecido con la idea de que no era digno de amor ya que mis propios padres me dieron en adopción y la casa de mis padres legales siempre había sido un completo infierno.
La secundaria de Mayland no era más que la continuación del infierno el cual era mi casa, era yo un muchacho escuálido y desprovisto de carisma. Siempre me sentaba atrás en el salón. No conversaba con nadie las pocas interacciones que tuve con muchachos de mi edad era para molerme a golpes o hacerme novatadas.
Tenía claro que no quería seguir viviendo la vida que me había tocado Mi decisión de suicidarme había sido tomada desde antes de mi llegada a Mayland. En el invierno de 1988 intente suicidarme al tomar un montón de barbitúricos lo cual me dejo enfermo unos cuantos días. Mi papa me había dejado de molestar un periodo pero luego de un tiempo sus abusos se tornaron mucho más crueles que antes.
Siempre que volvía de la secundaria de Mayland planeaba en mi mente formas de acabar con mi vida de una vez por todas, hasta que un día me llamo la atención una casa ubicada justo detrás del único parque de la ciudad. Había notado desde mi llegada que el parque siempre estaba solo era un lugar que se había quedado paralizado en el tiempo, la mansión parecía no estar habitada y sus inmediaciones no parecían estar cuidadas.
Ese día me dispuse a acercarme a esa edificación y desde el parque observe sus paredes revestidas de un extraño material que la hacía parecer un castillo. Al mirar a la ventana note que una mirada se posaba sobre mí, era una chica más o menos de mi edad, su cabello era como el rojo del vinotinto y su aspecto era el de un espectro. Pensé en alejarme de aquel lugar pero mientras pasaba la tarde no podía más que acercarme tanto como pudiera hasta que la mirada de aquella chica desapareció cerca de las 6 de la tarde.
Al ver que la chica había desaparecido mi instinto me indico que debía mirar hacia el portal de aquella casa, allí inerte descansaba su silueta. Sin pensar comencé a correr hacia donde estaba ella. Mientras más me acercaba me percate que llevaba un camisón hecho de muselina de Dhaka que dejaba entrever su cuerpo el cual era como el de una diosa y su mirada estaba perdida. Al llegar al portal me di cuenta que parecía estar flotando en el aire y me fije que no tenía pies. Ella solo miraba al suelo.
No sé qué pasaba por mi mente pero no podía articular palabra alguna, mis piernas no dejaban de temblar pero era miedo lo que sentía. Cada vez que hablaba con una chica mis inseguridades terminaban por alejarlas. Cuando por fin pude recobrar el aliento pregunte tartamudeando:
— Hola mi nombre es Mathew soy nuevo en Mayland. ¿Quién eres?.
No obtuve respuesta pero observe que subía su mano a la altura de la mía, hasta entonces yo no me había movido de aquel portal y cuando sentí su mano fría mi corazón se detuvo. En silencio me dio la espalda y comenzó a guiarme por un extraño laberinto a las afueras de la mansión. Estaba tan absorto que ni siquiera note la presencia de otros seres dentro de aquel matorral. Eran espectros infernales que estaban encadenados de forma tal que no podían ni siquiera levantar la cabeza.
Yo había soltado la mano de aquella chica y cuando me di cuenta su voz interrumpió mi letargo.
— ¿Es que no sabes dónde estás?
— No.
— Entonces bienvenido a la casa de los suicidios.
— ¿Cómo has dicho?
— Si, aquí viene gente de toda la nación a suicidarse. ¿Es que acaso ese no era tu propósito?
Mientras hablábamos pude ver a un perro negro que se acercaba sigilosamente hasta donde yo estaba, mientras mis ojos estaban encima de aquel canino, ella me miraba directamente a los ojos. Mi piel estaba toda erizada cuando decidí dar marcha atrás y correr como nunca antes lo había hecho. Mientras lo hacía sentía una presencia maligna que corría detrás de mí, aquella chica inducia a la gente como yo a que se suicidara para dejar cautiva sus almas en aquella junto con la de ella.
Cuando por fin pude salir de aquella mansión me desplome en el medio del parque, no sin antes escuchar la risa malvada de aquel ser maligno cuya hermosa silueta me hipnotizo.
E N G
Mayland was a remote village outside of London, there was not much to do there. It took about 2 hours to walk through the whole town where there was only a cinema and a park. It seemed to me to be a dreary and almost frightening place where the people looked gloomy and suspicious.
My family and I had arrived in the summer of 1989. My dad had won a job with a food production and distribution company, so we had to move. My mom and I never agreed to the move but it was my father who made those decisions.
My name is Mathew, I was 15 years old, I had been adopted from an orphanage in Belfast and my parents never talked much about it. My mother Elizabeth suffered from domestic violence from my father who was a frustrated man who made us miserable at every turn. I had grown up with the idea that I was not worthy of love since my own parents gave me up for adoption and my legal parents' house had always been a complete hellhole.
Mayland High School was nothing more than a continuation of the hell that was my home; I was a scrawny boy devoid of charisma. I always sat in the back of the room. I didn't talk to anyone; the few interactions I had with boys my age were to get beaten up or hazed.
It was clear to me that I did not want to continue living the life I had been given. My decision to commit suicide had been made before my arrival in Mayland. In the winter of 1988 I attempted suicide by taking a bunch of barbiturates which left me sick for a few days. My dad had stopped bothering me for a while but after a while his abuse became much more vicious than before.
Whenever I returned from Mayland High School I would always plan in my mind ways to end my life once and for all, until one day a house located just behind the only park in town caught my attention. I had noticed since my arrival that the park was always alone, it was a place that had been frozen in time, the mansion seemed to be uninhabited and its surroundings did not seem to be taken care of.
That day I decided to approach the building and from the park I observed its walls covered with a strange material that made it look like a castle. When I looked at the window I noticed that a glance was on me, it was a girl more or less my age, her hair was very red and her aspect was that of a specter. I thought about moving away from that place but as the afternoon went by I could only get as close as I could until that girl's gaze disappeared around 6 pm.
When I saw that the girl had disappeared, my instinct told me that I should look towards the doorway of that house, where her inert silhouette rested. Without thinking I began to run towards her. As I got closer I realized that she was wearing a nightgown made of Dhaka muslin that let me see her body which was like that of a goddess and her gaze was lost. As I reached the doorway I noticed that she seemed to be floating in the air and I noticed that she had no feet. She was just looking at the ground.
I don't know what was going through my mind but I couldn't articulate any words, my legs kept shaking but it was fear that I felt. Every time I talked to a girl my insecurities ended up pushing them away. When I could finally catch my breath I asked stuttering:
— Hello my name is Mathew I am new to Mayland who are you?
I didn't get an answer but I noticed that he raised his hand to the height of mine, until then I had not moved from that portal and when I felt his cold hand my heart stopped. Silently She turned his back to me and began to guide me through a strange labyrinth outside the mansion. I was so absorbed that I didn't even notice the presence of other beings inside that thicket. They were infernal specters that were chained in such a way that they could not even raise their heads.
I had let go of the girl's hand and when I realized it, her voice interrupted my lethargy.
— Don't you know where you are?
— No, I don't.
— Then welcome to the suicide house!.
— Yes, people from all over the nation come here to commit suicide. Wasn't that your purpose?
As we were talking I could see a black dog sneaking up to where I was, while my eyes were on that canine, she was looking straight into my eyes. My skin was all prickly as I decided to back up and run like I had never run before. As I did so, I felt an evil presence running behind me, that girl was inducing people like me to commit suicide in order to leave their souls captive in that one along with hers.
When I was finally able to leave that mansion I collapsed in the middle of the park, but not before hearing the evil laughter of that evil being whose beautiful silhouette hypnotized me.
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