de cilicio y de ceniza

in Cervantes2 years ago (edited)

Siempre he querido escribir sobre el ayuno, me parece apropiado hacerlo ahora que acabo de salir de siete días sin comer o beber, aunque el no beber lo hice parcial, solo cuidando de que la no ingesta de líquidos nunca excediera de tres días. La total ausencia de alimentos sí fue completa y continua durante los siete días. Quisiera compartir aquí mis impresiones.

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El tipo de ayuno que hice está en un lugar incierto entre el ayuno médico y el ayuno religioso. El motivo de mi ayuno no es relevante para esta publicación, aunque mis amigos de Venezuelan Friends, en Discord, podrían inferirlo con facilidad porque conocen lo que me está pasando en este momento.

Creo que todos los ayunadores que conozco se apegan a la doctrina que enseña que el ayuno debe hacerse con retiro en oración. Yo oro, pero no hago ese retiro, por lo cual oro menos. Ando por la calle y la gente no sabe que tengo varios días sin comer, apenas se me nota en los ojos algo que pudiera parecerse a un trasnocho.

Ya yo sé bien que este vehículo que me tocó es fuerte, no se doblega con facilidad aunque tiene diez kilos por debajo de su peso. Es tan resistente que yo solo le digo "no vas a comer" y ni hambre le da. He llegado a hacer hasta catorce días de ayuno y no he conocido lo que es debilidad fisíca, por eso le quito también el agua, para que sienta incomodidad desde el primer día y así, teniendo de qué ocuparse, no arrastre la mente a pensamientos inicuos y egoístas. Ese desprendimiento de las cosas de la tierra sí lo conozco bien.

Sobre ayunos secos, sin tomar agua, una vez me pasó que hice cuatro días seguidos sin nada de agua. Tuve una especie de atrofia en la que se cerró en mi cuerpo un canal por donde suele circular líquido. La re-apertura de ese canal fue algo dolorosa y sangrante. Por eso puse luego un límite de tres días.

En cierto ayuno, en el día 14, decidí comenzar a tomar más agua para ir estirando el estómago, pues ya me tocaba comer al día siguiente. Inadvertidamente, esto me provocó un hipo persistente. Yo no le prestaba mucha atención, salí en el carro e hice algunas diligencias en el centro de Barcelona. Cuando regresé, me percaté de que ya tenía dos horas con un hipo que no se me quitaba. Cerré los ojos y dije: "Señor, si he hallado gracia delante de tus ojos, quítame este hipo...". No voy a decir que el hipo se me quitó a los cinco minutos, o a los diez minutos; cuando terminé de decir "quítame este hipo", me quedé esperando el hipo. La impresión fue tan grande que, de un salto, me fui sobre mis rodillas y me puse a orar...

Suelo pensar que un día me va a tocar hacer un ayuno más largo que sí me va a debilitar físicamente. Para eso, seguramente aun me falta entendimiento y espiritualidad. En estos tiempos, casi nunca voy a la iglesia, pero hay cosas de la iglesia que nunca se apartaron de mí. Tampoco es que hago ayunos con frecuencia, el anterior a este fue hace un año. Los ayunos que he hecho suelen estar asociados a un momento coyuntural especialmente difícil, pero siempre he anhelado recibir un llamado especial para un ayuno de crecimiento espiritual y comunión con uno que tiene muchos nombres, quien también es llamado el autor y consumador de la fe.



Créditos del texto: Amaponian Visitor (@amaponian)


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