Hola, mi nombre es Angel David y hoy les estaré hablando sobre un tema que en algún momento a todos nos ha pasado por la mente y que puede llegar a ser muy sensible, dependiendo el caso, les hablo de la pena de muerte.
Muchas personas, sobre todo en Latinoamérica expresan abiertamente sus deseos de que en sus países se instaure la pena capital, sin embargo, probablemente estas personas están hablando desde los rincones más ingenuos de su desconocimiento.
Es entendible que instintivamente se quiera la pena de muerte si nosotros, nuestros familiares o algún ser querido ha sido víctima, en algún momento, de la delincuencia, pero, ¿Qué conllevaría todo esto? ¿Es tan buena como la pintan?
Tomemos como ejemplo a los Estados Unidos, el país más democrático del mundo que permite la pena de muerte. Incluso, con un sistema de justicia con tan bajos niveles de corrupción y teniendo a algunos de los mejores investigadores del mundo, los sentenciados a pena capital deben pasar aproximadamente 20 años en el corredor de la muerte mientras se esclarecen todas las dudas, para evitar que se le quite la vida a un inocente.
Ahora imaginemos por un momento que la pena de muerte sea instaurada de manera oficial en nuestros países. Al principio muchas personas pensarían que se trata de la solución perfecta para acabar con violadores y asesinos, pero no hace falta ser muy astuto para percatarse que los corruptos sistemas de justicia de la mayoría de estos países, harían que fuera un arma de doble filo.
La pena de muerte serviría para que los políticos y las personas de poder puedan sacar del camino a quien se le antoje de manera completamente legal y ante los ojos del mundo.
Solo bastaría con detener a un líder opositor o un empresario molesto para las elites y colocar un arma con la que se haya asesinado a alguien en su vehículo o residencia para poder incriminarlo y sentenciarlo a pena de muerte.
De esta forma los presidentes más tiranos podrían ejercer temor sobre la sociedad y consolidar grandes dictaduras en todo el mundo basadas en el miedo.
Con la pena de muerte pasa como en aquel cuento del genio malvado, donde prácticamente cualquier deseo que se le pida al genio iba a ser cumplido pero de una manera inesperada y poco favorable para quien lo pidiera.
A veces no nos percatamos de cuáles son realmente nuestras verdaderas necesidades. ¿Pena de muerte? Si para un país desarrollado, con bajos niveles de pobreza, altos niveles de educación y oportunidades de crecimiento en diferentes áreas.
En el caso de que tu país no cuente con estas características, quizás lo que necesites no es que instaure la pena capital, sino, mejores políticos, más oportunidades de crecimiento, mejores servicios públicos, educación de calidad y salarios justos.
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