Apuestas. Un relato breve

in Cervanteslast year

Saludos, queridos habitantes de este espacio. Tengan una exitosa semana.

Les haré entrega de un relato en el que estuve trabajando durante el fin de semana. Espero sea de su agrado.

Apuestas

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Son las cinco con cincuenta y dos de la mañana. Un hombre de mediana edad, trasnochado, sin bañar y sin afeitar transita por el centro de Burgos. No levanta bien los pies por lo que trastabilla con frecuencia. Su estómago llora. Lo único en lo que piensa es en pedirle ayuda a un amigo para que lo saque de apuros y, entonces ahora sí, dejar de meterse en asuntos de juego.

Conociendo su rutina, sabe en donde se encuentra su amigo a esa hora. Recorre las calles que le faltan y llega a la cafetería. Ahí lo ve, sentado frente a unos documentos y bebiendo café. Entra. El sonido de la campanita de la puerta se oye borroso a la vez que amplificado. De hecho, todos los sonidos emitidos por las personas, máquinas y animales le taladran la cabeza a la vez que se escuchan ecóicos. La máquina de expresos deja salir una exhalación vaporosa que hace que el hombre chille de dolor.

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–Hola –saluda el hombre.

–Hola –responde su amigo antes de levantar la cara para verlo.

–Necesito tu ayuda.

–¿Por…?

–Algo salió mal. Hice mal una cuenta y estoy en problemas.

–Mira, no tengo tiempo para ayudar a nadie, ¿oíste? Yo tengo mis propios problemas, tengo unas clases que organizar y los tipos con los que trabajamos nos dieron una fecha límite. Y ya sabes cómo se ponen cuando nos retrasamos o algo sale mal.

–Pero, necesito ayuda –dice el hombre casi llorando.

–Yo tampoco he dormido, no he hecho actividades de recreo ni nada. Solo trabajar. Por favor, déjame tranquilo.

–Mi gato está en casa. Necesita comida.

–Sí, claro. Salúdame al peludo.

El hombre se pone de pie y sale del local en silencio. Su colega sigue trabajando y bebiendo café. La idea del gato se le queda pegada en la cabeza. Por qué Víctor habrá mencionado a Lino. Trata de seguir trabajando sin esa idea en la cabeza. Dos horas y doce tazas de café después, Aaron recoge sus cosas, paga la cuenta y va a la universidad a verse con unos colegas que no están haciendo lo mismo que él y Víctor.

Lo que los dos hacen no está permitido en las normas de la universidad. Esta les pide una dedicación exclusiva y ambos lo hacen, pero debido al monto de sus salarios y al estado de la economía, necesitaban dinero extra. Aaron sabía de las habilidades de Víctor por lo que decidió proponerle trabajar juntos y hacerse responsable por la seguridad de su amigo y trataba de no hacerlo sentir presionado. Siempre que recibían un encargo, era Aaron quien se veía con los empleadores y quien les entregaba los resultados. Víctor era demasiado ingenuo e inseguro como para vérselas con ellos.

Los hombres para los que trabajaban vivían en el mundo de las apuestas y pagaban bien por sus encargos. Aaron les temía, les trataba con respeto y no se hacía el tonto con ellos.

Víctor y Aaron trabajaron con ellos a lo largo de un año.
Dejaron de sobrevivir con el sueldo que tenían y consiguieron más holgura económica.

No fue sino hasta hace poco que Víctor empezó a tener problemas. Aaron recibía quejas de los hombres. Decían que las predicciones de Víctor no se cumplían: fallaban por exceso o por defecto en varios puntos lo cual les generaba pérdidas. Aaron sabía que las fallas eran de Víctor porque él sabía qué parte del trabajo le correspondía a cada uno. Sus jefes no decían nada de las secciones del trabajo que le correspondían a él. La última reunión que tuvo con ellos terminó mal: amenazaron con despedirlos y exigirles su dinero de vuelta. Aaron no iba a permitirlo por lo que pidió paciencia y otra oportunidad.
Aaron volvió a su apartamento y empezó a trabajar. Tomó los resultados de Víctor y los escribió en la pizarra para verlos mejor. El error debía estar en alguna parte. De repente, cae en cuenta de que hubo unas anotaciones previas y decide ir a su oficina. Víctor tenía el hábito de hacer anotaciones en todos lados y perderlas después. Tal vez, en alguno de los cajones de su escritorio esté la respuesta.

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Ligas, clips, papeles de caramelos, comics, libros viejos de formato pequeño… sus cajones son un desastre. Luego, de milagro, encuentra un papel con números. Aaron los reconoce. Sí, son los resultados. Ahora debe reconstruir todo el trabajo hecho por ambos y entregarlo. Pero es demasiado, no lo terminará pronto. Se acuerda de alguien. Aaron sale de la oficina de Víctor y va a la de Mireya Salazar. Llama a la puerta y entra. La mujer de treinta y dos años está sentada en el escritorio. Le hace señas para que cierre la puerta y se siente.

–Necesito tu ayuda para terminar un trabajo –anuncia después del saludo.

–¿Qué clase de trabajo?

Aaron le explica la situación en la que está.

–Esto fue lo que le salió mal –dice Aaron sacando de su bolsillo el papel que tomó del escritorio de Marcos.

–Es terrible –dice Mireya leyendo el papel-. ¿No se les ocurrió un trabajo más peligroso que ése?

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–No estoy de humor para regaños. Ya Víctor no está. Necesito tu ayuda para terminar rápido y salir de esto de una buena vez.

–Yo no quiero trabajar para unos matones.

–Solo será esta vez. Luego lo dejo –y, agrega para convencerla:– te puedo dar una porción del dinero.

–Dije que no.

Aaron sale de la oficina. Da unos pasos y el jefe de departamento lo llama y lo invita a entrar en su oficina.

–Algo pasó con Víctor.

Aaron deja de respirar.

–Se lanzó a las vías del tren esta mañana.

Aaron no dice nada.

–No hubo forma de salvarlo. Eres la primera persona del departamento en saberlo.

Aaron está enojado. Termina de oír la mala noticia y sale de la oficina. Va a la suya y hace una llamada con el teléfono celular. Organiza una reunión con dos de los tipos que los contrataron a él y a Víctor.
Esta tarde a las siete los verá. Trata de calmarse y buscar las formas de armar un argumento en contra de ellos. Pero, ¿qué se le puede ocurrir? Víctor y él los buscaron y les pidieron trabajo. Eran tipos peligrosos, los dos lo sabían. Así que, ¿quién tiene la culpa?

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Los tres van al baño a charlar. Un hombre que se encuentra orinando, se apura, guarda el miembro, cierra la bragueta y sale corriendo sin lavarse las manos.
–Habla de una vez –ordena Jason.

–¿Qué fue lo que le hicieron a Víctor?

–No le hicimos nada.

–Saltó a las vías del tren esta mañana.

–No lo empujamos, si es lo que crees.

–¿Exactamente en qué coño estaban pensando? Víctor tenía una mente delicada, no soportaba la presión y no debieron darle ese trabajo.

–Él lo había hecho antes…

–Sí, pero por diversión y sin límites de tiempo. ¿Cuántas veces lo acosaron?

–Eso no es asunto tuyo.

–Carajo, dije que cuántas.

–Lo seguimos para que recordara su trabajo. Eso es todo –responde Carlos recibiendo una mirada de soslayo de Jason-. No sabíamos que se pondría tan mal.

–Eso ya no importa. Necesito que alguien lo reemplace –continúa Jason cínicamente.

–No voy a tomar la tarea de Víctor. Haré la mía y será todo.

–No tienes esa opción. Tiene que ser toda. Eres un empleado y nada más.

Un hombre entra al baño y al notar la tensión y ver a Jason sale del lugar.

–Termina el trabajo y nos avisas. Este será el último encargo que hagas.

Jason da señales a Carlos para que lo siga y los dos salen del baño. El hombre que minutos atrás quiso entrar pasó y ocupó una de las casetas.

Aaron hace su maleta y toma un autobús que lo lleve a Lioja. Se esconderá ahí unos días hasta que los tipos se olviden de él. Llega a Lioja, renta una habitación de hotel y se dispone a pasar un tiempo ahí. Los días transcurren y todo es tranquilo. Incluso hasta disfruta de esa escapada. Pasea por los sitios públicos, va al cine y socializa un poco con los lugareños.
Una noche llega tarde al hotel. Entra en la habitación y enciende las luces. Para su horror, ve a Jason parado en medio del lugar. Aaron no sabe qué decir. La garganta se le seca. De repente, siente algo presionando su espalda. Ahí, de pie, con un revolver apuntándole, cae en cuenta de que tal vez, él es tan ingenuo como lo era Víctor.

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Las imágenes son capturas de Pantalla del video "The Turing Enigma" subido por el Youtuber "MsEvaristeGalois"

Gracias por leer

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Hola, amigo. A pesar de ser breve es sumamente interesante, ¿Subirás alguna continuación? Apostaría por la osadía en el cambio de la trama. Saludos, compañero.

Saludos, @sixscamander! Al leer este relato, mi consejera me dijo: "Parece el primer capítulo de una novela". Ella tiene buen ojo para estas cosas así que me quedé pensando en esa posibilidad. Ahora, con su comentario, debo pensarlo más seriamente.
Gracias por leerme.
Un abrazo fraterno.