Tradición familiar - Relato

El loco, la luna y la muerte; Raquel observaba el tarot sobre la mesa y decía lo primero que le venía a la mente, ella decía que así era como le venían los mensajes, que los significados preestablecidos de las cartas solo limitaban su visión; por eso prefería leer la mano, pero si ofrecía más servicios, podía cobrar el doble.

—Veo un peligro que te acecha y hombre de negra cabellera. No sé, hay algo que no se me muestra claramente. Podría leerte la mano por 15% adicional, ¿te interesa?—Le dijo a la cliente con semblante preocupado y sí, como a la mayoría, sí le interesaba.

Llevaba 10 años viviendo de la adivinación; desde el día que le le dijo a su vecina — Pero mujer, si tienes tantas deudas juegate el 209— y Doña Libia se había ganado el premio gordo de la lotería. Lo había dicho en broma, pero había pasado y todas sus vecinas se convencieron de que ella tenía un don.

Acertar los números de la lotería era complicado, pero decir quien llevaba los cuernos más grandes, eso era tarea sencilla , solo había que ser un poco observadora. Así, poco a poco fue instruyendose en que tipo de servicios adivinatorios podría ofrecer e incluso incursionó en la fabricación de talismanes; pronto daría consultas online, ahí estaba la verdadera mina de oro.

Su bisabuela, que en paz descanse, había alimentado a sus hijos a bases de vender "amarres" y pócimas milagrosas; quizá lo llevaba en la sangre; aunque la verdad de su bisabuela solo había heredado una frase: "Todos los días sale a la calle un tonto y es del primero que se lo encuentre".