Fuente
Debo confesar algo:
tenía días oyendo un
ruido que me hacía
volver el rostro.
No provenía del exterior
solo se trataba de mi interior
resquebrajándose mientras
las promesas caían, abatidas
a mis pies
y aún así, seguían viniendo a
borbotones de bocas que no
planeaban cumplirlas.
El descaro es tan común en los
días que ya resulta redundante usarlo
de calificativo;
aburrido de escuchar en protestas;
asfixiante de vivirlo en sus acciones
diarias...
¡Cansino, cansino, cansino!
¡Estoy tan cansada!
Quisiera cerrarles la boca
con hechos,
matarlos con mi alejamiento,
hacerlos temblar con el peso
de estas decepciones
convertidas
en
brasas...
con furia,
en la entrada
de mi estómago.
Estoy terminantemente
decidida
flechas de mi determinación
hacia otros cielos,
que cubre mi cuerpo y roba el oxígeno...
Estoy dispuesta a sostener la toalla
con ambas manos y romperme
los dedos de ser necesario;
a encontrar el resquicio de luz
que los fantasmas se empeñan en
robarme;
a sonreír retadora cada vez que las
cosas se tornen imposibles...
han echado un vistazo a la superficie
y ahora claman querer ayudarme.
¡Ah! prepárate de mí,
prepárate de mí...
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