Demasiado temprano para la muerte
No puedo morir ahora. No puedo morir ahora que la casa ha quedado sola. Que nadie se dará cuenta de mi ausencia, que nadie preguntará por mí, que solo sabrán cuando el olor putrefacto se expanda por la zona y las moscas verdes y gruesas hagan insoportable el vivir de los vecinos.
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Tal vez si les hubiese dicho lo que sentía, lo que cada día salía de mí y que no me dejaba dormir en paz, tal vez no se hubiesen ido y en este instante no estaría tan solo. Pero cómo decirle de la sangre saliendo de mis pulmones, de mi nariz. Eso los habría preocupado a todos y nunca me ha gustado ser el motivo de angustia de nadie, la razón de enojo. Como aquella vez en la que Ana Patricia me dijo que no le gustaba cómo respiraba, el ruido que hacían mis pulmones y yo, tratando de no incomodarla, simplemente no respiraba cada vez que la tenía cerca. Dejé de respirar para no molestar a Ana.=:<0>:=
No puedo morir en este momento y sin embargo, no creo que tenga escapatoria. Si hubiese sabido que el final sería así, tal vez habría abierto las ventanas, la puerta, habría llamado a Ana, a los otros. Tal vez les hubiese dicho algo significativo, que sirviera para que pudieran recordarme cuando volvieran a estar juntos, sin mí. Pero no hice nada, a pesar de mi intuición, de esas señales que aparecían en mi cuerpo: el cuerpo es la evidencia de la enfermedad y la muerte.=:<0>:=
Desde aquí veo el polvo acumulado del piso, restos de comida que empiezan a llevarse las hormigas. Muchas de ellas ya deben estar sobre mi cuerpo que pronto se convertirá en alimento. ¿Qué hora? Es de noche. Mañana, seguramente se enterarán de mi muerte. A esta hora no, a esta hora ya todos duermen.
Tal vez si les hubiese dicho lo que sentía, lo que cada día salía de mí y que no me dejaba dormir en paz, tal vez no se hubiesen ido y en este instante no estaría tan solo. Pero cómo decirle de la sangre saliendo de mis pulmones, de mi nariz. Eso los habría preocupado a todos y nunca me ha gustado ser el motivo de angustia de nadie, la razón de enojo. Como aquella vez en la que Ana Patricia me dijo que no le gustaba cómo respiraba, el ruido que hacían mis pulmones y yo, tratando de no incomodarla, simplemente no respiraba cada vez que la tenía cerca. Dejé de respirar para no molestar a Ana.
No puedo morir en este momento y sin embargo, no creo que tenga escapatoria. Si hubiese sabido que el final sería así, tal vez habría abierto las ventanas, la puerta, habría llamado a Ana, a los otros. Tal vez les hubiese dicho algo significativo, que sirviera para que pudieran recordarme cuando volvieran a estar juntos, sin mí. Pero no hice nada, a pesar de mi intuición, de esas señales que aparecían en mi cuerpo: el cuerpo es la evidencia de la enfermedad y la muerte.
Desde aquí veo el polvo acumulado del piso, restos de comida que empiezan a llevarse las hormigas. Muchas de ellas ya deben estar sobre mi cuerpo que pronto se convertirá en alimento. ¿Qué hora? Es de noche. Mañana, seguramente se enterarán de mi muerte. A esta hora no, a esta hora ya todos duermen.
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Un relato duro, como la vida, con un final muy triste. Me gustó.
Saludos.
Qué bueno que te haya gustado!! Gracias por tu lectura y comentario.
Cruda historia, muy bien contada, con una atmósfera psicológica y física que nos remueve anímicamente. Alguien dijo que la muerte nos acompaña silentemente. La soledad física puede ser una terrible aliada. Saludos, @nancybriti.
En tus palabras resumes la esencia del relato y ese sentimiento "de soledad" ante la muerte. Siempre morimos solos, aunque acompañado. Gracias por el comentario y apoyo,amigos!!
Mil gracias por vuestro apoyo!!! Feliz y agradecida de recibirlo. Muchas gracis
¡Guau! ¡Qué relato amiga!... Cuánta crudeza bien descrita. Mis felicitaciones. Lograste que a medida que leía, sintiese un escalofrío y angustia indescriptible. Quién sabe a cuantas personas les ha tocado vivir muriendo y en soledad...
Mis saludos @nancybriti. Éxitos. Me encantó tu estilo. Cariños. 😍