El eco de las palabras...
Escuchó cuando el marido puso la llave en la cerradura de la casa. El ruido la despertó o tal vez no estaba completamente dormida. Tal vez, como siempre, sólo tenía los ojos cerrados. El hombre abrió abruptamente la puerta de la habitación. Ella apretó los ojos con fuerza, rezando para que el marido se durmiera. Mañana le preguntaría dónde había estado y con quién. Hoy no, mañana cuando estuviera sobrio. En ese momento sintió unas manos que la cogían por detrás. La cogieron por el cuello y por el pelo. Sintió el olor del alcohol entrando en sus fosas nasales. No se movió. Su boca cerrada, sin decir una palabra. Párpados pesados, inmóviles, como pesadas persianas. Permaneció en silencio, silenciosa ante el abuso del hombre. Ni una lágrima, ni una palabra salió de ella.
Mientras el cuerpo del hombre yacía en la cama, la mujer se levantó y fue al baño. Se dio una ducha fría y miró las marcas que el hombre había dejado en su cuerpo. No era la primera vez que estos abusos ocurrían, ni tampoco sería la última, estaba segura. Recordó la primera vez que se pelearon como novios. Puso su mano en su cara recordando ese momento. Luego vinieron más peleas y más insultos. Nunca encontrarás a un hombre como yo, le había gritado mientras se peleaban. Nadie se fijará en una pobre mujer como tú, repetía mil veces. El único hombre que te soporta soy yo, dijo el hombre con un dedo y una sonrisa burlona. La familia también dijo: "¿Qué vas a hacer sola y con dos hijas? Él te maltrata, pero te ama, debes entender que no sabe cómo mostrar su amor". Algunos, incluso, se atrevieron a preguntar: "¿Pero qué le hiciste que está tan molesto?" El agua de la ducha escondió sus lágrimas.
A la mañana siguiente, la mujer se levantó y preparó el desayuno en silencio. Cuando el marido se sentó a la mesa, la mujer silenciosa le sirvió la comida. La noche anterior parecía tan lejana, así que no le dijo nada de lo que había pasado. Tal vez el alcohol le había hecho comportarse así, tal vez incluso lo había olvidado o ella lo había soñado. A veces es mejor no despertar al huracán, le habían dicho varias veces sus amigos. El hombre comió su comida y con un breve saludo salió a la calle. No hubo besos ni disculpas, sólo un gesto con la cabeza que lo resumía todo. La mujer se sentó allí bebiendo un café frío que sabía más amargo y triste de lo habitual.
Por la noche, la mujer miró su reloj: 10:30. Nerviosamente piensa que el marido no ha llegado. Piensa que tal vez le ha ocurrido algo: la delincuencia desatada, la muerte escondida en un rincón. Las chicas quieren que les lea un cuento. Va al cuarto de las hijas y comienza a contarles la historia de hadas y aventura. En esta historia la princesa lucha contra el dragón y contra el príncipe. La princesa no necesita que nadie la salve. En esta historia, la princesa se salva a sí misma.
¡Felicidades! Esta publicación obtuvo upvote y fue compartido por @la-colmena, un proyecto de Curación Manual para la comunidad hispana de Hive que cuenta con el respaldo de @curie.
Si te gusta el trabajo que hacemos, te invitamos a darle tu voto a este comentario y a votar como testigo por Curie.
Si quieres saber más sobre nuestro proyecto, acompáñanos en Discord: La Colmena.
Gracias por el trabajo que están haciendo y por su apoyo! Un abrazo fraterno
This post was shared in the #spanish-curation channel in the Curation Collective Discord community for curators, and upvoted and reblogged by the @c2-spanish community account after manual review.
@c-squared runs a community witness. Please consider using one of your witness votes on us here
Muchas gracias por el apoyo, amigos!
Muy buen relato, una historia que lamentablemente se repite mucho en nuestra sociedad. Saludos
Sí, lamentablemente es así. La violencia no conoce de épocas ni de clase social. Saludos, @popurri