Cielos en la tierra,
tu falda como almohada en un dia de otoño,
rodeados de arboles.
Una caminata plácida por el bosque,
contigo pero sin hablar mucho,
sentarse y disfrutar a María,
la vírgen sinsemilla.
Un campamento en una desolada pradera,
sin nada superfluo,
una carpa, dos mochilas,
una misión, ser y estar.
Tú y yo y una moto,
una taza de café,
un fueguito.
Tú y yo y una tarde,
una faena, un asado,
una pequeña fiesta romana.
Ellos allá,
nosotros aquí,
el indescriptible deleite,
de hacer el amor en una carpa,
rodeados de kilómetros,
de nada.