
No eran los mejores momentos en el matrimonio de Ricardo y Julia, ella recién había dado a luz a su tercer hijo y cada vez que llegaba a casa todo eran reclamos, quejas y llantos. Un día, estando en la oficina Ricardo se sintió más saturado que nunca y Vanesa siempre de observadora aprovechó la oportunidad para insinuársele con descaro.
-Parece que los niños no te dejaron dormir en toda la noche, quizás te hagan falta unos tragos para relajarte o un buen masaje terapéutico, y te aseguro que quedarás como nuevo -dijo Vanesa mientras mordía sus labios.
-Vanesa, no vayas a comenzar, por favor -respondió Ricardo con una risita nerviosa. Sí, es cierto tuve una mala noche y últimamente una mala vida, pero estaré bien todo se irá arreglando, ya lo he vivido antes. Así que, puedes irte a trabajar y aunque valoro “tus buenas intenciones” prefiero evitar desgracias.
-No, nada que ver, creo que estás exagerando. Conmigo todo es magia y felicidad y además soy una mujer bastante prudente -aseguró Vanesa con una sonrisa pícara. Sabes que me encantas y no es que quiera casarme contigo, pero he te visto tan agobiado estos últimos días y no puedo más que tratar de hacerte feliz. Así que piénsalo, tienes mi número y también sabes donde vivo.
-Gracias Vanesa, eres muy considerada, pero yo paso… -comentó Ricardo al mismo tiempo que agachaba la cabeza.
Luego de que Vanesa saliera de la oficina, Ricardo se quedó muy pensativo y a pesar de que se había negado rotundamente a la propuesta indecente de una de sus mejores trabajadoras, comenzó a imaginarse todo un escenario erótico en casa de ella. Revisó su celular, abrió el chat de Vane y enseguida le envió un mensaje: “Cambio de planes, hoy en tu casa después del trabajo, espero sepas cocinar rico”.
Al sonar el celular, Vanesa ya sabía quién le estaba escribiendo y suponía el contenido del mismo. Hizo un gesto de emoción con su mano y suspiró profundamente. “Perfecto, no te vas a arrepentir”, fue su respuesta.
Siendo aproximadamente las 6p.m, Ricardo le envió un mensaje a su mujer, explicándole que por esta ocasión iba a llegar algo tarde a casa. Julia, aunque refunfuñó, no le pareció extraño debido a que como era de costumbre, de ves en mes en la empresa se hacían reuniones imprevistas.

Tras una cena exquisita de comida China, ella comenzó a servir más vino, se dirigió al equipo de sonido y colocó una música muy sensual para ir haciendo el ambiente menos tenso. Comenzó a acariciarle el rostro susurrándole al oído que nunca olvidaría esta noche y lo besó apasionadamente sin detenerse. En ese momento, Ricardo abrió los ojos y reaccionó.
-Dios mío pero que estoy haciendo aquí, al final la verdad siempre sale a la luz, la abuela siempre lo decía. No, no puedo poner en juego a toda mi familia -pensó Ricardo mientras separaba a Vanesa.
Sin embargo, ya era muy tarde para él, Vanesa sabía que en cualquier momento se podía arrepentir y a ella nadie la rechaza sin consecuencias. No le importaba si perdía su trabajo, si él no era de ella, entonces tampoco iba a seguir con su aburrida esposa. Le había echado una pastilla de dulces sueño al trago de Ricardo y armó toda aquella escena en la cama, de ellos sin ropa. De inmediato se las mandó a su mujer y se quedó acariciando y hablándole al oído mientras él dormía profundamente.
Cuando Ricardo llegó desesperado a la casa, ya estaban todas sus maletas listas. Julia ni siquiera le preguntó ni le reclamó nada. Solo con lagrima en los ojos le dijo que se fuera, y que lo iba a lamentar en los tribunales. Él empezó a contarle toda la verdad, mientras sollozaba arrodillado en el piso, pero ni por un segundo ella le creyó. Ya el daño estaba hecho, y aunque al final Ricardo se arrepintió y no consumó lo de aquel acto carnal, nunca pudo recuperar a Julia.
Rainelis Loero Reyes @railis93