Carta para @sweetvalǁP a s a d oǁ

in Cervantes4 years ago

¡Bienvenidos! En esta oportunidad, con mucha felicidad les presento unas palabras a mi yo del pasado. ¡Los invito a disfrutarlas!

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Imagen creada por @sweetval en Canva.

Soy como una flor, con la capacidad de volver a renacer, pues, me caigo, me levanto y me renuevo.

Querida yo del pasado

Hay mucho que recordar, vivencias que siempre se quedarán grabadas en la mente y en el corazón. Esta historia llamada mi vida empezó un 15 de noviembre de 2002, un día lluvioso, tras una cesárea, rodeada de amor, flores y esperanza. De bebé cuentan diversas fuentes familiares, era gordita, comía con tranquilidad, lloraba mucho, sonreía en compañía y era muy activa.

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Imagen editada por @sweetval en Canva.

No olvido todas las vivencias buenas y malas, porque todas incidieron de manera directa en mi presente y sobretodo en mi futuro. Añoraba de niña crecer con rapidez, sin saber que el tiempo me daría un nudo en el estómago y un enlace para hacer de mi vida, mucho mejor o algo mucho peor.

Recién se celebró el día del niño, fecha en la cual se despertó en mí una serie de sensaciones, a su vez sentimientos encontrados que significaron una lluvia de pensamientos. Parece ayer cuando jugaba entre las flores, risas, sueños y juegos, cuando me acobijaba en las tormentas en los brazos de mi mamá, cuando entré al preescolar con timidez tomada de la mano de uno de mis primos; tras esos sucesos, empecé a cambiar, crecí algunos centímetros, fui ascendida a primer grado, me costó aprender a leer, seguía jugando, empecé a inventar en mi cabeza muchas historias, leía pequeños libros, veía en la televisión Discovery Kids, amaba Doki, Caillou y diversos dibujos animados, disfrutaba ir al parque, a la casa de mi abuela y a los viajes familiares.

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Imagen editada por @sweetval en Canva.

El tiempo no se detuvo, la vida siguió un curso correcto. Segundo, tercer y cuarto grado, hicieron de mí, una Valentina delgada, de rizos dorados, quisquillosa, exigente, ocurrente, inteligente, inquieta, hábil, risueña, pensativa. Odiaba los números, me costó aprender matemáticas, pero no me detuve por ello. Mi día favorito se convirtió el sábado, porque podía ir a la casa de mi abuela materna, donde podía ser yo misma, sin máscaras, sin tapujos, allí disfrutaba de jugar con mis primos y comía deliciosos platos. Amaba leer libros, escuchar música, cantar, bailar, armaba mis propios conciertos, limpiaba la casa cuando mis padres no estaban.

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Imagen editada por @sweetval en Canva.

Quinto y sexto grado especialmente marcaron un antes y un después, una nueva etapa en mí, desde el interior hasta el exterior. En quinto grado empecé a ser una preadolescente, mi cuerpo cambió, mis intereses también, fui mucho más reservada, pensaba mucho pero poco expresaba; algo que influyó directo en esa etapa fueron los libros y mi entorno social. Con tan solo doce años, me metí de lleno en el mundo de la lectura y la tecnología, pues allí podía pasarme horas. En aquel tiempo me regalaron mi primer teléfono táctil, siendo mi herramienta para introducirme en el mundo de la lectura desde un móvil, interesándome por novelas románticas, místicas y la poesía. En cuanto a mi entorno social, no solía estar rodeada de muchas amistades, era selectiva y mis verdaderos amigos los contaba con los dedos de una mano, porque la mayoría no gozaban de la lealtad, ni el respeto, no solían ser reales. Mis días eran muy distintos a los de cualquier preadolescente, porque prefería pasarme un fin de semana entero leyendo en mi celular una novela a ir a una fiesta llena de tragos, baile y adolescentes.

El último día de sexto grado, fue una sensación extraña, porque desde que era niña quería llegar allí, pero una vez que lo estaba viviendo, ni yo misma me lo podía creer, era algo maravilloso, pero también irreal. Entrar al bachillerato fue un cambio necesario, rodearme de doce materias fue alucinante, no esperaba tener mi fin de semana con tres, cuatro y hasta cinco tareas de diferentes materias, al principio me costó, me lo tomé a la ligera y no solía tener un hábito de estudio, no me dediqué.

Primer año de secundaria no fue nada fácil, me trajo estrés porque no me sabía organizar. Terminó el primer lapso, se venían las vacaciones, había llegado la época del chocolate caliente, regalos, navidad, tendría un descanso por algunas semanas, pero… también recibiría mis notas, tendría el resumen de mi rendimiento escolar. Estaba asustada, porque yo sabía muy bien que no había estudiado, entonces cuando recibí las notas junto con mis progenitores me llevé el mayor de los miedos cuando mis notas estaban medias, ni buenas, ni malas.


Imagen editada por @sweetval en Canva.

Hay cosas de mi pasado que me hubiese gustado cambiar, errores que me hubiese gustado no cometer, trazos que hubiese querido no trazar. No aceptaba hasta hace poco tiempo del todo mi pasado, sin embargo, sé que mi pasado, mi presente y mi futuro, me hacen una sola persona. No puedo cambiar mi pasado, por ello, quienes entren a mi vida tendrán que escucharlo, si quieren quedarse, está bien y sino, les deseo lo mejor. Con el tiempo trascurrido me he dado cuenta de muchas cosas a mi corta edad; me ha entrado la flojera, la apatía y montón de sentimientos, sensaciones y pensamientos que quizá no deberían estar, pero habitan en mí.

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Imagen editada por @sweetval en Canva.

Después de recibir el resumen de rendimiento escolar del primer lapso de primer año, me sentí mal porque sabía que no estaba dando lo mejor de mí y no podía culparme del todo, porque estaba empezando una nueva etapa, llegué a primer año casi como entrar a un terreno desconocido, no tenía una hábito de estudio porque era muy distinto estudiar para solo matemáticas, lenguaje, ciencias sociales y ciencias naturales, que para doce materias sumamente distintas; hago énfasis en esto, porque después todo cambió, no me rendí, sabía que podía dar mucho más de mí, ser mejor por y para mí… me esforcé, me organicé, hice un calendario con todas las actividades, estudiaba todos los días después de ir a la escuela todo lo que me daban, leía más de lo que me daban, es decir, no me quedaba solamente con las enseñanzas que me aportaba mi instituto educativo, pues, veía vídeos, asistía a clases de matemática cuando no entendía algo y me nutría con más que lo común. De alguna manera mi personalidad me ayudó a ser mejor, porque era quisquillosa, me interesaba por cosas nada comunes y quería saber más. El segundo lapso, estuvo lleno de cansancio, problemas en el país y falta de profesores, pero aún así lo terminé y lo mejor fue recibir el boletín de mi segundo lapso, sonreí y me sentí feliz, porque había mejorado notablemente en muchas asignaturas, quedé en el cuadro de honor y reconocimiento estudiantil, desde ahí no me detuve en todo lo que quería alcanzar. Tras un año difícil, recibí mi boletín final. Por ello, sé que no había nada más bonito, ni nada mejor que recibir tras cada lapso un boletín con buenas notas, pero sobretodo no había nada mejor que estudiar, nada más gratificante que estudiar para aprender, saber y enriquecerse.

Todos tenemos altas y bajas en nuestra vida, algunos momentos que nos da vergüenza contar, decir o expresar, pero todo lo bueno o malo es parte de la vida y nos hacen uno solo.

Ante mis ojos parece ayer mismo cuando entré al preescolar, siento esa sensación en el pecho, pero ya soy una mujer, dentro de unos días recibiré mi título de bachiller y dentro de unos meses cumpliré dieciocho años. El tiempo pasa volando, por ello, me limitaré a disfrutarlo mientras pueda.

A mi yo del pasado la quiero, por la capacidad para razonar en silencio o en medio de los problemas. La acepto por sus debilidades porque las convirtió en su salto al éxito; no me quejo en absoluto de todo lo malo que me ha pasado, ¡Gracias a mi yo del pasado, hoy soy una mejor persona! Soy más fuerte, valiente y exitosa por todos los errores, caídas, desgracias, debilidades, crisis existenciales.

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Imagen editada por @sweetval en Canva.

En ocasiones no me sentí bien conmigo misma, se inmiscuyeron en mi mente pensamientos erróneos, malos y experimenté un cúmulo de sensaciones nada agradables, pero estaban ahí, no había manera de sacarlos, ellos se fueron con el tiempo, se desvanecieron y aún así comprendí que han dejado en mi algo, han aportado a mi vida una valiosa lección. Soy una mujer, por ello, no me rindo, no existe en mi diccionario la palabra rendirse, sino superación. ¡Voy por lo mejor, hasta que sea óptimo y así lograr que sea excelente! Si llega a superar mis expectativas, chévere, sino… de igual manera estaré orgullosa, porque transcurrí un camino duro, pensaré: ¡Valió la pena porque llegó la superación! Cada día trabajo en mi seguridad, en potenciar áreas de mi vida por y para mí.

Mi consejo para ti

Tú, eres el arquitecto de tu vida, tal vez has escuchado a lo largo de tu vida esta frase, quizá sea cliché, esté trillada o bastante sonada en varios lugares de la tierra, pero… ¡Es tan simple como poder pintar o hacer lo que te guste con tu vida! En tus manos está el poder hacer realidad todo lo que imagines, sueñes y esperes.

A mi yo del pasado le diría: sigue soñando, canta, ríe, sé tú misma, no te compares, exprésate, di a las personas que las amas, viaja, disfruta las pequeñas cosas de la vida, disfruta el hoy. Sigue siendo inteligente, risueña, pensativa, exigente consigo misma, ¡Explota todo el potencial que tengas! ¡Descubre tu vocación! ¡No te rindas! No esperes nada de nadie. Sé óptima, eficiente y busca el bien. Sé positiva. Vendrán tiempos mejores para ti, ya que tendrás hermosos momentos por experimentar. Declaro para ti una vida llena de logros cumplidos, estudios que harán de ti una mejor persona, viajes llenos de felicidad y todo lo que quieras soñar materializado, porque tú puedes, quieres, te lo mereces y lo vas a lograr.

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Imagen editada por @sweetval en Canva.

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¿Estás feliz con tu yo del pasado?

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¡Feliz y bendecida semana!

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Todo este contenido fotográfico y literario es original de Valentina Padrón, en el transcurso de su vida. Si quieres disfrutar de más contenido como este, no dudes en exponérmelo en comentarios.

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