Cuando estaba aprendiendo a volar, el miedo solía susurrarme al oído muchas cosas. Solíamos ser amigos y él estaba ahí, presente en cada entrenamiento. Siempre buscaba protegerme, pero muchas veces no entendía de qué me protegía. Me asfixiaba, necesitaba un espacio. A medida que seguía avanzando, nuestra relación se hacía más estrecha, comenzábamos a no entendernos. Fueron muchas las veces que no pude lanzarme y simplemente dejarme caer porque él, por mucho rato insistía en que el peligro no me convenía. Pero mi cuerpo se hacía más fuerte y así nos fuimos alejando, yo me lanzaba al vacío y permitía que el peligro profanara aquel cuerpo inerte, llenándolo de vida, dejándolo recibir el oxígeno de las alturas. Fue así como fui dejando ir poco a poco aquél viejo amigo que me advertía siempre de las cosas y no me permitía acercarme a los riesgos. Fueron muchos los años de compañía y sin darme cuenta era casi el único amigo con el que solía conversar de las cosas que realmente me perturbaban. Él me escuchaba serenamente y me hacía alejarme de todo aquello que podía lastimarme. Pero todo cambia, cambian las ideas, los sueños y las expectativas hacia uno mismo. Mi cuerpo ahora era más flexible, comencé a escuchar mi respiración y ya no sentía miedo del dolor. El dolor también es necesario para avanzar, a nadie le gusta, es cierto. Sin embargo cuando se va te queda una sensación como si te reiniciara por dentro. Entonces no vuelves a ser el mismo.
En el circo, si te apasionan los elementos aéreos, tu mente debe estar completamente conectada con tu cuerpo generando un hilo de concentración que te impida acercarte al miedo. Él a veces conversa conmigo, es natural sentir miedo, ya que también te advierte de las imprudencias. Seguía ahí, siendo parte de mí y haciéndome saberme humana, pero sus opiniones estaban en un segundo plano. Comencé a volar y me encontré en la textura de una tela, aprendí a dibujar en el aire. Comenzamos a entendernos y fui tan feliz como cuando era niña y me llevaban al parque. Entonces me montaba en el columpio y me elevaba muy alto por largas horas. Fueron muchas las veces que mi cara terminó en el piso y mi ropa llena de tierra gracias a eso, pero volvía siempre al lugar que me hacía feliz aunque hoy en día, los columpios parecieran estar en peligro de extinción. En el circo se encuentra el trapecio, que no es para columpiarse, pero tu fuerza te permite balancearte como quieras sobre él. Y entonces me siento poderosa. En las alturas, lo único que puede estar mal es el miedo y la imprudencia. Lo demás llega solo.
Cuando eres artista, te debes al público. Tu mayor recompensa siempre será la euforia de una ovación. Por lo tanto, sea cual sea tu investigación, debes pensar bien en las emociones del público. Cuando eres artista de circo, tu compromiso es brindar al público la emoción del peligro. Una rutina que les haga pensar que perdiste totalmente la cordura, pero también que les haga admirar tu valentía. Generar emociones que inspiren a dejar el miedo. Desde que aprendí a volar me digo a mi misma que sino siento miedo de lanzarme de unos cuantos metros de altura, no le puedo tener miedo a nada. Desde entonces lo aplico a mi vida. Libre de miedos, por mostrarme como soy, libre de miedo por decir lo que siento y pienso y libre también de miedos para decir un no rotundo a las cosas que no quiero.
Gracias a aquellos, que marginados en algún momento jamás desistieron en el camino y hoy por eso hay historias que contar. El circo duele, es cierto. Pero te hace fuerte, de cuerpo mente y espíritu y la fuerza te hace libre.
Gracias por mostrar al mundo que aún sin tener alas se puede volar de muchas maneras. Puedes reír también, sin lastimar a otros y el riesgo no sería lo mismo sin ustedes, acróbatas, equilibristas, malabaristas, payasos. A ustedes mi más sincera admiración.
The magic of the circus and my relationship with fear
When I was learning to fly, fear used to whisper many things in my ear. We used to be friends and he was there, present at every training session. I always wanted to protect myself, but many times I didn't understand what I was protecting myself from. I was suffocating, I needed a space. As I continued to advance, our relationship became closer, we began to not understand each other. There were many times that I could not jump and simply let myself fall because he insisted for a long time that danger did not suit me. But my body became stronger and so we were moving away, I threw myself into the void and allowed danger to desecrate that inert body, filling it with life, allowing it to receive oxygen from above. That was how I gradually let go of that old friend who always warned me of things and did not allow me to approach risks. The years of company were many and without realizing it I was almost the only friend with whom I used to talk about the things that really bothered me. He listened to me serenely and made me get away from everything that could hurt me. But everything changes, ideas, dreams and expectations towards oneself change. My body was now more flexible, I began to listen to my breathing and I was no longer afraid of pain. Pain is also necessary to move forward, nobody likes it, it's true. However, when it leaves you have a feeling as if it rebooted you inside. Then you are not the same again.
In the circus, if you are passionate about aerial elements, your mind must be completely connected with your body generating a thread of concentration that prevents you from approaching fear. He sometimes talks to me, it is natural to feel fear, since he also warns you of recklessness. He was still there, being a part of me and making me feel human, but his opinions were in the background. I started to fly and I found myself in the texture of a fabric, I learned to draw in the air. We began to understand each other and I was as happy as when I was a child and they took me to the park. Then I would ride the swing and climb very high for long hours. Many times my face ended up on the floor and my clothes full of dirt thanks to that, but I always returned to the place that made me happy even though nowadays, swings seem to be in danger of extinction. In the circus is the trapeze, which is not to swing, but your strength allows you to swing as you want on it. And then I feel powerful. In the heights, the only thing that can be wrong is fear and recklessness. The rest comes alone.
When you are an artist, you owe yourself to the public. Your greatest reward will always be the euphoria of an ovation. So whatever your research, you need to think hard about the audience's emotions. When you are a circus performer, your commitment is to bring the thrill of danger to the public. A routine that makes them think you've totally lost your sanity, but also makes them admire your bravery. Generate emotions that inspire you to stop fear. Since I learned to fly I tell myself that if I do not feel afraid to jump from a few meters high, I cannot be afraid of anything. Since then I apply it to my life. Free of fear, to show myself as I am, free of fear to say what I feel and think and also free of fear to say a resounding no to the things I do not want.
Thanks to those who, marginalized at some point, never gave up on the road, and today there are stories to tell. The circus hurts, it's true. But it makes you strong, of body, mind and spirit, and strength makes you free.
Thank you for showing the world that even without wings you can fly in many ways. You can laugh too, without hurting others and the risk would not be the same without you, acrobats, tightrope walkers, jugglers, clowns. My sincere admiration to you.
¡Felicidades! Esta publicación obtuvo upvote y fue compartido por @la-colmena, un proyecto de Curación Manual para la comunidad hispana de Hive que cuenta con el respaldo de @curie.
Si te gusta el trabajo que hacemos, te invitamos a darle tu voto a este comentario y a votar como testigo por Curie.
Si quieres saber más sobre nuestro proyecto, acompáñanos en Discord: La Colmena.