La muchedumbre estaba fascinada con la inauguración del nuevo hospital. Este se había logrado construir gracias a las donaciones de los ricachones del pueblo. Los habitantes de aquel recóndito pueblo ya no tendrían que acudir a esa medicatura toda destartalada y maloliente a muerte. Ahora estarían en un hospital de verdad, con la atención de buenos médicos, graduados en la Capital, como decían.
El Hospital del Dr. Tarr, así fue llamado por un insigne Doctor que vivió muchos años allí y que al morir pidió que todos sus bienes fueran vendidos y con el dinero recaudado construyeran un hospital decente. Así decía.
Los habitantes habían colaborado, de alguna manera, en la construcción del hospital, se habían acercado y trabajado de albañil, pintores, vigilantes... Era fascinante ver a la población ayudar a construir dicho recinto.
Los especialistas que habían ido a trabajar al hospital se encontraban anonadados por la disciplina y la laboriosidad de los sujetos.
Los habitantes a veces miraban con recelo a los doctores, claro no estaban acostumbrados a ver tantas batas blancas, con aparatos extraños.
Muchos no entendían ese afán de llevarlos hasta aquella habitación blanca. Allí le hacían una serie de preguntas y luego le daban una capsula. Cada vez que se le preguntaba para qué era, ya que no estaban enfermos, los médicos le decían que era para prevenir cualquier enfermedad, querían una población sana.
Cada vez que tomaba una de esas capsulas sentía como si mi estómago ardiera, mi cerebro quisiera salir de mi cabeza, mi sangre hormigueaba y luego caía en un largo letargo. Ya no la quería tomarla más, pero era necesario, decían. A veces pensaba que me salían otras extremidades, otras creía que me arrastraba como gusano. Al despertar al día siguiente sentía un gran cansancio, con magulladuras en mi cuerpo que ni sabía cómo me las había hecho. A veces siento que vuelo, no como mariposa, sino como un insecto.
A veces le preguntaba al Doctor por qué sucedía eso, él solo me miraba y decía que mi mente jugaba conmigo y por eso se debía aumentar la dosis. Ahora no tomo una, sino dos capsulas.
He tratado de ver a los demás, de preguntarle, pero me tienen aquí encerrado. Me dicen que es para vigilar mi tratamiento. Pero, ya no quiero estar aquí, quiero salir y ser libre. Venir a este hospital no fue una gran idea.
Hoy vino a verme otro doctor. Este nunca dice nada. Solo viene con su traje especial, una libreta, me mira, anota y se va. Me intriga saber qué escribe en su libreta. Unas veces le he visto sonreír sobre todo cuando el otro doctor le dice que me siento como gusano.
Yo no estoy loco. Si lo estuviera, me habrían mandado a la Capital. Yo sigo aquí en este hospital, que ayudé a construir e ingresé. Ya no recordaba cómo había llegado allí.
Estoy justo aquí. Y nadie puede negar eso.
Esperaré a que se descuiden y robaré la libreta y veré qué anotan. Me intriga. Tal vez tenga algo grave y no quieran decírmelo. Tal vez creen no pueda afrontar la verdad.
Esta es mi entrada al concurso de escritura de @fuerza-hispana
@ɱαɾƈιαႦσɳ