Peripecias de un pollo
No terminaba de entender por qué se le metió ese deseo de ser diferente, quería verse alto y sin ese traje de plumas que solo le daba calor, no podía mostrar ese garbo que tenía el avestruz, por eso que decidió ir donde el Loro Real, él tenía una peluquería y ofrecía depilación a domicilio para no molestar a sus vecinos con los gritos cuando alguien decidía pelarse.
—¿Tiene que ser sin anestesia? Preguntó el pollo.
—No es necesario, un poco de dolor refuerza la voluntad. Eso sí, trate de dar gritos sordos, por el bien de sus vecinos, no quiero denuncias en la policía.
Así fue como después de varios días, lucía una piel reluciente y porosa que era el hazmerreír del gallinero.
El loro le dio lecciones de como caminaba el avestruz, cosa que el pollo completamente desnudo no pudo entender por razones obvias.
Así el pollo terminó caminando como un loro, pero tuvo que vender hasta las plumas, para poder pagar las clases.
Como no tenía suficiente comida, adelgazó más de la cuenta y pasaba las noches con mucho frío por lo pelado, pero tuvo que cambiar sus rutinas de vida social. Cuando todas las gallinas dormían, él salía a dar paseos nocturnos y aprovechaba para buscar insectos y así poder alimentarse. También le molestaba oír los comentarios malintencionados de sus vecinos.
Una noche se topó con el gato, que con el hambre que tenía le mordió los muslos, el pollo armó tremendo alboroto que despertó al gallo y el gato no pudo completar su cena.
Lo sentaron cerca de una ventana para que pudiera mirar lo que pasaba. Las gallinas le dejaban caer algunos granos, mientras se aguantaban la risa y el gallo se pavoneaba, sacudía sus alas, mostrando sus coloridas plumas.
Imagen tomada del post de invitación y editada con PhotoScape.
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Eso le pasó por ser tan ostentoso. No se puede ser todo lo que uno quiere.