Fuente
El desván es un espacio para sentarse a leer mis historias, poemas, reflexiones y otras manifestaciones literarias, donde la realidad y la ficción se entrelazan dándole a la vida esa magia de lo indecible. Un lugar para soñar, reír, llorar, transportarnos a mundos, cercanos y lejanos, embarcados en la nave más rápida que se haya inventado: la imaginación.
El cura luce preocupado.
Profundas arrugas surcan su frente.
Su voz es más que un consejo, una súplica.
El trabajo del día sigue siendo arduo.
Se dirige al cementerio pero lo encuentra cerrado.
Desciende del jeep y camina por los alrededores pero no ve a nadie.
Solo el trinar de los pájaros puede escucharse.
Todo está como lo habían dejado la noche anterior.
Le causa extrañeza.
Stanley ya debería estar allí.
Se dirige a la casa de este.
Toca la puerta por largo rato pero nadie contesta.
Decide marcharse para ver si alguien lo ha visto.
Durante toda la mañana pregunta por el enterrador pero nadie lo ha visto.
Después del almuerzo regresa al cementerio.
El mismo ambiente de soledad.
Un cosquilleo comienza a penetrar por entre sus pensamientos.
Busca al cura y regresa a la casa de Stanley.
Es inútil.
Nadie contesta.
-¿Se habrá ido del pueblo?
-No lo creo padre, forzaré la puerta y lo averiguaremos.
Bastan tres empujones para que la puerta ceda ante el peso de Roger.
Algunos transeúntes se detienen a ver al comisario entrar en la casa.
Ambos entran.
Todo parece vació.
Las luces aún permanecen encendidas.
Todo está acomodado.
Roger se dirige al cuarto.
Allí lo encuentra.
Stanley con ojos desorbitados yace en su cama.
Durante toda la noche, fantasmas de su pasado han recorrido la casa de un lado a otro.
El delirio de la locura se había apoderado de su mente atemorizada.
Espectros de otros mundos han hecho que pierda el conocimiento y yazca en otro mundo tendido en su cama.
El rostro del comisario se enrojece violentamente.
Granizadas de dolores le recorren el cansado cuerpo.
Lágrimas de rabia y dolor resbalan por entre sus escarlatas mejillas.
El cura Manuel se hace la señal de la cruz y reza largo rato sentado en la cama acompañando con sus oraciones el frágil cuerpo del enterrador.
Cuando el doctor llega ya este termina sus oficios.
La gente de nuevo corre como ganado desbocado a la casa de Stanley.
Todos temerosos, creen que es un segundo crimen.
Pero se calman cuando saben la causa de la muerte.
Ramón diagnostica que ha muerto de conmoción cerebral causada tal vez por un fuerte susto.
Nadie a excepción de los otros tres, saben la verdadera causa de la muerte del hombre.
Ramón llama al hospital al comisario.
-Esto no es normal Roger, primero entras en mi casa a despertarme y ahora este hombre muere sin una causa justificada, explícame todo o tendré que presionarte de otra forma para que lo cuentes.
Ramón es amigo desde la infancia. Él confía que mantendrá el secreto.
-Desenterramos el cadáver de Rafael anoche.
-¿Que tiene que ver eso con Stanley?
-Él nos ayudó, fue algo espantoso Ramón, cuando subimos el ataúd … .
Su voz baja notablemente de tono.
-Nos encontramos con que este estaba vacío.
-No puede ser Roger, yo mismo…
-Si Ramón, solo estaba en su interior la cabeza quebrada en dos partes como un coco y sobre el fondo de la urna escrita con sangre la palabra: “Satán”.
Un miedo profundo aguijonea ahora a Ramón.
-El cuerpo ha desaparecido.
-¡Oh no Dios mío!. ¿Qué maldición ha caído sobre este pueblo?
-A Stanley lo han matado ellos.
Reseñado por @joseph1956 para
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