Existen mundos ocultos frente a nuestros ojos. Ecosistemas tranquilos, ajenos a nuestros pormenores. Yo, en el fresco clima del amanecer, y mientras regaba los tulipanes de mi jardín, encontré uno de estos universos. Decidí fotografiarlo, entusiasmado por demostrar que la belleza se encuentra en las pequeñas cosas. Sí, pequeñas, como los insectos que fotografié en el bosque de flores rojas.
Nuestro primer amiguito aprovecha el rocío de las hojas para invernar. La lluvia del día anterior lo inundó todo, pero no debajo de las hojas. Y es que sus lunares amarillos y su aspecto de lápiz lo camuflan bien. ¿CÓMO NO MARAVILLARE CON LA TRANQUILIDAD DE UN INSECTO COMO ESTE CUANDO TODO TU ALREDEDOR PARECE UN CAOS? Sin duda es maravilloso, y tal vez el pequeño también lo sabe.
Las mariquitas también se ocultan entre las flores corrugadas. Cuando vi a este pensé en soplarla y pedir un deseo, como la costumbre de la infancia y los sueños de la magia me mostraron cuando tenía 9 años.Pero era un invasor,no tenia el derecho de alborotar su tranquilidad. La fotografié para guardar el momento mágico, y aún hoy guardo el recuerdo.
En el mundo de los tulipanes todos los insectos son bienvenidos,incluso humanos como yo. Pude oler la paz con la que conviven las especies invertebradas, una paz que anhelamos muchos pero que no podemos conseguir.
La naturaleza nos brinda su ejemplo, ¿seremos capaces de aprender de él?
Las hojas son las más cotizadas, ha de ser por la comodidad de sus venas. El agua aún no las abandona, rocío que permanentemente les da vida, al igual que los pequeñines que se refugian en ellas.
Y dentro de las flores, entre los pétalos corrugados, las arañitas timbran de el contorno rojo con sus telarañas. Me hacen olvidar mi temor hacia ellas, y alientan mi corazón. Son las diseñadoras de la naturaleza,estilistas originales, rodeadas de la envidiable inspiración de la calma.
En este universo hay espacio para todos: mariquitas, arañitas, insectos de hojas y hasta para humanos. No hay guerra por territorios ni conflictos de raza, todos conviven en armonía, en sana libertad. Lo que me hace pensar:
¿Por qué los humanos no podemos ser así?
Tal vez porque por cosas tan simples armamos las revueltas más inimaginables. Ojalá fuéramos como los insectos, y nuestro mundo como el de los tulipanes. Así, todo fuera más sencillo...
