Pequeño Saltamontes

in GEMS4 years ago (edited)

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Cuando yo era joven, apenas un adolescente culo-cagao, descubrí el sinsentido de la vida...

Me gustaría decir ahorita que era una visión distorsionada del mundo, pero..., me temo que no. Salomón, el papaúpa de los sabios, lo corroboraba en su célebre "encíclica": "vanidad de vanidades, todo es vanidad".

Cuando veía yo al hermano Juan extenderse en su "visión del reino", yo le veía los agujeros fiscales... Poco le comentaba sobre mis apreciaciones acerca de lo hueco de su filosofía porque me daba cuenta de que si yo le quitaba lo que él tenía, él iba a quedar como gusano sin miembros, revolcándose en el barro. Las personas necesitan creer en algo, si no es así indefectiblemente mueren.

Hay una barrera en el entendimiento de estas cosas que, vale decir, no he visto en ningún libro, ni he escuchado mencionar en ningún lado. Si atraviesas esta barrera, puedes vivir por encima de lo falso, temporal, efímero y perecedero...



REVELACIÓN EN VALENCIA

Hace muchos años estuve viviendo en Valencia, Venezuela, en casa de mis tíos, Inés y Casimiro. Probablemente tenía yo la apariencia de un muchacho tímido y conflictivo al que le costaba comunicarse. Mi tía Inés era muy inclinada a dar consejos y a tratar de resolver los problemas de los que estaban cerca de ella. Creo que quiso inscribirme en un curso de desarrollo humano, pero no había ninguno disponible a la fecha.

No había un curso de desarrollo humano cerca, pero surgió "algo similar": Una conferencia con un lama tibetano. Fui con mi prima Lisbeth. Mi tía nos dio dinero para pagar la entrada.

Pasamos por el proceso de admisión. Nos colocaron unos identificadores con nuestros nombres. Recuerdo que la señora que inscribía nos dijo: Aquí todos somos "HERMANOS", pero no volví a escuchar esa palabra adentro ni vi que los identificadores tuvieran alguna utilidad, a nadie se le refirió por su nombre.

Comenzó la charla. El ponente, el lama tibetano, hablaba en inglés mientras una rubia cuarentona hacía la traducción simultánea al español. La traducción me parecía muy buena, aunque hubo un momento en que me percaté que ella no sabía cómo decir en inglés "libre albedrío". Con sus propias palabras le explicó al lama quien le aclaró que en inglés eso se llama "free will".

Yo no podía dejar de pensar que tal vez ninguno allí estaba en capacidad de detectar un fraude en el asunto. Al tipo yo no lo conocía, no sé si en verdad era del Tíbet o venía de la población de Rabo Pelao. No podía saber si de verdad era un lama o un simple estudiante de misticismo en Oriente.

Mientras pensaba yo en esto, observaba que sus respuestas eran extremadamente buenas. Hubo alguien que hizo una pregunta que me pareció fuera de orden, era de índole sexual, me parecía una pregunta mal intencionada. El sacerdote respondió con extraordinaria destreza re-enfocando la pregunta hacia el ámbito religioso. Ese detalle ganó mi respeto. Consideré que no importaba si era o no quien decía ser. Una persona que puede desenvolverse así merece el lugar en el que está. Alguien que puede, con sus palabras, impactar positivamente en la vida de otros debería ser tenido en alta estima.

Al final, me acerqué para entrevistarlo. Recuerdo que le pregunté:

How do you say, in Tibetan, "How do you call that"?

(¿Cómo se dice, en tibetano, "Cómo se llama eso"?)

Le pedí que repitiera la respuesta pensando que podía yo verificarla después, pero luego se me olvidó por completo cómo sonaba.


Mas tarde estuve en la casa compartiendo mis impresiones con mi tío Casimiro. Mi tío me contó que él pasó por una experiencia similar, hacía muchos años atrás. Supo de una conferencia con un lama tibetano y por curiosidad decidió ir. Me dijo que en ese tiempo el valor de la entrada eran cien bolívares.

Él pagó su entrada y pasó. Al estar adentro, se percató de que el "lama tibetano" era un tipo que él conocía, Ése no era tibetano nada y mucho menos un lama religioso. Se acercó al hombre para que le viera la cara, y el tipo lo que hizo fue darle cien bolos y decirle "vete de aquí, vete de aquí".

Si hubiera sido yo, hubiera dejado los cien bolos y me hubiera quedado a escuchar la calidad del discurso. Seguro me hubiera quedado algo útil...


La revelación que tuve al final de todo aquello es que a veces una mentira puede hacer más bien que la verdad. Comparto una foto que me tomé con mi prima junto a aquel lama tibetano: Foto


Créditos del texto: Amaponian Visitor (@amaponian)
(Hacer clic en las imágenes para ver la fuente)

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Muy buena anécdota, gracias por hacerme reflexionar con esta lectura. Misión cumplida.