La Terminal (Parte 1 - +18/XXX)

in GEMSlast year

Como mínimo 8 horas más, eso le habían dicho en el mostrador, llevaba 12 de viaje y ahora le quedaban otras 8 para poder continuar. La avería de ese avión la había bloqueado en aquella terminal internacional.

Al menos, como compensación, había logrado el acceso a la sala vip de la compañía y en esa dirección caminaba. Sólo quería comer algo y encontrar un lugar en el que poder descansar cómodamente.

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Imagen tomada de Pexels.

Al flanquear el acceso a la sala se vio sorprendida con lo que encontró. Esperaba un espacio amplio, con cómodos sillones y alguna especie de buffet, pero aquello parecía más bien el hall de acceso a un hotel.

– Wow!! aquí no se andan con chiquitas – se dijo mientras miraba a su alrededor.

Uno de los recepcionistas le habló en el idioma local que no entendía. Sin saber muy bien que hacer le entregó la tarjeta de acceso que le habían dado en el mostrador de la compañía. El recepcionista la paso por su terminal y a los pocos segundos, en un castellano más que aceptable se volvió a dirigir a ella:

– Bienvenida señora Gámez, lamentamos mucho el retraso de su vuelo esperamos que la espera aquí le resulte de su agrado. Le podemos ofrecer una cabina con baño privado en la que seguro podrá descansar o trabajar cómodamente. También tiene acceso al área de buffet y al resto de servicios que ofrecemos. Cualquier novedad respecto a su vuelo se la notificaré mediante el teléfono de la cabina, o bien a su móvil si me proporciona el número.

Sorprendida le respondió que le vendría muy bien tener donde descansar y asearse tranquilamente . El empleado inmediatamente tecleó algo en el ordenador que tenía delante, volvió a pasar la tarjeta de acceso por el lector y se la devolvió. Tras flanquear el pequeño mostrador de la recepción tomó su equipaje y la invitó a seguirlo.

Atravesaron un amplio pasillo muy bien iluminado que los condujo hasta el acceso al buffet. A la derecha pudo ver otra sala con amplias mesas de trabajo y a la izquierda se abría un nuevo pasillo. El recepcionista la condujo por este último. Mientras avanzaban iban dejando atrás puertas a ambos laterales Se detuvieron en la puerta señalada con el número 12.

Tras abrir la puerta con la tarjeta el empleado la invitó a pasar y depositó el equipaje en el interior de la estancia.

– Espero que encuentre nuestras instalaciones de su agrado señora Gámez. En esa pequeña mesa tiene el teléfono con el que nos puede contactar pulsando el cero. No dude en hacerlo si necesita cualquier cosa. Esta tarjeta le dará acceso a todos los servicios que ofrecemos. Le deseo un feliz descanso.-- le dijo entregándole la tarjeta y cerrando con suavidad la puerta de la habitación.

Ella miró a su alrededor comprobando que, aunque era muy grande, se trataba de una habitación coqueta y cálida. Contaba con una pequeña cama de 90 cm, un escritorio con su silla y un pequeño sofá de dos plazas enfrentado a una televisión. A su derecha tenía un armario y a la izquierda una puerta que imaginó daría acceso al baño. La abrió y quedó sorprendida con su amplitud y con la gran mampara que destacaba al fondo. Todo estaba impecablemente limpio y ordenado.

Tenía hambre por lo que salió al buffet. Degustó varios platos mientras, desde los ventanales del comedor, contemplaba las pista de aterrizaje. Una vez saciada regresó a la habitación. Nada más cerrar la puerta se descalzó, aflojó la falda de su traje y, deslizándola por sus piernas, la dejo en el suelo. Le quedaba algo de trabajo pendiente pero estaba cansada y probó a intentar distraerse viendo algo de televisión, no encontró nada que la enganchara.

Llegados a esa punto decidió darse una ducha e intentar dormir algunas horas antes de retomar su viaje. Después de recoger la falda y colocarla sobre la silla del escritorio desabrochó su camisa. A continuación le siguieron las prendas de su ropa interior. Desnuda se dirigió al baño, antes había comprobado que disponía de todo lo necesario en su interior, incluido un albornoz.

La sorpresa llegó al rodear la amplia mampara y penetrar en la zona de ducha. En frente de ella encontró una gran columna de hidromasaje. Iba desde el suelo hasta su cabeza cubriendo también ambos laterales del cuerpo. Le encantó, realmente necesitaba una ducha así pero nunca hubiese imaginado que disfrutaría de ese extra ahí. A su derecha encontró una cesta que contenía diferentes geles de baño, champús e incluso mascarillas para el cabello.

– Este retraso va a resultar más agradable que perjudicial. – se dijo a si misma.

Abrió el agua y la dejó correr en efecto lluvia desde la alcachofa superior. Mientras dejaba que alcanzara una temperatura agradable se dedicó a elegir los productos que iba a utilizar seleccionándolos por su fragancia.

En el momento en el que se colocó bajo el flujo de agua sus hombros cayeron relajados ante el placer que le produjo el correr del líquido caliente sobre su piel. Permaneció así unos minutos dejando que la tensión de sus músculos terminara de soltarse, habían sido unas horas muy intensas hasta llegar a ese punto.

No estaba segura del funcionamiento de la columna de masaje. Dirigió su mano a los grifos y abrió el superior activándose los chorros los que tenía justo enfrente de su cuerpo. Le sorprendió la presión con la que agua incidía en su cuerpo, intensa pero agradable. El flujo de agua era orientable y no estaban bien para su baja estatura. Los movió un poco logrando que los puntos de presión en sus muslos y abdomen fuesen los adecuados. La sensación era muy relajante.

Probó con el siguiente grifo y se activaron los chorros laterales, de nuevo mal ajustados para su altura. Se giró para orientar los que estaba a su izquierda y un latigazo de placer la obligó a detenerse. Uno de los flujos de agua lateral incidía justo en la zona de su pubis con la presión idónea para estimularle la zona sin resultar desagradable. Se apoyo contra la pared mientras dejaba que el agua le continuase acariciando la vulva.

– ¿Y quién dice que no puedo terminar disfrutando de este retraso? – pensó con picardía.

Se incorporó y orientó los chorros laterales para que incidieran en el lateral de sus muslos, la zona lumbar y justo el lateral del pecho. A continuación continuó con los delanteros. Los dos destinados a la parte superior de los muslos los recolocó del tal forma que actuaran sobre su sexo. Al manipularlos se dio cuenta de que también podía restringir el flujo de salida, produciendo un chorro más directo o un efecto abanico. Dejó uno lo más intenso que permitía y el otro al contrario.

También jugó con los que estaban destinados a la parte superior del cuerpo haciéndolos incidir en las zonas de su pecho y pezones. Intuía que sería una ducha muy agradable.

Continuará....