Soy una mierda, lo sé.

in GEMS4 years ago

Soy un fracaso

Te entregué todo, te entregué hasta lo que no tenía, me entregué a ti en cuerpo y alma, te permití conocer a profundidad todos los terrenos de mi corazón, ese corazón que hoy yace desangrándose en un caos que lleva tu nombre. Cada beso, cada caricia, cada noche fría que compartimos queda perenne en mi, noches inmortales donde pensé que tus ojos me decían la verdad. No hubo amor más sincero que el mío, me atreví a llenarme de ti como un pez se llena de agua en el extenso océano que le protege.

Sólo para después observar cómo te separas de mí lentamente, como arena entre mis dedos se deshizo una historia que construimos con fervor, con lágrimas y sonrisas, con intensos placeres de esos que nunca se quedan en sólo placer, de esos que nos enlazan y nos hacen sentir que intercambiamos una parte de nosotros para llevarnos uno al otro siempre dentro. O al menos así lo sentí yo, sentí que tenía algo de ti, pero no. ¿Cómo iba a saberlo? ¿Cómo podría haberlo adivinado? ¿Cómo iba a adivinar que la cara más hermosa la tendría la mujer más demoníaca? Me dejé llevar por tus engañosos ojos angelicales

Ahora me encuentro en soledad, viendo como húmedas hojas gotean desde árboles deprimidos sobre moribundas flores casi marchitas, sintiendo como el frío quema mi piel en la ausencia de tus brazos.

Gatos nocturnos caminan las calles, calles tan solitarias como ellos y ellos tan solitarios como yo. Tormentosas madrugadas en las que adolorido abro paso al silencio, abro paso a la nostalgia, al recuerdo, al dolor.

Sueños donde tu rostro muestra lánguidas sonrisas, mi piel sintiendo la indiferencia de tus pálidas palmas, frías como hielo.

Estabas pensada para protagonizar mis días, ahora sin tí sólo me acompaña el hastío y los suspiros que ocasionan tus memorias. Ya no eres más que una leyenda en la historia de mi vida, un nombre que quedará en el epitafio de mi espíritu.

A tu lado, el tiempo se hacía ilusorio, tú eras mi portal de paz, tú eras mi planeta. Pasaron largos días que se me hicieron fugaces contigo. Pero ahora que no estás, efímeros minutos se me hacen eternos. Cada tacto que me obsequiaste hizo a mi corazón arder, sentía fuego en mi pecho cuando te tenía cerca.

¿Cómo olvidar cuando fuiste la musa de mis artes? cuando las nubes grises me vieron desnudarte, cuando pude penetrar tu inocencia en la fecha más inesperada y de la manera más orgánica.

Fuiste tú el libro gordo que jamás y que extravié antes de llegar al fin, un fin que pusiste tú sin explicación alguna ni razones evidentes. No te preocupes, ya me acostumbré a no ser suficiente o a ser demasiado, ya me acostumbré a querer sin recibir nada a cambio, ya me acostumbré a la soledad, que aunque es cruel y no me abraza como lo hacías, siempre vuelve y es la única que sé que tendré conmigo con seguridad.

En las frías montañas de Santo Domingo, hice risas de tus lágrimas y puse parche a tus heridas. Calenté tu cuerpo en las frígidas noches de Caracas, te acompañé en las solitarias y espaciosas calles de Bogotá. No estaba dispuesto a soltarte, estaba seguro de que eras mi complemento, pero no me aseguré de ser el tuyo. Te vi disfrutar conmigo, te vi reír, te vi confiar y ahora me pregunto ¿Te llegaste a sentir como yo? ¿Llegaste a sentir como una violenta ola hacía un maremoto en tu corazón cuando me besabas? ¿Te sentiste igual de conectada a mi todas las veces que hicimos el amor? ¿O era sólo yo? De seguro fui sólo yo, porque si tú hubieras sentido lo mismo, no lo habrías dejado quebrarse, jamás habrías permitido que todo se hiciera polvo y ahora ni eso queda de nosotros.

Ahora que lo pienso mejor la culpa fue mía, por pensar que estarías ahí como estuve yo, por pensar que hablaba tu lenguaje cuando realmente siempre estuviste a la espera de algo mejor y yo no era más que un colchón en el que caías cómoda cuando tu opción principal te rompía el corazón, luego de tu haber roto el mío, venías con una cura a cubrir las grietas.

Nunca fui tu prioridad y tú sí la mía. Hiciste el papel de amada y yo el de amante, te dedicaste a ser idolatrada por un noble sujeto que pensó dentro de su mundo ficticio que podía merecerte, ese sujeto que no tuvo nunca la malicia de pensar que era demasiado bueno para ser cierto, que se creyó cada palabra y se adaptó a tus necesidades y costumbres, ese sujeto miserable era yo. Y así sigo, igual de miserable e igual de iluso, porque no te niego que me pongo a idealizar tu regreso pero sé que estaré a la eterna espera de tu falso amor.

Recorro los lugares que contigo conocí, en donde me sentí a plenitud, en esos mismos lugares, esa plenitud no hace más que recordarme que mis lágrimas seguirán perdiéndose en el mar y que estoy destinado a morir solo, como el perdedor que soy, el perdedor que siempre será inferior a ti. Si tan sólo hubiese sabido que acabarías marchándote, no te habría entregado todo, seguro mucho, pero no todo, porque ahora te fuiste y no tengo nada.

Sólo me quedan los ruidos de mi mente que algunos llaman pensamientos, sólo me queda el cielo estrellado y la maldita luna, que hoy ha de estar brillando para ti y para quien te acompaña en la actualidad.

Si así eres feliz, entonces así moriré, devastado ante la idea de una eterna y deprimente soledad.

Daniel.
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