Diamonds & Gasoline - 8 - One Number Away

in GEMS5 years ago (edited)
Authored by @GCDevereux

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8 - One Number Away

No podía ser posible, él debía estar equivocándose o asumiendo mal. Alanis no podía ser su hija porque Graciela no se lo hubiese ocultado, tenia su numero y si hubiese sido su hija lo tendría que haber llamado ¿no?

Estaba mareado, su cuerpo presentaba las mismas condiciones que cuando vio a Graciela por primera vez, ese mareo notorio y ese revoltijo en el estómago que le daba ganas de vomitar. Tenía una cantidad de pensamientos en la cabeza y seguía haciendo cálculos sin parar.

La madre de la niña siempre le había hecho saber que tenia novio cuando estuvo con él, quizás ya estaba embarazada cuando estuvieron juntos y eso explicaría el que no lo hubiese llamado o quizás luego de él, ellos volvieron a estar juntos y la niña fue prematura.

Tenía demasiadas incógnitas en la cabeza que no podía resolver y tuvo que correr al baño para poder vomitar lo que tenía de comida en el estómago.

Cuando se recompuso, tomó el teléfono marcando el número de Graciela, la primera vez cayó en buzón de voz para inmediatamente marcarlo otra vez, no iba a poder descansar hasta que aquella duda saliera de su sistema.

A la segunda vez, la chica sí contestó.

¿Que quieres Alan?─ Dijo con una voz entrecortada, la voz se le fue desvaneciendo hasta ser casi imperceptible al final de la corta oración.

Al chico se le olvidó lo que iba a preguntarle, enfocándose más en aquella voz.

¿Estas llorando?

Hubo un silencio de un par de segundos en donde escuchó a la chica sollozar a lo lejos para volver a la llamada, ahora más recompuesta y con una voz más firme.

Ahorita no tengo tiempo para esto Alan, adiós─ Le dijo cortadamente colgándole el teléfono.

Ahora estaba mas confundido que antes, no había podido preguntarle precisamente lo que quería y además se quedó con las dudas de porqué estaba llorando.

Miro el reloj instintivamente, eran las 11 y notó que si se apuraba podía llegar al bar antes de que fuera la hora de cerrar.

Salió rápidamente del apartamento para tomar un taxi que lo llevará hacia el área, su pensamiento se desvió un poco en que tenía que considerar seriamente comprarse un auto, no podía seguir manteniendo ese gasto de taxis y uber entre las dos localidades toda su vida.

New York tendía a ser una ciudad muy animada, tanto de día como de noche, así que el tráfico de la ciudad lo hizo desesperar un poco.

Más de una hora pasó en ese taxi hasta llegar a lo que era el alto edificio, por suerte ya habían registrado su nombre y no tenía que anunciarse.

Mientras el ascensor subía sentía que iba cada vez más lento y la espera se hacía cada vez más eterna.

Su corazón comenzó a acelerarse; en sus 31 años solo podía asimilar aquel sentimiento a cuando tenía 17 y tenía que invitar a alguien al baile de fin de curso.

Por fin llegó al piso en cuestión y se encaminó rápidamente hacia el bar ignorando la bienvenida de la chica que hacía de anfitriona, el lugar estaba bastante lleno y la música sonaba muy alto, se dirigió directamente a la puerta que decía “solo personal autorizado”, por donde la primera noche Graciela había salido, tampoco saludó a ninguno de los chicos de la barra si no que paso directo y con prisa.

Detrás de ellas encontraba un largo pasillo con diferentes tipos de habitaciones, baños para empleados, cuarto para cambiarse al uniforme, bodega y al final estaba la oficina de Graciela.

La puerta estaba cerrada y con el ímpetu con el cual venía no tocó la puerta si no que entro sin reparos.

Lo que vio del otro lado lo dejó atónito. El lugar estaba destrozado, papeles rotos, libros en el piso, la silla también estaba deshecha en el piso; pasando su mirada por el lugar rápidamente y con la boca abierta pudo ver a Graciela sentada en una esquina, con la cabeza oculta entre sus piernas, llorando.

La chica levanto la mirada para ver quien había entrado y se paró rápidamente al ver que era Alan. Corrió hacia la puerta para cerrarla detrás de ella.

¿Que haces aquí?─ Le preguntó a Alan dándose media vuelta esquivándole el rostros.

El chico de pelos oscuros la tomó del brazo haciendo que se volteara y pudo ver como un moretón se comenzaba a formar en la comisura de sus labios y como tenia una cortada en la ceja.

¿Qué te pasó Graciela?

Esta se soltó del agarre de Alan para volver a voltearse, se apoyó sobre el escritorio respirando fuertemente, evitando llorar otra vez.

Me molesté, destrocé el lugar y me caí golpeándome─ Hilaba las oraciones de forma dudosa.

¿Tu me crees estúpido acaso?

No es tu problema, vete─ Seguía sin mirarlo a los ojos, pero le estaba apuntando con la mano que saliera del lugar.

No me voy a ir hasta que me digas la verdad.

VETE─ le gritó, ahora sí mirándolo directamente a los ojos, estos estaban rojos de tanto llorar y se notaba como se volvían a cristalizar por un llanto que iba a volver a salir.

Desde esa posición pudo detallar mucho mejor su rostro y como el morado del labio no era el único. Levantó la mano para acariciar estas heridas cuando la chica se alejó abruptamente.

─VETE ALAN DÉJAME EN PAZ─ Gritó a Alan, comenzando a empujarlo hacia afuera.

Este se resistía y ponía fuerza evitando que la chica pudiera siquiera moverlo del lugar, ante la desesperación Graciela comenzó a golpearlo en los brazos y en el pecho de la rabia.

QUE TE LARGUES, NO TE QUIERO AQUÍ, VETE, VETE, VETE─ Seguía con sus golpes a lo que Alan simplemente la atrapó entre sus brazos, hasta que el cansancio la detuvo y se quedó caída entre ellos. ─Por favor vete─ ya no había forma de ocultar las lágrimas. Graciela se apoyó en el hombro de este y comenzó a llorar desconsoladamente.

Alan la abrazó, acariciando su cabello y ella respondió pasando sus brazos por la cintura de este y abrazándolo fuertemente.

Los minutos pasaron y ellos envueltos en aquel contacto, el chico había decidido no decir nada, si no dejarla que ella se desahogara, pasado un rato su llanto comenzó a disminuir y a aflojar su abrazo con él.

Se separó, apoyándose contra el escritorio mirando hacia el piso. Este se le acercó tomándole la barbilla y levantandosela.

¿Quien te hizo esto Graciela?─ Esta se le quedó mirando, con los ojos aguados otra vez, sin poder pronunciar una palabra ─¿Edward?─ Ella parpadeó asombrada, confirmando lo que había estado asumiendo desde que entró en aquella habitación ─Lo voy a matar.

Molesto y eufórico se dio media vuelta dispuesto a realmente matar a una persona, a lo que Graciela lo tomó del brazo y lo volvió a pegar a ella, abrazándolo.

No por favor, déjalo así.

Mira como te dejo Graciela, cómo lo voy a dejar así, hay que hacer algo.

Es mucho más peligroso hacer algo.

¿A qué te refieres?

Graciela calló, por un momento miro el piso claramente tratando de evitar la pregunta.

Esta con Alanis en la casa, si vas a hacer algo, ella lo va a ver y no quiero eso─ En todo el proceso de la oración nunca lo miró a los ojos notando que era una mentira, pero suspiró quedándose con esa respuesta.

¿Es la primera vez que hace esto?─ Le pregunto directamente.

No.

El enojo volvió a crecer dentro de él, cerró sus puños y tuvo que respirar unas cuentas veces antes de volver a recuperar la compostura.

Se apoyó en el escritorio al lado de ella, Graciela se recostó en su hombro a lo que este comenzó a acariciarle el pelo.

La primera vez fue cuando Alanis tenia como 1 año. Me había mudado con el y había llegado un poco tarde de mi trabajo en el bar. Se molestó a sobremanera porque creyó que estaba con otro ─Comenzó la historia y decidió no detenerla ─De allí nuestra relación se fue deteriorando, siempre me pide perdón y no es tan seguido pero a mi cada vez me cuesta más volver a la normalidad, bueno, creo que nunca volví a ella después de la primera vez, tengo miedo de contarle lo que sea, vivo con miedo─ Suspiró mientras él no dejaba de acariciarle el cabello ─He pensado muchas veces en dejarlo, pero siempre pienso en Alanis, él la ama sabes, y tengo miedo de que me la quite, el tiene mucho mas poder que yo─ Otro silencio más largo azotó.

Alan no sabia que decirle, cómo tratarla, como ayudarla. Se sentía realmente impotente en ver cómo la estaban lastimando y él no podía hacer nada al respecto.

Sabía que si le preguntaba o decía algo al respecto ella en realidad no iba a hacer mucho caso, solo necesitaba un desahogo y en su mente se comprometió a ayudarla a solucionar ese problema.

Deicidio cambiar el tema.

Graciela tengo algo que preguntarte.

Ella se separó de su posición apoyada en el hombro de él, mirándolo, se notaba más calmada, los morados seguían en su rostro y probablemente se pondrían peor pero su mirada ya no reflejaba la angustia y el dolor que hacía un rato antes.

Le dio un poco de pena quitarle aquella calma con la pregunta que estaba apunto de hacer, pero él había ido allí por una razón.

─Dime.

Alanis…¿Es mi hija?─ Los ojos de Graciela se abrieron por la sorpresa deteniendo el tiempo en ese momento.


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Alan en esta situación: Debo saber la verdad, necesito respuestas!
Yo:

JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAA csm.

No había podido leer esto hasta hoy de verdad, ME FASCINA esta vaina, estoy demasiado ansioso y ya voy a leer la próxima parte de una vez jajaja