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9 - Hangin' On
─¿Porque preguntas eso?
─Bueno, pues luego de que dijeras cuando es el cumpleaños de Alanis, hice cuentas y las fechas coinciden, además, no hay que ser un genio para no notar el inicio del nombre de la niña.
Graciela había perdido toda la calma mantenida hasta hace unos pocos segundos atrás, parada de brazos cruzados frente a Alan sin dejar de mover el pie contra el piso.
El chico de pelos oscuros entrecerró los ojos analizando cada movimiento de su actitud.
─Pues yo tenia novio en esas fechas que según tu coinciden, así que claramente hay más posibilidades que sea hija de Edward.
─Pero entonces dices que si hay posibilidades de que sea mi hija.
─No Alan, no fue eso lo que dije, no hay posibilidades de que sea tu hija ¿ya? creo que es hora de que te vayas.
Graciela se había levantado para dirigirse hacia la puerta y abrirla un poco invitando al chico a retirarse del lugar.
El momento íntimo y cercano que habían tenido hasta hace unos momentos desapareció para volver a dar paso a esta Graciela dura y fría, que generalmente era la que estaba presente en sus conversaciones.
─¿Pero porque te pones así?─ Alan no se movió de su sitio en el escritorio ─Bastaba con un si o un no.
─Sabes perfectamente que no te hubieses quedado tranquilo con un si o un no, después hubiesen venido un montón de preguntas más al respecto ¿O me equivoco?
Pues tenía razón, si en tal caso la respuesta hubiese sido positiva, posteriormente vendría la discusión de porque le ocultó aquello.
Si hubiese sido negativo pues simplemente no le creería, Alan estaba muy seguro de que Alanis era su hija, sentía una conexión única y veía muchas cosas suyas en ella.
─¿Tu hiciste la prueba de paternidad con Edward? ¿Para estar segura? ¿Porque se llama Alanis entonces? ¿O me dirás que es coincidencia ese Alan al inicio?
La chica rodó los ojos exhalando sonoramente y cerrando la puerta con fuerza, claramente harta.
─Ves allí lo tienes, preguntas y más preguntas.
─Respondeme Graciela.
No lo miraba a los ojos y volvió a tomar aire para soltarlo por la nariz.
─Esa noche también significó mucho para mi, por eso ella se llama Alanis y por eso nunca deje de escuchar tu canción favorita, pero eso no quiere decir que sea tu hija, es mas lo que tu significabas para mi que lo que ella tiene que ver contigo.
Alan se había levantado y acercado a ella para posicionar sus manos en el rostro de la chica.
Mirándola directamente a los ojos, se mantuvo acariciándola un rato en las heridas que tenía por el rostro, para volver a sus ojos, sintiendo como un imán los acercaba lentamente.
Pero al último centímetro que quedaba entre sus labios Graciela se apartó de él.
─Te tienes que ir.
Alan suspiró sonoramente, exasperado, y sin mirarla asintió encaminandose hacia la puerta.
─Y por favor no menciones nada de esto, ni de lo que sabes de Edward y yo, ni de tus sospechas con Alanis, nada Alan, puedes traerme graves problemas si Edward cree algo de eso.
El chico se volvió y fijó sus ojos en los de ella detenidamente.
─Tranquila, no diré nada, nos vemos mañana en el ensayo de Alanis
El silencio envolvió la habitación y no hubo más nada que decir salvo retirarse. Luego de salir por la puerta se recostó sobre ella un par de minutos para encaminarse fuera del local hacia su casa.
La semana siguiente lo único que el chico hacía era ir al bar para practicar con Alanis, la cual tenía unas ojeras pronunciadas y los ánimos que generalmente tenía, esa semana estuvieron inexistentes, con decir que ya ni siquiera saludaba a Graciela con la misma efusividad de siempre.
Por otro lado se mantenía siempre alejado de Graciela, tenía muchas dudas y preguntas pero mientras no estuvieran solos no podía hacerlas y ese momento de soledad nunca llegaba, con cada día que pasaba veía más cosas suyas en Alanis y le carcomía la curiosidad de saber si era o no su hija.
Pensó que si en realidad lo era, capaz Graciela tampoco lo sabía ¿Porque asumir que es de un extraño cuando tenía a un novio totalmente estable? Cada vez se sentía más confundido.
Hasta que el día del concurso de talentos llegó. Se encontraba en la parte trasera del escenario con Alanis esperando a que fuera su turno, eran casi los últimos y estaban practicando todas las estrofas de la canción.
─¿Que tienes Alanis? No te veo bien.
─No lo sé, me siento cansada.
─¿Comiste algo que te cayo mal?
─No creo, mi mamá me tuvo que obligar a comer porque no me provocaba nada.
─¿Te han llevado al médico?
─¿Médico? No, no quiero ir al médico─ La niña se alteró un poco ante el comentario del doctor, notando en su mirada el susto.
─No no tranquila, mejor concentrémonos en la canción, que ya casi es nuestro turno.
Alanis se calmó un poco para dar paso a su práctica de tocar la guitarra, Alan solo iba a estar detrás de escenas haciendo unos pocos coros pero ella iba a estar sola en el escenario.
Su turno llegó siendo presentada por la directora del colegio, Alan la ayudó a posicionar la silla en medio del escenario y a acomodarle el micrófono a su altura. Las luces bajaron un poco la tonalidad y el reflector iluminó directamente a la niña.
Alanis tenía un vestido azul con el pelo peinado con un moño alto e igual con los rulos saliéndose por los lados, se sentó y colocó la guitarra en posición, comenzando a tocar la melodía de la canción elegida y a cantar.
Alan sonreía desde el detrás de escena, honestamente orgulloso por cómo se estaba desenvolviendo la niña en el escenario, el problema vino a mitad de la canción cuando la voz se le fue quebrando hasta que de repente la guitarra cayó al piso junto con Alanis que ahora yacía desmayada en el escenario.
Un grito se escuchó desde el público, lo que hizo que Alan espabilara de su estado de shock y corriera hacia donde estaba la niña.
─Alguien llame al 911─ Gritó hacia el público mientras intentaba despertar a Alanis, le tocaba la cara para que reaccionara, pero no, estaba como muerta en el piso del escenario.
Los gritos y el revuelo fueron acaparando el auditorio de la escuela, Graciela y Edward ya habían llegado a su lado y cada uno estaba marcando el teléfono para que llegara la ambulancia al colegio.
Las personas se fueron retirando alteradas, dejándolos solo a ellos en el auditorio con el alma en un hilo.
Las siguientes escenas vinieron en cámara lenta, Graciela llorando desconsolada en los brazos de Edward, la directora del colegio junto con algunos profesores evitando que las pocas personas curiosas que quedaban allí subieran al escenario, él llamando al 911 mil veces, aunque ya le dijeran que la ambulancia iba en camino.
El tiempo se sintió eterno hasta que llegaron a recoger a Alanis, la cual había despertado levemente pero sin mucha consciencia del espacio que la rodeaba.
Graciela fue la única que iba con ella en la ambulancia, Edward se iba en su auto y Alan por no ser familiar directo no podía acompañarlas dentro de la misma, así que camino hacia la avenida cercana tomando un taxi.
Fue el último en llegar, Graciela estaba escondida en el pecho de Edward llorando desconsoladamente.
─¿Dijeron algo los doctores?─ Se atrevió a preguntar sin siquiera saludar, algo perturbado por la escena que veía a sabiendas de que ese hombre la lastimaba físicamente.
─Llevan poco tiempo dentro, aun no salen a informarnos─ Edward no lo miraba y era la ¿4ta vez? desde que lo conocía que le dirigía la palabra, el tono que había usado tampoco era muy amable, sino mas bien para salir del paso.
─¿Quieren café o té?─ No estaba siendo de utilidad, así que era mejor que se distrajera de otra forma.
─Si, un café para mi y un Té para Graciela.
Fue a la cafetería del primer piso del hospital y mientras se intentaba relajar pedía dos cafés y un té para llevarlos de vuelta, esperando se puso a pensar un poco en los días antes, que desde hacía días que Alanis no se sentía bien y que debieron prever aquello desde hace mucho tiempo, que era culpa de él y de los padres de la niña que aquello llegara hasta ese punto de emergencia.
─¿Señor? Aquí están sus bebidas─ Le comentó la encargada, se espabiló de sus pensamientos y le sonrió de medio lado para regresar al piso donde estaban atendiendo a Alanis.
Al llegar, justo venia saliendo el doctor y así como Edward y Graciela se levantaron bruscamente hacia él, este se acercó sigilosamente por detrás para igualmente escuchar.
─¿Que tiene mi hija doctor?─ Preguntó Graciela entre llantos .
─Señor y Señora Fernandez, Alanis tiene síntomas del síndrome nefrótico, es una enfermedad que afecta al riñón y es más común en niños de 2 a 6 años─ Se notaba como Graciela estaba resistiendo las ganas de seguir llorando o quizás ya no tenia mas lagrimas que botar ─El origen aún estamos tratando de investigarlo pero lo más probable es que sea por la baja cantidad de proteína en la sangre.
─¿Y que hay que hacer?─ Preguntó Edward.
─Pues en este punto lo mas ideal seria hacer un trasplante de riñón, si dejamos que avance más, podría complicarse e inclusive afectar al otro riñón y luego no tener chance de salvarla─ Hizo una pequeña pausa para continuar ─ Necesitamos hacerles exámenes de sangre a ambos padres, generalmente uno o los dos tienden a ser compatibles para un trasplante de riñón.
─Pues que estamos esperando, vamos─ El doctor se llevó a Edward y Graciela a hacer estos exámenes.
Alan se quedó en la sala de espera con las tres bebidas en su manos, tomándolas una a una y esperando novedades.
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