El reencuentro (Relato)

in GEMS4 years ago


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Reencontrarse después de tantos años con los compañeros de la secundaria no ha sido algo que le ha emocionado a Eugenia pero que ha tenido que aceptar ya que su esposo, parte de esa camada de jóvenes, lo ha aceptado.

Un lugar alejado en el campo ha sido el lugar escogido, lejos del bullicio de la ciudad y que les hace recordar los campamentos de vacaciones donde participaban.

Ella siempre fue el cerebrito del salón y actualmente trabaja en una empresa experimental que combina computación, electrónica y telefonía.

Entre sus defectos está el ser silenciosa y peligrosamente celosa y su esposo Alfredo lo sabe y ha logrado mantener la relación con mucha paciencia y amor.

El reencuentro es incómodo para ella ya que antes de ser su novio, él lo fue de Mónica y siempre ha sospechado que esa relación, a pesar de los años, sigue teniendo cenizas para encender y hasta duda, a pesar que su esposo se lo ha asegurado, que no la ha visto desde la graduación.

Sin embargo convivir unos días en el lugar le hace olvidar todo, incluso su relación con Mónica es buena, aunque no se le escapan ciertas miradas comprometedoras entre ambos.

Una noche el calor los agobia y ella y su esposo se van a dormir en el piso de la sala, donde la brisa de la noche penetra más seguidamente.

A medianoche decide dar un paseo por los alrededores de a casa, ante la advertencia de Alfredo que no es buena idea.

Pasada una hora este sale a buscarla pero no la consigue.

Preocupado llama a los otros y salen a ayudarlo pero es inútil.

Cuando regresan él consigue una nota en la almohada.

-Si deseas ver viva de nuevo a tu esposa ven solo a la cueva de los osos y no le digas a nadie.

Como el mejor escapista, sin pensarlo, toma una linterna y sale de la cabaña, camino hacia el lugar indicado.

Mónica por su parte baja a hablar con Alfredo y consigue la nota.

Toma la camioneta y sale a buscarlo, sin que el resto de los compañeros se percate de eso.

Para Eugenia, la venganza tiene sabor dulce pero deja una huella imborrable en el corazón.

Por eso eliminar a Mónica de su vida y hacer sufrir a Adolfo su infidelidad, aunque no constatada, pero segura según sus pensamientos, pasó a ser un acto de justicia ante la hipocresía.

No estaría feliz hasta que ella desapareciera de sus vidas, por lo tanto, como el mejor asesino en serie, planeó todo desde el principio, escogió el lugar y logró manipular a su esposo para que hiciera todo lo que le convenía.


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La ira la ha transformado en un ser desconocido para ella misma, quien se ha quitado su disfraz de caperucita para transformarse en el lobo feroz, un depredador que va marcando su terreno y sigilosamente cortando las tutas de escape a su presa.

Sabía que Mónica, al ver el desespero de Adolfo, buscaría la forma de ayudarlo y quizás mientras conduce la camioneta ora para que él no la encuentre o que si lo hace no se encuentre viva, así tendría el camino libre para gozar del amor que escondidamente hurta.

Solo es cuestión de esperar que ella se acerque para activar el explosivo que ha colocado bajo el asiento del conductor de la camioneta, de esta forma los papeles se cambian.

Después ella aparecerá sigilosamente y llorará con ellos el terrible accidente.

Los minutos se hacen eternos, Mónica sin saberlo y desorientada ha tomado un camino que la aleja de su destino fatal y eso le provoca taquicardias a Eugenia.

Sin embargo el GPS que le avisa la ruta tomada muestra que ha cambiado de rumbo y se acerca hasta donde están Adolfo.

Con cara de niño comiendo chocolates, aprieta el botón que detona el explosivo y segundos después la detonación retumba en el lugar, haciendo huir a algunas aves.

Un grito desesperado que rompe la madrugada la despierta.

Es el suyo propio, que igual alarma a todos y en segundos se agolpan en la sala.

Ha tenido una pesadilla y Adolfo intenta calmarla acariciándola.

-¿Qué pasó? – le pregunta su esposo.

Ella jadeante le responde.

-Ya pasó.

Se levanta e instintivamente va hasta donde se encuentra Mónica y la abraza.

-¡Perdóname!

Ella desconcertada le acaricia el cabello y el responde.

-No hay nada que perdonar, este lugar nos está volviendo locos.