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En mi pueblo la plaza es la más pública de todas, es un terreno donde hay como veinte árboles en donde los borrachos duermen recostados a los troncos, los alegres en hamacas y los obstinados guindados del cuello en una soga.
Las casas todas tienen vista a un mar muy particular ya que esta repleto de aguas negras y peces marrones y negruzcos y es tan solidario con nosotros que cuando llueve pasa por entre ellas y se queda dándonos la suerte de poseer albercas y piscinas interiores.
Es una villa de descanso porque nadie trabaja ya que la situación no lo permite, la única empresa que había hace años quebró ya que fabricaba juegos de recibo y comedor y eso allí no se usa, con tantos troncos no hacen falta esos lujos.
Nuestra bebida tradicional es muy regionalista ya que la hacemos con manzanitas y alcohol, fermentándola enterrada en los patios y mientras esa champaña casera se hace importamos del pueblo cercano caña blanca.
Las mujeres viven a la moda y casi son streeper callejeras ya que no hay real para ropa y los trapos son casi eternos, somos una cuerda de mamadores ya que no lloramos y el mínimo de hijos en cada casa pasa de 7 ya que la televisión no estorba a la hora de fabricarlos.
Somos los más sanos del país porque quien se enferma guinda la pata y no sufrimos ninguno de esos males modernos como stress o fanatismo.
Somos muy unidos y nos robamos a cada rato las gallinas que criamos para poder comer ya que es el deporte más común por estos lares.
Los turistas nos tratan muy bien ya que nos confunden con la tribu de Trucutu y nosotros lo aprovechamos.
En mi pueblo hay una sola calle porque somos muy ahorrativos, eso de otras repetidas es pavoso, además el asfalto natural de piedras de río y arena es muy ornamental.
La electricidad se produce con una lamparita de aceite o velas que las mujeres usan para rogarle a los santos quedar viudas e incluso hay algunas que comentan que los hombres jóvenes del pueblo son como Houdini, después de dormir con alguna desaparecen.
El hombre más rico del pueblo es un portugués que llamamos Virolo ya que posee el único abasto del lugar y como es lógico todos les fiamos y ya no le caben los cuadernos debajo del escritorio y casi todos los meses les celebra con una torta el cumpleaños a las deudas.
Como buen comerciante sabe que nadie aquí es adivino para saber cuando le va a pagar.
En mi pueblo no hay policías porque no hay nada que robar ni tampoco como pagarles.
Nuestro acueducto principal es la lluvia y de emergencia utilizamos un caño que a la vez sirve de bañadero seccionado por manglares.
El único hotel es natural y se llama El Monte con colchones de hierbas.
Nuestra diversión principal es apostar caballos con caraotas y jugar cartas de fiado, mientras que las mujeres juegan bingo de maíz y a veces de otros granos.
Los niños de acá nacen aprendidos y ya a los tres meses caminan porque no hay quien los cargue.
Mi pueblo tiene un nombre muy sugestivo se llama “La Pelazon” y voy por allá cada 30 años porque hasta los muertos te registran y cobran peaje cuando llevas dinero.
Por eso no los invito en vacaciones por allá para que no me tomen mas rabia.